RELATOS POLICIALES

La escalofriante historia del caníbal argentino que quedó en libertad

Raúl Piñel, mató a su padre, lo descuartizó y se lo comió en un guiso a la provenzal. Tres años después la Justicia lo declaró inimputable.
miércoles, 17 de agosto de 2022 · 00:10

La historia del “caníbal argentino o de Daireaux”, conmocionó a todo el país en el invierno del 2008, al protagonizar uno de los casos más espeluznantes del crimen en argentina. Se trata de Raúl Piñel, que luego de estar preso por un robo fallido, terminó tras las rejas por varios meses. Muchas personas relatan, que allí hizo un cambio drástico en su vida y se convirtió en otra persona, en alguien “satánico”.

En la cárcel, el ladrón de poca monta de 33 años se acercó a un grupo de presos que decía adorar al Diablo. Empezó a participar de rituales oscuros, se le endureció la mirada y, con el tiempo, no solo se ganó el respeto sino también el miedo del resto de los reclusos. Es que Piñel ya no hablaba solo, hablaba con el mismísimo “ángel de las tinieblas”. Al parecer el hombre mientras había estado allí, hizo un pacto con el diablo.

Era un hombre abstraído y poco comunicativo, su cambio personal se dio, cuando al salir de la cárcel de Urdampilleta el 20 de junio de 2008, no tenía trabajo y su mujer lo había abandonado. Por ese motivo, no podía alquilar un departamento, por lo que tuvo que recurrir a sus padres y comenzó a vivir con ellos en la pequeña localidad de Daireaux, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

La casa de Daireaux, donde ocurrió el crimen

Todo comenzó un domingo frío de invierno hace 14 años, cuando Piñel recibió a los oficiales que llamaron a su puerta con una sonrisa inquietante en la cara y las manos ensangrentadas. Las paredes, el piso, todo a su alrededor, mostraba los restos del horror mientras una olla todavía humeante sobre la salamandra despedía un olor nauseabundo.

”Ahora lo tengo bien adentro”, respondió el hombre cuando la policía le preguntó dónde estaba su padre, el dueño de la vivienda. Piñel quedó detenido y en ese mismo instante también nació la leyenda: se convirtió en el “caníbal argentino o de Daireaux”.

Los restos de Piñel padre en la olla

Según fuentes policiales, Piñel golpeó a su padre, lo degolló y lo descuartizó con un cuchillo Tramontina. Después, picó sus órganos y se preparó un guiso a la provenzal. “No tenemos dudas de que este hombre se comió el corazón y los riñones de su padre. Solo se encontraron algunos restos en la olla”, aseguraron.

Algunas partes del cuerpo descuartizado de Raúl Prudencio Piñel de 57 años, ardían sobre una salamandra, habían sido fileteadas y salteadas a la provenzal. El resto de la víctima, vísceras y trozos de la columna vertebral, se podían observar a simple vista desparramados por el domicilio de la calle Antártida Argentina, entre Saavedra y Moreno, como si se tratara de un museo grotesco de lo macabro en esa localidad de tan solo 10 mil habitantes.

La secuencia del crimen

La noche anterior al crimen: 

El día antes de que se produzca el asesinato, la madre del homicida volvió a su casa y no encontró a su hijo. Casi al mismo tiempo Piñel se aparecía en la casa del padre con la intención de pasar ahí la noche. Se ofreció a preparar la cena y Raúl Prudencio Piñel, que en ese momento tenía 57 años, aceptó la propuesta sin imaginar el horror. Nadie supo nunca con certeza qué fue lo que pasó esa noche entre ellos dos.

El macabro crimen salió a la luz al día siguiente, cuando un vecino desprevenido pasó por la casa con la intención de tomar unos mates con Piñel padre. Se sorprendió cuando en lugar de su amigo fue el hijo de éste quien le abrió la puerta y se horrorizó cuando advirtió que había sangre en el piso. Lo golpeó el olor nauseabundo que provenía de la estufa.

El vecino se olvidó rápidamente del desayuno y se fue a buscar a la Policía, que un rato más tarde arribó al domicilio y descubrió la escena del crimen. Piñel hijo no se resistió a que lo llevaran detenido, pero le pidió a los oficiales que le dieran un ratito más”. “Ya curé y salvé a mi padre. Ahora me queda hacer lo mismo con mi madre”, argumentó serio. Las esposas se cerraron sobre sus muñecas antes de que volviera a abrir la boca.

La hipótesis de una ofrenda satánica: 

La principal hipótesis sobre la cual trabajó en un principio el fiscal que tuvo a cargo la causa, Omar Flores, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de Trenque Lauquen, conectaba el parricidio con algún tipo de ritual vinculado a una secta. Una suerte de ofrenda satánica que no logró sostenerse con el avance de la investigación.

Entonces una frase dicha como al pasar por el asesino delante de los policías puso el foco en los antecedentes violentos del padre y el odio que por él sentía su hijo. “Me las pagaste todas juntas”, habrían sido las palabras que dijo Piñel cuando lo detuvieron que derribó las versiones satánicas que circulaban hasta ese momento.

Finalmente, las pericias sobre la salud mental del homicida confirmaron lo que para los vecinos de Daireaux no era más que una obviedad: Piñel era un enfermo psiquiátrico que no pudo comprender la criminalidad de sus actos. La Justicia lo declaró inimputable en 2011 y desde entonces quedó bajo la tutela de un Juzgado de Ejecución Penal de Trenque Lauquen.

Al ser considerado peligroso para sí o para terceros, Piñel permanece alojado en el neuropsiquiátrico que funciona en la Unidad 34 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en la cárcel de Melchor Romero, en el partido de La Plata. Allí tuvo como compañero durante un tiempo a Leandro Yamil Acosta, quien en 2015 mató a sus padres y, casualmente, también comió un pedazo de su carne.

El caso, reflotado de vez en cuando por la espectacularidad y el canibalismo, quedó en la historia de la criminología argentina. El humor negro, a la orden, le puso a Piñel hijo el apodo de " el caníbal argentino o de Daireaux".

Unidad 34 de Melchor Romero

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