"Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera", reza el Martín Fierro. Sin embargo, dos jóvenes parecen no haber leído esa parte del tradicional libro escrito por José Hernández, y su madre debió llamar a la Policía para que los separe.
En plena madrugada, la mujer debió recurrir a la Subcomisaría 69° de Barrio Nuevo de Roca. Desesperada pidió la colaboración del personal porque sus dos hijos se estaban reventando a trompadas en la planta superior y ella no podía separarlos. A través del teléfono se escuchaban los gritos y golpes de diferentes elementos contra las paredes y el piso.
Cuando llegó a la casa de Tortolitas al 4.000, el móvil de la nueva unidad policial del sector norte de Roca, fue la propia mujer la que les abrió la puerta y les marcó por donde subir hasta la planta superior. La madre estaba en un evidente estado de shock, una mezcla de desesperación y vergüenza por tener que recurrir a la fuerza para separar a sus dos hijos.
Apenas abrieron la puerta de la habitación, los dos policías debieron ejercer la fuerza para poder separarlos. Describieron que "parecían dos perros enfurecidos". El lugar estaba destrozado con los muebles rotos. Ellos dos sangraban y tenían todas sus prendas destruidas.
Una vez que lograron separarlos, la situación pareció calmarse, sin embargo uno de los dos hermanos reaccionó de manera imprevista contra uno de los policías. Con suma violencia comenzó a golpearlo, por lo que debieron intervenir sus compañeros para separarlo.
El joven terminó detenido por orden de la fiscal Verónica Villarroel, y se espera la formulación de cargos por atentado y resistencia a la autoridad, además de lesiones leves. El policía agredido debió ser atendido en la guardia del hospital de Roca por los golpes recibidos.