MATANZA ESCOLAR

A 20 años de la Masacre de Patagones: la reconstrucción del caso

Rafael Juniors Solich tenía 15, fue al colegio con una Browning 9 milímetros de su padre y mató a tres compañeros e hirió a cinco.
sábado, 28 de septiembre de 2024 · 10:37

Las sirenas coparon rápidamente el lento amanecer en Carmen de Patagones. "Tres pibes muertos y varios heridos, esto es un desastre", alcanzó a decir por teléfono el primer oficial que llegó. Mientras, otros uniformados agarraban del brazo a un pibe de apenas 15 años y lo sacaban a toda velocidad en un patrullero. El que le juraba a la Policía que "no tengo más nada", era Rafael Juniors Solich, el autor la Masacre de Patagones, la primera matanza escolar de Latinoamérica. Fue en la Escuela 202 "Islas Malvinas", hoy se cumplen 20 años.

La orden fue precisa, mientras las ambulancias iban y venían con heridos y los padres se juntaban en la puerta de la Escuela para retirar al resto de los alumnos, una jueza de Menores de Bahía Blanca decidió que trasladen a Juniors de manera urgente. El nombre del chico lo decidió su papá, un suboficial de Prefectura, por su fanatismo con Boca. De él era la Browning 9 milímetros con la que disparó contra sus compañeros. Mató a Federico Ponce, Evangelina Miranda y Sandra Nuñez. También hirió de gravedad a cinco: Pablo Saldías, Rodrigo Torres, Natalia Salomón, Nicolás Leonardi y Cintia Casasola. 

Casi a mitad de camino entre Patagones y Bahía Blanca, el patrullero se cruzó con el auto en el que viajaba en dirección contraría la jueza Alicia Ramallo. Hubo señas de luces y un breve encuentro en la banquina. La mujer subió al patrullero, se sentó al lado del chico que permanecía con la cabeza gacha. Fue la primera y única vez que habló de lo ocurrido. Dijo estar arrepentido y que todo pasó muy rápido. Reconoció que estaba enojado con sus compañeros. Que lo molestaban desde que iba a jardín de infantes. Que lo jodían por un grano que tenía en la nariz. También lo apodaban "Pantriste".

Los cuerpos de las víctimas permanecieron varias horas en el aula hasta que finalizaron las pericias.

Solich tiene hoy 36 años. Su vida, desde aquel 28 de septiembre de 2004, transcurre en distintas instituciones y con resguardo. Primero fue enviado unos meses a la sede de Prefectura en Ingeniero White, luego a un instituto de menores de máxima seguridad y posteriormente a un neuropsiquiátrico. Tiene salidas transitorias de hasta 72 horas. Se enamoró, tuvo un hijo y se separó. Pero pese a los intentos reiterados por lograr la libertad, aún no lo logró.

¿Qué pasó por la cabeza de Juniors?

En la masacre de Patagones no solo murieron tres chicos, sino que también expuso las fallas en la detección y tratamiento de problemas de salud mental en jóvenes. El caso de Solich ilustra cómo la violencia puede estar arraigada en contextos familiares complejos y en la presión social. La combinación de problemas de relación con su padre y el bullying en la escuela son elementos que se repiten.

Durante su vida escolar, Juniors siempre fue calificado como el raro. El que no tenía amigos, el solitario. No era mal alumno, pero tampoco sobresalía. Era lo mismo que le cuestionaba su padre, el suboficial pretendía que todo dentro de su casa se encuadrara bajo una línea vertical similar a la de la fuerza de seguridad.

Juniors relató que desde los 9 años, su papá le pegaba con un machete en las nalgas. Y que luego, cuando fue más grande, comenzó a enfrentarlo. De hecho la noche anterior, habían discutido. El padre amenazó con pegarle y él le hizo frente: "Dale pegame como siempre", le dijo. Luego se encerró en su habitación a escuchar The Nobodies (Los don Nadie), de Marilyn Manson, el tema está dedicado a Eric Harris y Dylan Klebold, autores de la masacre en la escuela Columbine, en 1999.

Juniors no tenía paz

Cargado de bronca, Juniors esperó que sus padres salieran de la casa y agarró el arma reglamentaria que el prefecto escondía arriba de un placard. También tomó los tres cargadores y un cuchillo, que guardó en su mochila. Se acostó a dormir, pero no pudo. Al otro día se levantó y a las 7 de la mañana caminó hacia la escuela. Sacó la 9 milímetros, se la puso en la cintura y se acomodó un camperón camuflado que usaba.

El hecho sucedió en la Escuela 202 Islas Malvinas de Patagones.

En la escuela formó fila, izaron la bandera y pasó al aula. Se sentó en su banco, al lado de la pared en la segunda fila. Todo era normal. Esperó que todos sus compañeros ingresen. Se levantó, caminó hasta el pizarrón, se ubicó a la altura del escritorio de los profesores y comenzó a disparar hasta que se vació el primer cargador. Luego salió del curso, en el pasillo se cruzó con un hombre que venía corriendo hacia el aula. También le disparó, pero le erró. No pudo continuar con los tiros porque la browning se trabó. A esa altura todo era un caos.

Juniors: Diagnóstico múltiple y una vida encerrado

Desde el minuto uno de la Masacre de Patagones, qué hacer con Juniors siempre fue un dilema. Originalmente se barajó la internación en clínica psiquiátrica, una comunidad terapéutica o un instituto de menores en conflicto con la ley. Al tener 15 años fue declarado inmediatamente como inimputable, estaba a sólo un mes de cumplir 16 y en ese caso la situación era diferente. De lo que no había dudas era que no podía volver a vivir con su familia.

En El Dique, el instituto de menores de Ensanada, la pasó muy mal. Nuevamente fue víctima de bullying. Su compañeros le pusieron matapibes y hasta llegó a intentar suicidarse. Luego pasó a un neuropsiquiátrico. Los informes indican que era un chico monosilábico, poco comunicativo pero muy educado y asustado por su destino. 

Poco se sabe de Juniors, tiene 36 años, un hijo y aún sigue internado en una clínica. Tiene salidas transitorias.

Le diagnosticaron esquizofrenia y siempre se mantuvo la duda sobre la posibilidad de repetir las conductas peligrosas. Recibe tratamiento en la Clínica San Juan de La Plata, permanece estable y goza de un régimen de salidas. Fue padre, pero la relación con su compañera de tratamiento no prosperó. Sólo recibe visitas de su familia y de los profesionales que lo atienden.

Sobrevivientes de la Masacre de Patagones

En 2021, la película Implosión ganó el Gran Premio del Jurado del BAFICI. El film protagonizado por sobrevivientes de la Masacre de Patagones que buscan encontrar al tirador. No es un documental pero sirve para reflexionar sobre lo que pasó ese día. Según los informes psicosociales, el hecho generó trastornos de todo tipo: fobias, insomio, embarazos precoces. También padecieron distintos síndromes docentes, otros estudiantes de la escuela y los padres.

A 20 años, se multiplicaron las causas contra el estado provincial y en la escuela se construyó un Salón de Usos Múltiples con el fin de generar más actividades entre los chicos. Tanto las familias de las víctimas o como los propios sobrevivientes, nunca recibieron una explicación de lo sucedido. Juniors no volvió nunca más a Patagones y ninguno de sus ex compañeros intentó visitarlo alguna vez.

 

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