El barrio de las 1200 viviendas en Cipolletti es un territorio marcado por la sangre y el fuego. Las balaceras se repiten casi a diario, son enfrentamientos entre bandas que no tienen pruritos en dejar cuerpos sangrando tirados en el asfalto y el miedo se convirtió en un elemento constante en la vida de los vecinos. La disputa por el control de la venta de droga y el papel dominante del bunker "Reina Blanca", ubicado a pocos metros de la Subcomisaría 79°, es el epicentro de una guerra que no se logra frenar. A pesar de los múltiples allanamientos de distintas fuerzas, la estructura sigue operativa, alimentando un ciclo de violencia que parece imposible de erradicar.
Ayer, la guerra volvió a estallar en plena luz del día, a unos 50 metros del destacamento policial. Carlos Alberto Zúñiga, de 19 años, cayó herido de un disparo en la pierna. Su agresor, David Alexis Romero, de 27, intentó huir, pero fue interceptado por los efectivos. En su poder: una pistola 9 milímetros, como la que usa la Policía y una bomba molotov, herramientas de guerra en un barrio que funciona bajo sus propias reglas.
"Reina Blanca": el bunker indestructible
El bunker no es solo un punto de venta de drogas. Es un fortín narco, un enclave donde los grupos armados marcan territorio a través de las balaceras. En febrero, Luciano Quidel intentó copar el lugar con un grupo de secuaces. Llegaron en un auto, listos para tomar el control. Pero los soldaditos no dudaron en recibirlos a tiros. El joven de Fernández Oro, murió en la calle y el vehículo usado en el ataque apareció incendiado días después, a pocos metros de la Comisaría 4° en pleno centro, como si fuera un mensaje encriptado.
Antes, en noviembre de 2023, Nicolás Jara, un adolescente de 15 años, fue emboscado bajo la misma lógica. Sicarios en moto, disparos precisos y una rápida fuga. La fórmula se repite una y otra vez, dejando un rastro de cuerpos y venganzas inconclusas.
La violencia no ocurre al azar. Responde a figuras que constuyeron un imperio de miedo. Sergio Guajardo, condenado por múltiples enfrentamientos, es uno de los nombres que domina el escenario criminal, aunque está preso mantiene el poder. Junto a su mano derecha, Lautaro Villa, perpetraron la presencia de la banda con ataques estratégicos. En enero de 2024, también Guajardo y Tobías Aguirre Molina ejecutaron una nueva balacera, dejando dos víctimas heridas.
Por el asesinato de Jara, la justicia busca a William Marcelo Esteban Ramírez, otro sicario del grupo, aún prófugo. Su captura es clave, pero en un barrio donde la ley no tiene alcance, sigue libre.
Los soldaditos custodian el territorio
El tiroteo del lunes no fue el único del fin de semana. Detrás de la Subcomisaría 79°, el domingo por la madrugada, un hombre abrió fuego en plena plaza. La escena fue breve, pero significativa: primero disparó, después intentó huir, y terminó enfrentando a los agentes que lograron detenerlo.
Desde el mismo domicilio, una mujer descendió armada con un cuchillo, protagonizando una pelea con otra mujer, en otro reflejo de la violencia normalizada.
Los ataques son siempre de la misma manera, sicarios que llegan en moto desde otros lugares de la ciudad. Molesta el avance de la banda que domina el bunker "Reina Blanca" y quieren vengar esa pérdida de terreno. Los defensores de centro de venta son fáciles de ubicar, son soldaditos adolescentes, muchos menores de edad y otros apenas mayores. Están armados y con varias bagullos en su poder para vender a quien lo desee. Pero la principal función es proteger el punto de venta, son los que no dudan en enfrentar a los enemigos que llegan con sed de venganza o los que dan rápido aviso cuando llega algún allanamiento.
En marzo del año pasado, la Justicia Federal de Roca ordenó un allanamiento, lo hizo la Policía Federal de Neuquén. Secuestraron medio kilo de cocaína y un millón de pesos en efectivo. Además detuvieron al hermano de Lautaro Villa. Un par de años antes, al mismo sitio llegó Gendarmería con los mismos fines.
En el barrio todos saben quiénes son y a quiénes responden. A nadie le llama la atención lo que sucede porque no es una sitaución nueva, sino que el dominio de las bandas lleva varios años y está consolidada. Pese a la detención de los líderes, la venta de droga continúa con los mismos actores detrás.