Hacer terapia para aprender a manejar su ira, pagar $240.000 en 12 cuotas y trabajar 96 horas haciendo tareas comunitarias en una entidad de bien público. Ése es el precio que deberá pagar un hombre que destrozó, a martillazos, dos cajeros del Banco Provincia de Neuquén, en medio de un ataque de furia que deberá aprender a controlar por recomendación de la Justicia.
La decisión surgió por una propuesta que realizó la fiscal Paula González, que mediante una Suspensión de Juicio a Prueba (SJP) optó por allanar los pasos para resolver el caso. Algo que contó con la aprobación de las partes, y que luego avaló el juez Juan Manuel Kees.
Incluso adhirió el abogado que representó al banco, pese a que la suma que se acordó para el resarcimiento no cubrirá ni una mínima parte de lo que se utilizó para la reparación de los cajeros.
Lo cierto es que la persona (que fue identificada con las iniciales E.G.G) dando cumplimiento a esas pautas quedará libre de cualquier reclamo.
Los destrozos de los que se lo culpa fueron, extrañamente, en dos años sucesivos, y, aunque arruinó dos máquinas, en los hechos atentó contra el mismo cajero qué, meses después del primer ataque, había sido repuesto, hasta que él nuevamente lo destruyó.
¿Cómo fueron los destrozos?
El cajero automático en cuestión es el que está ubicado en las calles Carmen de Patagones y Cabo de Hornos. En el primer arranque de furia (que fue el 16 de octubre de 2023, alrededor de las 23.50) le dio múltiples martillazos a la pantalla, hasta que la quebró por completo.
La segunda destrucción ocurrió tan sólo 4 meses después. La máquina ya había sido reparada y nuevamente (el 27 de febrero de 2024) el violento perdió el control. Tras una transacción fallida lo rompió con el mismo martillo, para asombro de todos, que no podían creer la reiteración del hecho.
Tras los episodios fue acusado de daño agravado sobre un bien de uso público, en concurso real y en calidad de autor. Con el flamante acuerdo, deberá presentarse cada cuatro meses en la Dirección de Población Judicializada para verificar el cumplimiento de lo pactado, y fijar un domicilio.
Además deberá acreditar que está haciendo terapia, para aprender a dominar esos arranques que lo convierten en una bomba de tiempo ante cualquier frustración.