En el oscuro entramado del tráfico de material de abuso sexual infantil, la Justicia volvió a enfrentar un caso que desnuda la brutalidad de esta red: un hombre de Allen fue acusado por la tenencia y distribución de imágenes y videos en los que las víctimas, niños de menos de 13 años, son explotados y violentados. La Fiscalía Descentralizada le formuló cargos contra la persona titular de la ID denunciada por una organización internacional durante la pandemia, hace casi cinco años.
Las imputaciones, amparadas en los artículos 45 y 128 del Código Penal, señalan la existencia de al menos 15 hechos en los que se identificó contenido explícito con víctimas menores de 13 años. La investigación, iniciada tras un reporte del National Center for Missing and Exploited Children (NCMEC) en marzo de 2020, permitió detectar actividad delictiva en dispositivos electrónicos del acusado hasta junio del mismo año, cuando finalmente se llevó a cabo un allanamiento clave.
Durante la intervención judicial, se incautaron celulares, pendrives y una PC, dispositivos que revelaron el alcance del material distribuido y almacenado. Aportaron pruebas fundamentales los informes de la Unidad Fiscal Especializada en Delitos Informáticos, el acta de allanamiento y los análisis forenses realizados por el Cuerpo de Investigación Forense de Roca, quienes lograron determinar la edad aproximada de las víctimas registradas en los archivos.
La jueza de Garantías interviniente ratificó la formulación de cargos sin objeciones de la defensa particular, y consolidó un extenso proceso que duró más de cinco años, y que más allá del caso puntual, expone un fenómeno estructural que persiste y se adapta a las nuevas tecnologías.
Este proceso judicial recuerda otros antecedentes de figuras públicas involucradas en delitos similares, como el caso del periodista Emiliano Gatti, condenado a seis años de prisión por tenencia y distribución de material de abuso sexual infantil. Su sentencia marcó un precedente sobre la responsabilidad de quienes participan en estas redes clandestinas, aunque los engranajes de este mercado ilícito sigan girando en la oscuridad