Desde arriba: "Los pilotos no mueren, vuelan más alto"

La Aviación  ya había sufrido su bautismo de fuego en los montes tucumanos, pero tuvo su definitiva cita  en la Guerra de las Malvinas. AllÍ, los 22 helicópteros Bell UH 1H, Agusta, Puma y Chinook, y sus tripulaciones,  debieron enfrentar una situación de guerra que no figuraba en los manuales. Cada uno de esos vuelos implicaba un terrible riesgo para las aeronaves argentinas que podían ser derribadas por las Temibles PAC,  la patrullas aéreas de combate británicas , integradas por parejas de aviones Sea Harrier que sobrevolaban la zona durante todo el día.

Lo más grave para los pilotos de helicópteros era que en todo momento, desde el inicio de los combates, carecieron del necesario "techo azul" que exigían sus manuales de instrucción. Su doctrina militar decía que sólo podían despegar si contaban con la cobertura área proporcionada por los aviones propios.

Alberto Bruno, veterano de Malvinas. era mecánico y copiloto de uno de esos helicópteros que sobrevoló Darwin, actualmente vive en San Martín de Los Andes. En diálogo con “Buscando Señal”, anoche por AM550, sostuvo que llegó a Malvinas el 9 de abril de 1982 con 21 años y a unos meses de ser padre llegó al archipiélago donde Los combates comenzaron el 1 de mayo y finalizaron el 14 de junio.

Fue prisionero de guerra hasta el 21 de junio, luego regresó al continente. Recordó cómo vivió los momentos previos, y también su experiencia ya en el

Recordó cómo vivió los momentos previos, además, Bruno, contó cómo era el panorama del campo de batalla desde el aire, y lo difícil que fue reinsertarse en la postguerra, ya  en el continente, y como sobreviven a lo vivido.