La crisis que afecta a la pesca a nivel nacional también golpea fuerte en Río Negro. En San Antonio Oeste y Sierra Grande, más de 600 trabajadores están sin tareas desde hace semanas. La temporada de langostino, que debía arrancar hace tiempo, ni siquiera comenzó. La actividad está completamente paralizada y no hay señales de una solución cercana.
Empresarios y sindicatos no logran ponerse de acuerdo. Las cámaras del sector dicen que la actividad está parado porque los costos son muy altos, que los precios internacionales no acompañan y que los convenios laborales están desactualizados. Del otro lado, los gremios denuncian que se intenta imponer una rebaja del 30% en los salarios. El mayor punto de conflicto es el premio por producción, que representa la mayor parte del ingreso de los marineros.
“La situación es desesperante”, expresó Juan Pablo Gattoni, referente del SOMU en San Antonio Oeste. Contó que muchas familias están sin ingresos y que la incertidumbre crece semana a semana. “Todavía no tuvimos respuesta del gobernador”, lamentó. Los intendentes de ambas localidades ya se reunieron con los sindicatos para intentar destrabar el conflicto.
Desde el gobierno de Río Negro reconocen el problema. El ministro Carlos Banacloy explicó que la situación es similar en toda la Patagonia y que se evalúa extender la emergencia pesquera por seis meses. Además, buscan armar un paquete de asistencia económica para ayudar a las familias afectadas.
Por otra parte, la provincia también busca un nuevo subsecretario de Pesca y Producción Acuícola de Río Negro. Jessica Belén Ressler, después de cuatro años en el cargo renunció en el mes de mayo y asumió como integrante del gabinete del intendente de la localidad de San Antonio Oeste, Adrián Casadei.
Durante la gestión de Jessica Ressler en la Subsecretaría de Pesca de Río Negro, se produjo el colapso de la merluza hubbsi y el langostino en el golfo San Matías. La zona, que está bajo jurisdicción provincial, arrastra dos años de emergencia pesquera. Según informes científicos y voces del sector, las malas decisiones de manejo y la falta de controles fueron clave para que la merluza común llegara al borde del colapso. Sin recurso para pescar, la actividad se desmoronó.
La flota artesanal quedó diezmada. Muchos pescadores abandonaron la actividad porque ya no era rentable. La pesca industrial tampoco logró sostenerse.Hoy, en la zona solo una planta sigue funcionando de manera parcial. La empresa 16 de Abril opera con poca merluza y algo de langostino que llega desde otras provincias. Apenas hay una mínima parte del personal trabajando. El resto, incluidos estibadores, técnicos, maquinistas y personal embarcado, sigue esperando.
El conflicto, que empezó lejos, ya llegó a Río Negro con toda su fuerza. La flota está amarrada, la industria no produce y el mar, por ahora, está en pausa. Para cientos de familias, la espera se hace cada vez más pesada.