Desde que SENASA autorizó el ingreso de cortes con hueso plano (asado y esternón) hacia la Patagonia luego de 20 años, el mercado regional se reacomoda y empiezan los debates regionales que giran en torno al precio de la misma. Pero, ¿esto puede revertir la tendencia nacional de caída del consumo de carne? Te compartimos un análisis con datos oficiales.
Tras el regreso del costillar a las góndolas patagónicas hay más especulación que realidad: el consumo de carne vacuna en Argentina sigue en caída libre y alcanzó su mínimo histórico en lo que va del siglo.
Con un promedio anual de 44,8 kilos por persona, hoy en día cada argentino consume apenas 123 gramos por día, lo que equivale a medio medallón de hamburguesa diario, o un cuarto por comida si se piensa en desayuno, almuerzo y cena.
La comparación es contundente: en 1990, el consumo per cápita de carne vacuna superaba los 70 kilos al año, es decir, casi el doble que en la actualidad. En aquel entonces, el asado era símbolo de reunión y cotidianidad; hoy, es un lujo reservado para ocasiones especiales… si es que llega.
¿Qué pasó con la carne en la Patagonia?
La reciente apertura de la barrera sanitaria, dispuesta por SENASA, habilitó después de 20 años el ingreso de cortes con hueso plano a la región, como el costillar, el asado y el esternón. Sin embargo, lejos de una euforia generalizada, la medida chocó con un contexto adverso: menos consumo, precios altos y bolsillos flacos.
El propio médico veterinario y especialista en alimentos, Mario de Zavaleta, lo resumió con claridad: “Es una decisión que se venía estirando hace tiempo. Pero más allá del ingreso del asado con hueso, hoy hay que barajar y dar de nuevo. El país entero va hacia la fiebre aftosa libre y eso también cambia el mapa”.
¿Qué cortes están habilitados?
Con la nueva normativa, se autoriza el ingreso exclusivamente de huesos planos, es decir:
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Asado con hueso
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Costillar
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Esternón
Se excluyen tajantemente cortes como:
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Lomo con hueso
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Osobuco
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Medias reses
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Cuartos enteros
La medida busca evitar el ingreso de partes donde el virus de la fiebre aftosa podría alojarse, como los huesos redondos que contienen médula ósea.
Oferta, demanda y realidad
Que el costillar vuelva a circular no implica que vuelva al plato. El consumo de carne cayó no solo por una cuestión cultural, sino por el aumento sostenido de precios. En la Patagonia, como en el resto del país, muchas familias han reemplazado la carne roja por pollo, cerdo, embutidos o incluso legumbres.
Además, los datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) muestran una tendencia preocupante: el consumo de carne está en su punto más bajo desde que hay registros oficiales, y nada indica que el panorama vaya a mejorar a corto plazo.
¿Podrá esta medida realmente impactar en el precio de la carne y permitir que haya más en los platos argentinos?