HISTORIA VIVA

Popy: nacida, criada y recordada por 100 años

Son muchas las pioneras que hicieron patria en la Patagonia y aquí contamos la historia de una de ellas nacida en la costa del lago Lácar en 1923.
jueves, 4 de mayo de 2023 · 11:12

Sin dudas, las mujeres tuvieron un papel preponderante en el desarrollo de la Patagonia. Mujeres fuertes y resilientes, aunque a veces abnegadas, pero no por eso menos aguerridas. Criaban y educaban en condiciones, a los ojos de hoy, extremas. Algunas llegaban a la Patagonia desde algún país lejano; otras, nacían en estas tierras donde, allá por 1900, había mucho por hacer. 

Y vaya que hicieron. Porque el desarrollo de la Patagonia no fue magia. Son muchas las pioneras que hicieron patria por estas latitudes y aquí contamos la historia de una de ellas: nacida en la costa del lago Lácar en 1923, Popy Aquín de Creide fue una de las mujeres protagonistas del desarrollo de la localidad de San Martín de Los Andes. 

Foto: Popy Aquín de Creide fue una de las primeras pobladoras de San Martín de los Andes.

 

ISABEL, PERO LE DECÍAN POPY

Por esas cosas de antes, ella no supo verdadero nombre hasta que se casó. Todos le decían “Popy”. "La Chita me puso así porque a las Sofías las llaman Popy en Chile. De que me llamaba Isabel, me enteré después de que me casé. Firmé en el casamiento como Sofía y me tuvieron que hacer firmar de vuelta porque ´Sofía no existe´, me dice el juez. ´Usted tiene que volver a firmar porque entonces Isabel sigue soltera´”, se lamentó en una entrevista, al tiempo que dejaba en claro que quién la anotó en el registro fue su papá.

Su padre primero tuvo un negocio en Los Menucos (Río Negro), en un páramo donde “no había ni médicos, las baquianas te hacían parir”, dijo Popy. Luego, se instalaron en San Martín de los Andes pasada la década del 20 donde abrieron el Hotel Central. “Éramos 7 hermanos (ella, la mayor) y todos trabajábamos en el hotel. Era para 30 personas”, rememoró en otra entrevista, esta vez para la Fundación San Martín de los Andes.

 

Foto: Sus padres, Elías y Zoraia, venían de Jounieh, una ciudad portuaria del Líbano. Se conocieron en Buenos Aires y luego, se instalaron en San Martín de los Andes. 

 

La vida no era fácil para la mujer de entonces, mucho menos para las que nacían en el seno de la cultura sirio libanesa. Muchas de ellas venían de una historia de monjas, crochet y casamientos arreglados con señores de buena posición. Tal era el caso de su suegra, Sofía (a quien conocería años más tarde), casada por arreglo con el bien posicionado señor Fortunato Creide. Sofía fue otra mujer valiente que marcó la vida de Popy, una avanzada para la época que tenía claro que el amor no era algo que se podía “arreglar”.

 

 

MAL VISTA  

El amor no le fue fácil, pero también en eso rompió muchos esquemas en los que debía encajar por descendencia, y tuvo la dicha de casarse por elección. Alfonso era un amor casi imposible, prohibido, porque era su primo hermano, entonces mantuvieron su romance oculto. “Tres años a escondidas, un sacrificio. Yo era hueso y piel, no comía ni dormía porque lloraba todo el día. Y me decía (a sí misma) que cómo habiendo tantos chicos me iba a enamorar de mi primo”, recordaba Popy sobre su noviazgo a los 15 años.

Hasta que un día la verdad salió a la luz y Popy se casó con su primo. Fue una feliz y dedicada esposa, rol desde el cual también rompió varios moldes. “Ella lo adoraba y lo llamaba Ponchito”, cuenta Yoli, amiga de Popy, también oriunda de San Martín de los Andes.

Foto: En un sanguinario suceso Alfonso perdió a su padre cuando era apenas un niño. Y su madre Sofía fue quien sacó adelante a toda la familia.

 

 

Al parecer, los recién casados se fueron de luna de miel a la estancia Quemquemtreu, cerca de San Martín de los Andes. Claro, no existían las comunicaciones de ahora. Entonces, cuando llegaron, el administrador de la estancia, Don Douglas Reed, la vio venir con su primo y, sin pensarlo, les comentó que ya les tenía preparadas dos habitaciones (separadas) para la estadía. 

“Imagínate, era la primera noche que iba a pasar con su marido después de todo lo que habían luchado por estar juntos y este hombre les dice ´pero ustedes son primos ´. Lo tuvieron que convencer de que estaban casados”, relata Lorena, una de las nietas de Popy, sobre la noche de bodas. “Si bien sé que le costó mucho ser este tipo de mujer de avanzada para su época, valoro mucho sus enseñanzas. Ella para mí representa a la mujer power que yo intento ser”, admite esta nieta, con orgullo. 

 

Foto: Fue una mujer con una participación activa en la vida social del pueblo y acompañaba a su marido en todos los emprendimientos comerciales que iniciaba. 
 

MUCHOS MÁS QUE DOS 

Para la década del 50, junto con su “Ponchito” ya habían constituido una enorme familia. Tuvieron 9 hijos. Los dos primeros, varones, Enzo y Raúl. En esa época la fiebre tifoidea y el lupus hacían estragos, y los dos niños murieron antes de los 3 años. Luego llegaron las mujeres: Mirta, Mabel, Mirna, Mirian y Mónica. Pero, el peso de la tradición le imponía a la mujer la imperiosa necesidad de criar, por lo menos, a un hijo varón. Afortunadamente, llegaron Alfonso y Rodolfo. 

Popy confiesa con orgullo en una entrevista: “Jamás me hice revisar por un médico ni una sola vez. A los 9 hijos los tuve así, sin saber si venían torcidos o de asiento. Y a todos los tuve en mi cama y me los atendió el doctor Koessler. Y así fue que al último le puse el nombre del doctor”. 

 

Foto: Popy junto a sus hijos. 

 

Dedicación y fortaleza fueron los pilares de aquellos años de duelo, resiliencia y crianza por 7; templanza, para criar mujeres en tiempos de varones, desafío que logró superar con creces sin perder el eje de lo que marcaba la buena educación de entonces, y a contrapelo de algunos preceptos del mandato sirio libanés.

“A mi abuela la recuerdo como una mujer fuerte, pasional, con mucha autoridad; en algunos momentos, más meditativa y analítica, buena consejera y amiga. Y, en otros momentos hasta sorprendentemente moderna y abierta. Para setto Popy (abuela, en árabe), yo era la nieta que se alejó de las comodidades de la familia para vivir nuevas experiencias. Ella siempre fue una gran fuente de inspiración para mí”, señala Vanesa, otra de las nietas que vive en el exterior. 

Así, genuinamente, Popy fue un modelo a seguir y ocupaba un rol muy importante para toda la familia. Puertas adentro de casa, se hacía lo que ella decía. Y puertas afuera, ella también pisaba fuerte: era la gran mujer detrás de un gran hombre.

 

Foto: En cada uno de sus nietos Popy dejó un recuerdo, una enseñanza o una inspiración. 
 


COCINA DE NOTICIAS

Le gustaba mucho cocinar, sobre todo hacer preparaciones de origen libanés. También era la reina de los dulces de frutas que, claro, recolectaba de sus propias plantas. “Recuerdo que cocinaba a leña y mucho, porque en su casa siempre había gente. Y cada vez que yo entraba a su cocina me llamaba la atención que siempre tenía un tarro gigante lleno de leche con nata, ordeñada de sus propias vacas”, recuerda su nieto Meme.

Junto a sus hijas, Popy pasaba horas picando chiquitito el perejil, morroncitos y cebollas para hacer la preparación del día. Cocinaba, a diario, para no menos de 15 personas entre hijos, sobrinos y amigos de la casa. “Tenía un don especial para eso, porque nunca sabía cuántos comensales se sentarían a su mesa pero siempre le alcanzaba la comida. Hacía milagros”, recuerda con humor su sobrina Sara que vivió 13 años en la casa de su tía Popy.

Foto: Hecha cuadro, esta era la casa de los Creide, donde nacieron y se criaron todos los hijos de Popy y Alfonso.

 

Como si alimentar a la familia fuera poco, quien llegara al pueblo debía hacer una parada obligada por lo de Popy para ponerse al día con las novedades (y muchos terminaban en la mesa). Es que en su icónica cocina amarilla también se cocinaban las noticias de San Martín de los Andes. Popy sabía todo lo que pasaba en el pueblo: si había un incendio, si alguien se iba a casar, quien nacía y quien partía. “Las necrológicas se sabían primero en la cocina de Popy. Siempre nos preguntamos cómo hacía, porque no salía de su cocina pero sabía todo lo que pasaba”, reconoce entre risas Lorena, al tiempo que advierte que su abuela fue una de las primeras radioaficionadas del pueblo, y que los vecinos iban a su casa para poder hablar por la radio. 

 

Foto: En esta cocina amarilla, Popy cocinaban muy rico para no menos de 15 personas todos los días. 
 

 

UN CANTO A LA LIBERTAD

“Mi abuela siempre contaba que su sueño de chica era ser artista. Quería ser cantante de tango y admiraba a Libertad Lamarque. Pero, en aquella época, su padre no se lo permitió. El decía que las artistas eran unas bataclanas", señala otra de sus nietas, Verónica. 

De hecho, cuenta la historia que la mismísima Libertad Lamarque estuvo en San Martín de los Andes. Cuando escuchó a Popy cantar, la consagrada artista se la quiso llevar a trabajar con ella pero don Aquín no la dejó. Minina, una de sus hijas, confirma este suceso y asegura que su madre realmente cantaba hermoso, y lo hacía muy bien en árabe, idioma que sólo dominaba en canciones.

 

Foto: Cuando Libertad Lamarque visitó San Martín, Popy pudo conocerla y cantar frente a ella. 
 

 

Las mujeres de aquel entonces se tenían que destacar por otras cualidades que Popy tenía sobrada, como saber cocinar, darle buena crianza a los hijos y gestionar la organización familiar. Y reservó su veta más extrovertida para las multitudinarias reuniones familiares donde, según aseguran sus nietas, era el centro de atención con sus chistes, anécdotas y canciones. “Ella era magnética”, sentencia Verónica. 

 

Foto: Popy era de conversación amena y ocurrente. Le gustaban los chistes y la chicana futbolera del clásico Boca - River. Siempre estaba sonriente.
 

 

DETRÁS DE TODO GRAN HOMBRE… 

Inmersa en las buenas costumbres de la época, en lo doméstico trabajaba duro y sin chistar, por la familia. Y, para que a su marido le vaya bien, Popy también se arremangaba para hacer trabajos que, en aquel entonces, solo pertenecían al universo masculino.

Para poder casarse con ella, Alfonso tuvo que poner un negocio de ramos generales. Se llamaba La Vieja Esquina y ella trabajaba ahí a la par de él. Luego, se metieron en el negocio maderero y les iba muy bien, tanto que levantaron el primer aserradero de la provincia (hoy conocido como CORFONE). Así, llegaron a construir un imperio de la madera. 

“Cuando el tío comenzó con el aserradero, sacaban los rollizos del fondo del lago Lácar y los tenían que traer en balsas con unas lanchitas. Y ella acompañaba siempre a su marido. A veces se iban por 6 meses y dormían en unas carpas que armaban sobre los árboles. Ella estaba al lado de él permanentemente, laburando como si fuera un hombre más”, explica Sara.  

 

Foto: Fue la primera convencional de San Martín de los andes, representando al pueblo.
 

Además de ser un hombre hábil para los negocios, su marido tuvo un gran desempeño en la función pública. Fue uno de los fundadores del Movimiento Popular Neuquino (MPN), llegó a ser comisionado de San Martín de los Andes, fue presidente del banco provincial y tuvo una gran presencia pública en la región. Por su parte, Popy tenía una participación activa en la vida social local y fue la primera convencional de San Martín de los Andes representando al pueblo. 

Alfonso falleció joven, 25 años antes que Popy. Cuando él partió, ella trató de sostener todo lo construido juntos: una numerosa familia, una exitosa empresa, un renombre y una gran fortuna. Y, como tenía una gran conciencia social, en el último tramo de su vida siguió colaborando con el crecimiento de San Martín de los Andes, cediendo terrenos para construir una escuela, una iglesia, una cancha de fútbol, entre otras instalaciones que hoy son utilizadas por los habitantes de la ciudad.

 

Foto: Cuando Popy era una niña, San Martín de los Andes era un poblado en pleno desarrollo. Hoy, es uno de los principales destinos turísticos del país. 
 

 

DE BUENA MADERA

Genuina y frontal, esta mujer rompía todos los esquemas una y otra vez, trabajando a la par del varón, criando hijos, cocinando para el pueblo. Cuidaba de los suyos a capa y espada y nunca perdía la sonrisa. Alegre, vivaz y generosa, la recuerdan los amigos; cocinando y cantando lindo, sus nietos. “Ella no era la típica abuela como las de ahora, que se las puede chicanear. Ella imponía mucho respeto y mantenía a la familia unida”, recalca Meme. 

Popy falleció en 2016, a sus 93. Hoy cumpliría 100 años y su recuerdo sigue vigente en todos los que la conocieron. Sin dudas fue una mujer fuera de serie, valiente y pionera. Con su temple y fortaleza se ganó un merecido lugar en el corazón de su familia y logró trascender en la memoria de todo un pueblo. Hoy la homenajeamos contando apenas algunos pasajes de su rica y asombrosa historia. 

 

 

 

 

Nota: Las fotos utilizadas en esta nota son gentileza de la Familia Creide y algunas son capturas tomadas de la entrevista que le hicieron a Popy, para la preservación de la memoria oral, desde la Fundación San Martin de los Andes. 

 

 

 

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