Javier Milei tuvo una singular celebración del triunfo electoral en Buenos Aires el domingo pasado, cuando, este martes, se paró frente a los empresarios reunidos por la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en el encuentro AmCham Summit 2025. Allí ostentó su nueva posición de líder de la derecha argentina, afirmó que su gestión "es más reformista que todo el gobierno de Carlos Menem", recibió con naturalidad el "reclamo" de profundizar en reformas impositivas y laborales, y exhibió un poco el repertorio ideológico que dice representar, al responsabilizar al progresismo por una supuesta incidencia de la legalización del aborto en la caída de la natalidad.
Habló media hora, con disculpas por la situación de su garganta. Y atacó, centralmente, al progresismo, con énfasis en que "ahora se están dando cuenta de que se les pasó la mano en atacar a la familia, a las dos vidas, y lo estamos pagando con caídas en la tasa de natalidad".
Ninguno de los asistentes al encuentro se alteró o despeinó por el tono de la oratoria: No era un tema el del enfoque ideológico que preocupara, sino cuestiones pragmáticas de la economía. En concreto, la cámara estadounidense en Argentina dejó en claro que espera reformas impositivas (menos impuestos), reformas laborales (menos costo empresario); y, también, que se aumente la inversión en infraestructura y se lleve adelante una "revolución" educativa.
"Necesitamos un sistema más simple y equitativo, más enfocado en premicar al que produce y al que genera oportunidades. No se trata solo de bajar impuestos, sino de hacerlo de manera inteligente. Ampliando la base tributaria, reduciendo la evasión y formalizando la economía", sostuvo, por ejemplo el presidente de la cámara, y ejecutivo de JP Morgan, Facundo Gómez Minujín, durante el discurso de apertura.
Así, el encuentro, y la presencia de Milei en él, permitió concluir que no hay reclamos extraños a los planteos del propio gobierno argentino, aunque sí una agenda que llamativamente es la misma que se ha reiterado obsesivamente a lo largo de los últimos años. Reforma laboral, tributaria, mejora en la infraestructura del país, mejorar la educación, y garantizar la seguridad jurídica. Es una agenda que no es de derecha ni de izquierda, sino apenas razonable.
De ahí que el discurso del presidente, que incluyó la agenda anti-woke, no llamó la atención, sino que en todo caso fue aceptado como una demostración de que hay un liderazgo incipiente aunque consolidado en ese principio, al que los empresarios observarán atentamente para constatar hasta dónde llegará lo cierto y concreto, y hasta dónde sólo las palabras.