El nombre de Heriberto Miguel es sinónimo de violencia. Condenado a 26 años de prisión por dos crímenes y una larga lista de robos a mano armada. Cumple su pena en el Establecimiento de Ejecución Penal 1 de Viedma, donde, con el tiempo, había encontrado una inusual rutina: criar gallinas. Pero lo que parecía una oportunidad para la redención terminó convirtiéndose en un nuevo conflicto judicial con sanciones, abandono y muerte.
En febrero pasado, durante un recorrido de inspección, el personal penitenciario lo encontró realizando arreglos en el gallinero sin el permiso correspondiente. Su intento de reemplazar un nylon roto fue interpretado como una falta grave y castigado con la exclusión de la actividad durante siete días. En ese tiempo, nadie dentro de la cárcel se ocupó de los animales. No hubo agua. No hubo comida. Murieron todas.
Miguel acudió a la justicia para denunciar la medida y sus consecuencias, pero el juez Gregor Joos rechazó su reclamo y confirmó la sanción. No obstante, ordenó al Servicio Penitenciario Provincial que reemplace las gallinas muertas, un gesto que en nada borra la negligencia que marcó el desenlace de la historia.
Un historial marcado por la violencia
Heriberto Miguel acumula una serie de condenas que lo convirtieron en una figura emblemática del crimen en el Alto de Bariloche.
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Asesinato de Nancy Méndez (2000): Mató a la joven de 13 años porque se negó a darle un beso. Fue condenado a 9 años de prisión, pero logró escapar antes de cumplir la pena.
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Robo con arma de fuego durante su fuga: Tras ser recapturado, su sentencia aumentó en 6 años más de cárcel (2010).
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Privación ilegítima de la libertad y atentado a la autoridad: Recibió una condena adicional de 3 años y 6 meses.
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Robo y ataque a menores con disparos: Se sumaron 6 años y 8 meses más a su sentencia.
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Venganza por la muerte de su hermano: Mató a Paula Vera, hermana de uno de los responsables del crimen de Lucas Bascur. Su historial se unificó en 26 años de prisión.