SUSTENTABILIDAD

La capa de ozono se recupera de forma sorprendente

El Protocolo de Montreal, donde los países se comprometieron a eliminar los gases que producen el agujero, es el mayor éxito ambiental de nuestra historia.
jueves, 2 de marzo de 2023 · 16:48

Por Hernán Di Menna

La Capa de Ozono se está recuperando. Así lo indicaron expertos de la Organización Meteorológica Mundial (WMO por sus siglas en inglés) y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Los datos fueron difundidos a principio de este año en la 103ª reunión anual de la Sociedad Meteorológica de los Estados Unidos. 

Según la evaluación científica más reciente sobre el deterioro del ozono, en algunas partes de la estratosfera, la capa de ozono se ha recuperado a un ritmo del 1% al 3% por década desde el año 2000. Y aseguran que “la capa de ozono está en camino de recuperarse en los próximos cuatro decenios y la eliminación progresiva a escala mundial de las sustancias químicas que agotan la capa de ozono ya contribuye a la mitigación del cambio climático”.

 

La eliminación progresiva del 99 % de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ha contribuido a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación ultravioleta (UV) nociva del sol”, informó la WMO.

 

A este ritmo, y si se mantienen las políticas actuales, los especialistas esperan que la capa de ozono recupere los valores de 1980 (antes de la conformación del agujero de ozono) aproximadamente en 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y en 2040 en el resto del mundo.

 

Foto: El agotamiento de la capa de ozono alcanzó un nivel sin precedentes en gran parte del Ártico, durante mayo de 2020. La última ocasión en la que se observó en el Ártico un agotamiento de la capa de ozono de intensidad similar fue durante la primavera de 2011.
 

Estos valores, indican que el Protocolo de Montreal ha contribuido a la mitigación del cambio climático y es un verdadero defensor del medio ambiente. Dicho protocolo fue firmado el 16 de septiembre de 1987, fecha que sirve en todo el mundo para conmemorar el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, proclamado en 1994 por la Asamblea General de Naciones Unidas.

Fuentes científicas explicaron que el agujero ubicado en la zona del Ártico, sobre África, era el más grande de su tipo en el hemisferio norte, con una extensión aproximada de un millón de kilómetros cuadrados, y de rápido crecimiento. Pero, este fenómeno había sido el resultado de condiciones climáticas inusuales en la zona. 

 

 

El segundo agujero, en la Antártida, acapara más preocupación debido a que año a año se abre en dimensiones superiores comparado al del hemisferio norte y porque no hay señales de que se cierre definitivamente en el corto plazo. El agujero de ozono antártico creció rápidamente desde mediados de agosto y alcanzó un máximo de alrededor de 24,8 millones de kilómetros cuadrados, extendiéndose por la mayor parte del continente frío. Fue el más duradero y uno de los agujeros más grandes y profundos desde que comenzó el monitoreo de la capa de ozono hace 40 años.

Según la Organización Meteorológica Mundial, el agujero en el ozono antártico se ha reducido desde el 2000. Aun así, la WMO predice que no se espera que se cierre por completo al menos hasta 2060.  

 

Foto: La Organización Meteorológica Mundial (OMM) es un organismo especializado de las Naciones Unidas con sede en Ginebra.
 

LA FUNDAMENTAL FUNCIÓN DE LA CAPA DE OZONO

La capa de ozono es uno de los escudos más efectivos contra los rayos dañinos del Sol, la radiación ultravioleta. Es decir, que funciona como un enorme filtro solar y es uno de los elementos que hace posible la vida en la Tierra. Sin embargo, desde hace más de 30 años, comenzó a sufrir las consecuencias del uso de aerosoles y otros productos químicos de uso masivo por los seres humanos. 

El ozono es una molécula que está formada por 3 átomos de oxígeno y que se presenta de forma gaseosa en la atmósfera. Se trata de una molécula que se encuentra en la naturaleza y que, en nuestro planeta, se concentra especialmente en la denominada capa de ozono, que no es otra cosa que una capa de la estratosfera, entre los 15 y los 50 kilómetros de altura desde la superficie.

 

Foto: El ozono no se ve. Es una molécula que está formada por 3 átomos de oxígeno y que se presenta de forma gaseosa en la atmósfera.
 

Esta capa de ozono tiene una importancia fundamental para la vida en la tierra ya que las moléculas de ozono actúan como escudo de la radiación solar. En consecuencia, la luz y la radiación solar que llega a la tierra y los océanos no debería ser peligrosa para los seres vivos.

Pero, un agujero en este escudo afecta todo el funcionamiento del planeta: aumenta la velocidad de fusión del hielo, aumenta la presión sobre el sistema inmunitario de los organismos vivos lo que incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de piel y cataratas para los humanos, entre otras afecciones.

 

Foto: Aunque no la veamos, la capa de ozono funciona como un enorme filtro solar y es uno de los elementos que hace posible la vida en la Tierra.
 

COMO SE FORMA EL AGUJERO

El engrosamiento y reducción del agujero de la capa de ozono no es un fenómeno estático, al contrario, es un proceso cíclico que depende de muchos factores. Lo que conocemos como “El agujero de la capa de ozono” se localiza en los polos, sobre el continente Antártico y el océano Ártico. Este “agujero” es especialmente grande durante las respectivas primaveras de sendos hemisferios. Posteriormente, durante el verano, parece recuperarse. Es decir, puede variar según fenómenos climáticos, pero, su principal causa y la que más preocupa es la acción humana.

Debido a la actividad humana, ciertos tipos de gases que se emiten terminan ascendiendo hasta la estratosfera y degradando las moléculas de ozono, lo que hace que la capa de ozono adelgace y, en consecuencia, que el agujero sea mayor. Esto supone un verdadero problema medioambiental y de salud, ya que el exceso de la radiación solar es peligroso para cualquier forma de vida.

Foto: Así se veía la extensión del agujero de ozono sobre la Antártida en 2015, una de las más grandes jamás observada según informó la Organización Meteorológica Mundial.

 

Foto: La línea naranja muestra la evolución durante 2020.
 

HISTORIA DEL DAÑO

A principios del siglo XX, la industria química se encontró con una familia de sustancias de esas que parecen milagrosas. Los clorofluorocarburos (CFC) eran baratos, fáciles de utilizar, químicamente estables y muy versátiles. Servían, sobre todo, como aislantes térmicos y refrigerantes y en pocos años iban a reemplazar a otras sustancias como el amoniaco o el dióxido de azufre, muy utilizadas hasta entonces, a pesar de su toxicidad.

El problema era que todo lo bueno de los clorofluorocarburos en el suelo lo perdían en cuanto se liberaban a la atmósfera. Una vez en las capas altas de la atmósfera, los CFC se convertían en un potente gas de efecto invernadero y causaban la destrucción del ozono. 

Foto: Los clorofluorocarburos (CFC) se utilizaban como refrigerantes, propulsores en aerosoles y solventes.
 

El constante uso de estas sustancias durante décadas, fue reduciendo gradualmente el espesor de la capa de protección de la Tierra y alcanzó niveles preocupantes en los años 80 del siglo pasado.

La protección ultravioleta de la vida terrestre estaba en riesgo y había que hacer algo. Algunos países habían empezado a prohibir la fabricación de algunos productos nocivos de forma unilateral. Pero, ante la gravedad del asunto, la ONU hizo un llamamiento para alcanzar un acuerdo global. El 22 de marzo de 1985, llegaba el primer gran paso: 28 países firmaban el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono.

 

Foto: las emisiones de sustancias malignas para el ambiente son una de las principales causas del calentamiento global. 
 

EL PROTOCOLO QUE CAMBIO LA HISTORIA

La presión internacional siguió aumentando y en 1987 llegó la firma del Protocolo de Montreal que entró en vigencia el 1 de enero de 1989. En él, se acordó una hoja de ruta para reducir, primero, y eliminar, más a largo plazo, la producción de cerca de 100 sustancias químicas que dañaban el ozono, incluyendo los CFC.

 

La Organización Meteorológica Mundial ha calificado el protocolo, que en 2023 cumplirá 36 años, como el mayor éxito ambiental de nuestra historia. 

 

Desde entonces, se empezó a evidenciar que, si todos los países cumplen con los objetivos propuestos dentro del tratado, esto es, la reducción en su producción y consumo hasta llegar a la eliminación total de las emisiones mundiales de sustancias agotadoras de la capa de ozono, ésta podría recuperarse totalmente para el año 2050. Algunas voces más esperanzadoras consideran que puede el objetivo puede alcanzarse entre 2035 y 2040. 

Foto: El 16 de septiembre de 1987, 24 países firmaron el Protocolo de Montreal, acuerdo internacional que promueve la eliminación del consumo de las sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO).

 

Este protocolo es, hoy en día, el único acuerdo global que han firmado y ratificado todos los países de las Naciones Unidas. Y, debido al alto grado de aceptación e implementación que se ha logrado, ha sido considerado como un ejemplo excepcional de cooperación internacional. Por su parte, la Organización Meteorológica Mundial ha calificado el protocolo, que en 2023 cumplirá 36 años, como el mayor éxito ambiental de nuestra historia. 

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