Aunque parezca un postulado de una película apocalíptica más que una realidad cercana, cerrar todas las escuelas se considera una propuesta viable, e incluso progresista, en Neuquén. En un solo paso, se ha retrocedido a principios de siglo, cuando imperaba el conflicto permanente en medio de una Argentina inestable, insegura y con crisis económica. La repetición de los ciclos se hace tenebrosa, y cada vez menos entendible.
"La semana que viene tenemos que cerrar todas las escuelas de la provincia, y ser miles en la calle", ha dicho, hace apenas unas horas, el secretario general de ATEN, Marcelo Guagliardo. El titular del gremio se ha quejado, además, porque los supuestos enemigos de los trabajadores "nos demonizan, nos insultan, y nos exponen ante nuestros estudiantes y sus familias". El contexto, se supone, debería justificar tales aseveraciones. Pero no: solo traduce una puja política que para la sociedad es inexplicable, y solo encuentra alguna excusa en la patética grieta política existente en el país, con un kirchnerismo fuera del poder y con el poder en manos de un gobierno débil disfrazado de titán mitológico.
El sindicato ATEN ha programado 48 horas de continuidad del paro esta semana, y 72 horas para la próxima. El paro es contra una ley que ha consagrado un sistema de adicional salarial para los maestros que cumplan con la asistencia a las aulas. La amenaza de "cerrar todas las escuelas" tiene que ver con estos paros. Sin embargo, el gobierno de Rolando Figueroa se lo toma con relativa calma: evalúa que la de Guagliardo es "una frase declamativa", y que lo cierto será que esta semana servirá para evaluar y medir concretamente la magnitud del acatamiento de los docentes, por lo que mantendrá una posición que se describe como "prudente" dentro de la escalada, que es retórica pero también ocurre en el terreno concreto de los hechos.
No hay dudas, para el gobierno, de que la actitud de la dirigencia del gremio docente tiene que ver con el nuevo escenario político. Está cambiando la relación de fuerzas en el Consejo Provincial de Educación (CPE), pues el sindicato, que se había acostumbrado a una insólita mayoría, está observando cómo declina su protagonismo concreto. "Hay situaciones de avance de ATEN que se han puesto en crisis", se dice en el gobierno, al estimar que lo que se está planteando es un "resquebrajamiento de un esquema de relaciones" entre el Ejecutivo y el sindicato. Esto hace referencia directamente al cambio entre la gestión de Omar Gutiérrez y la de Rolando Figueroa. Y es la respuesta a una pregunta que ha tomado fuerza a lo largo de 20 años en Neuquén: ¿Quién conduce la educación?
Cuando el gremio reafirma que la conducción del sistema educativo neuquino, según la Constitución, le corresponde al CPE, en realidad lo que querría sugerir es que se está cuestionando esa conducción. Sin embargo, para el gobierno esa no es la realidad, sino que simplemente se ha procurado poner las cosas en su lugar, y, sin romper la característica colegiada del organismo, se le ha devuelto al gobierno provincial el lugar que había perdido durante la vigencia de la doctrina de la paz social según fue entendida por el MPN liderado entonces por Jorge Sapag-Omar Gutiérrez, quienes, por otra parte, continúan siendo sus autoridades.
Si se le da crédito a esta interpretación que prima en el gobierno en estos días, es la conducción del sistema educativo lo que está en juego en el actual conflicto, no la ley (que ha sido reafirmada y seguirá vigente) del adicional por asistencia. Por eso, el gobierno, al mismo tiempo que asume el costo político (muy alto) de enfrentar una crisis severa en el dictado de clases en las escuelas, entiende que la adhesión a las medidas de fuerza del gremio irá en caída. Para abonar esta hipótesis, tiene una prueba: asegura que apenas recibió nueve renuncias al beneficio que otorga la ley del adicional salarial por asistencia.
No todo es especulación sin plan B, igualmente. Si la situación se agrava, por ejemplo, en la capital neuquina, donde hay mayor cantidad de establecimientos, y se verifica que realmente aumenta o se mantiene la cantidad de escuelas cerradas durante los días de paro, habría en estudio un programa de acciones con "opciones" que se analizan científicamente. Porque el gobernador Figueroa ha bajado línea de no ceder ni negociar nada que implique resignar la ley en vigencia. De hecho, por lo que se supo este fin de semana, no hay ni habrá convocatoria a negociación alguna, en lo inmediato.
"Usted (ministra de Educación, Soledad Martínez) rompió el acuerdo de marzo, y ahora que por su responsabilidad estamos en conflicto, usa cualquier excusa para justificar su error", dice Marcelo Guagliardo. Es una postura, posiblemente, engañosa. Lo que indirectamente hace es fortalecer a la funcionaria que dice combatir y a la que le pide la renuncia. El paro es evidentemente más político que reivindicativo. Mientras tanto, al mismo tiempo, se vulneran los derechos de los niños en la provincia. No habría que perder, en el camino de la puja, esta triste y apabullante medida de la realidad.