Este año hay espuma eleccionaria. Es un fenómeno que parece sólido, pero se desvanece después, solo. Lo que queda es la profundidad del proceso político, económico, social, en cada distrito. En el caso de Neuquén, la provincia transcurrió el primer semestre con una caída en los ingresos por regalías, que pudo ser disimulada por el control del gasto y por el ahorro conseguido el año pasado. Así, no se notó demasiado, al menos, para los ojos del público observador y fiscalizador de lo que el Estado hace o no hace. Se sostuvo una muy intensa obra pública, y el gobierno de Figueroa metió todo en el saco de la incipiente campaña para robustecer sus argumentos competitivos.
Pero el importante tema de los ingresos a las arcas estatales puede cambiar, en el corto plazo. Esta provincia maneja su economía, en buena parte, con dólares petroleros. Es así porque, al margen de la recaudación de impuestos propia o participada, cobra regalías sobre la producción de hidrocarburos, que se acreditan directamente en las cuentas del Tesoro. Ahora, esas regalías se están incrementando día a día, porque el precio del petróleo, que estaba planchado y más bien bajo, empezó a repuntar y tiene ya una tendencia alcista, como consecuencia del conflicto entre Israel e Irán.
El punto central del tema pasa deslizándose por un estrecho, el de Ormuz. Por allí se transporta entre 20 y 30 por ciento de la producción mundial de petróleo, y el sostenimiento de la situación bélica amenaza ese paso. Lo concreto ha sido que el precio del petróleo Brent superó el umbral técnico que define un mercado alcista, al acumular una suba del 30% desde los mínimos anuales. Se ubicó por encima de los 76 dólares por barril, su nivel más alto desde 2023. Por eso, en la Argentina volverán a aumentar los precios de los combustibles, y también habrá un relativo aumento de las regalías percibidas por Neuquén.
El aumento del precio de la materia prima también puede incidir en una mayor ansiedad productiva, porque las empresas redoblan producción e inversiones en la medida que haya un buen precio. Esto sumaría ingresos también para la provincia gobernada por Figueroa, y fortalecería todos los proyectos en ejecución para sacar gas y petróleo de Vaca Muerta hacia el mercado exportador.
En este contexto, Figueroa no quita el pie del acelerador político. En la semana, firmó el acuerdo político (ya existente) con el frente capitalino del intendente Mariano Gaido. También reunió su gabinete con el liderado en Río Negro por Alberto Weretilneck, dando otro paso en una integración común a varios frentes de acción, referidos a la gestión de gobierno, aunque también con relevancia político-electoral, ya que a Figueroa le interesa sumar toda la masa provincialista posible. Esa masa es la que se ubica en el escasísimo lote de distritos "con autodeterminación", que equilibran una balanza entre pesos y contrapesos de la grieta nacional entre libertarios y kirchneristas, acrecentada por la burbuja populista nacida del balcón de Cristina Kirchner, y que tendrá como principal escenario bélico el de la provincia de Buenos Aires, el 7 de septiembre.
Al gobierno neuquino no le interesa la aparente puja entre una Argentina populista y una libertaria. Está obsesivamente enfocado en lo que sirve o no a las conveniencias de la provincia, entendiendo como tales una amplia gama de rubros que pueden favorecer o atrasar el pleno desarrollo. De ese eje es posible que no salga, tornando inconducente, así, cualquier palabrerío insustancial acerca de tobilleras o balcones.