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Domingo 27 de Julio, Neuquén, Argentina
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El ocaso peronista, la izquierda y la Neuquén que viene

El proceso político es impiadoso, porque está vinculado a los cambios que define la sociedad, no a los sentimientos sectoriales.

Sabado, 26 de julio de 2025 a las 17:40
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En los últimos días, comenzó en Neuquén el juicio por la estafa con los planes sociales, hubo un desalojo en el frente de la Casa de Gobierno y una marcha repudiando la "represión", hubo una sesión en la Legislatura que sirvió más para fijar posicionamientos político-electorales que para cuestiones más prácticas y necesarias, y se avanzó algunos centímetros más sobre la cinta métrica que mide lo que falta para las elecciones de octubre. Ninguna de estas cuestiones de la superficie política cambió algo de lo profundo, lo que se viene palpando como en un embarazo inquietante: el proceso que construye, a veces sin consciencia de ello, una sociedad que busca un nuevo perfil, una certeza mayor de lo que puede implicar mejorar las condiciones de la vida en común.

El cambio social, vigente en el país, motor principal de las actuales contradicciones entre el populismo y el liberalismo sui géneris encarnado por Javier Milei, se percibe en Neuquén con inusual descaro. El peronismo, que estuvo, presente por sí mismo o por su alter ego, el MPN, desde los albores de la institucionalización provincial, parece estar agonizando. Su presencia física ha quedado reducida a la reproducción de consignas previsibles que llegan desde los cuarteles generales de Buenos Aires, y que son voceadas, casi sin aportes propios, por quien tiene alguna exposición pública a favor del sector, como, por ejemplo, el dúo dinámico de diputados provinciales que conforma Darío Martínez con su tocayo Darío Peralta. 

Así, la ineludible defensa de intereses vinculados a la prisionera condenada Cristina Kirchner, se mezcla con posicionamientos en procura de alentar la performance de sus candidatos en Buenos Aires, con Axel Kicillof a la cabeza, como ha sido el previsible repudio a las declaraciones hechas en la Cámara de Representantes de Estados Unidos por quien asumiría como embajador en Argentina, Peter Lamelas. La consigna "Braden o Perón" es pre-existente a la institucionalidad neuquina como provincia, y, efectivamente, suena más cerca de lo viejo que de lo nuevo. El dúo militante persiste en identificaciones con el populismo nostálgico como principal herramienta, sin, aparentemente, esforzarse demasiado en actualizar por otros rumbos una posición política que pueda aplicarse en Neuquén.

Esto se percibió también en la puesta en escena montada durante una semana en la esquina de las calles La Rioja y Roca, frente mismo a la gobernación neuquina. Convergió allí la Confederación Mapuche de Neuquén, una decena de agrupaciones de izquierda, el peronismo agonizante, parte del sindicalismo estatal. Todos buscaron provocar un desalojo por la fuerza, ya que se negaron a acatar la orden judicial en tal sentido, para después armar una marcha condenando la represión. La repetición del mecanismo iniciado allá por la década del '80, en los albores de la nueva democracia argentina, no convenció. Es el fatalismo de la contradicción entre la superficie y lo profundo: en la superficie está la caricatura de la política, en lo profundo, las reales motivaciones de un cambio necesario. Si el peronismo neuquino persiste en identificarse con la caricatura, quedará más pegado que nunca con la izquierda trotskista, y terminará de desaparecer de las mayorías, para quedarse como un testimonio de lo que alguna vez fue, para ser una parte más de una minoría nutrida por la dispersión, la ausencia de objetivos concretos, algo que en política suele ser letal.

El cambio en lo profundo, indica que la sociedad, mayoritariamente, y sin tener las cosas muy en claro, apuesta por un cambio de las conductas históricamente malsanas de la política, entre las que asoma claramente una, la de malgastar los dineros públicos con administraciones o bien deficientes, o bien fraudulentas... o una combinación entre ambas. En Neuquén está en la vidriera, y durará más de un mes, el caso de la estafa con los planes sociales, y es la encarnación de lo que la sociedad está condenando. El juicio es, inevitablemente, un juicio contra el MPN, o, por lo menos, el MPN de la última década, se llegue hasta donde se llegue en la responsabilidad penal concreta. Es, también, lo que vincula en estas malas costumbres institucionales de la democracia argentina, a Neuquén con Buenos Aires, en concreto, con los gobiernos de los Kirchner, desfilando también por Tribunales, con ostentación de millones de dólares quemados en la hoguera del populismo corrupto.

El peronismo provincial agonizante, con su permanente muestra de adhesión a lo que se hace allí en el centro de la política, coincide con lo más nuevo únicamente en un punto: el liberalismo derechoso y con ínfulas divinas repite ese esquema, el de obediencia al cuartel general de los Milei. Los Milei son la contracara de los Kirchner, y, por eso, son comparables. Así, también, quienes acompañen a Nadia Márquez, la diputada que puede ser candidata a senadora por Neuquén, estarán condicionados de antemano a repetir consignas bajadas por la superioridad, sean o no atinadas con la realidad neuquina. La Libertad Avanza armará su lista, es previsible, con un salpicado proveniente de otras fuerzas, tal vez, del propio MPN, atormentado por el impacto todavía no digerido del cisma del 2023. Pero el interrogante, la pregunta, no es eso, sino hasta qué punto será posible representar el cambio necesario, el cambio que se demanda desde lo profundo, y que, en Neuquén, tiene otra cara además de la que se excita en los insultos de la presunta anti-política, fatigando innovaciones de formas y contenidos.

 

 

 

 

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