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Turquía e Israel: crisis políticas internas con impacto regional

Erdogan y Netanyahu atraviesan graves crisis políticas que de agravarse podrían comprometer su capacidad para proyectar poder en un Medio Oriente en transformación.
Domingo, 23 de marzo de 2025 a las 10:31

Los gobiernos de Turquía e Israel están atravesando en paralelo severas crisis políticas que ya impactaron en la sociedad y, lo que es más preocupante para ambos gobiernos, llegaron a las calles. Estas crisis pueden, más temprano que tarde, repercutir sobre un Medio Oriente que, desde el 7 de octubre de 2023, está sufriendo una transformación histórica de consecuencias todavía impredecibles. Ambos países tienen mucho que decir y hacer en estos momentos de cambios profundos. Con un Irán debilitado como nunca y  con Siria convertida en un caos, Recep Tayyip Erdogan y Benjamin Netanyahu buscan establecer, de acuerdo a sus conveniencias políticas, pero sobre todo de seguridad, las nuevas condiciones en que quedará dibujado el mapa de poder de la región.

Turquía: Erdogan profundiza la deriva autoritaria

Si algo le faltaba al presidente turco para romper definitivamente el sistema democrático que manoseó y horadó desde que asumió el poder, era meter preso al alcalde de Estambul, su principal rival político y próximo candidato presidencial para las elecciones en 2028, Ekrem Imamoglu, y a otras 106 personas, todas miembros de la oposición política al gobierno. Imamoglu fue acusado de terrorismo y corrupción. Silenciar a quienes tienen posibilidad de exponer la deriva autocrática, se parece mucho a dar un golpe definitivo a las maltrechas instituciones que tratan de sostener la democracia en Turquía.

Sin embargo, los planes de Erdogan están fallando y su embestida contra la oposición puede terminar mal para él y para su gobierno. Las calles se transformaron en el principal escenario de esta crisis y desde el jueves decenas de miles de personas se manifiestan en varias ciudades de Turquía exigiendo, sobre todo, la liberación de Imamoglu. Ya son las manifestaciones más importantes desde 2013. La reacción del gobierno a las marchas, sobre todo a la de Estambul en donde hubo alrededor de 30.000 personas, fue la de prohibir "toda reunión y manifestación". La oposición parece decidida a resistir.

Además de la convulsión social que se manifiesta en las calles, la crisis política derivó en una crisis económica. La Lira turca se hundió hasta un mínimo histórico, aunque luego recuperó parte de su valor. También se derrumbó un 6,9% la bolsa de valores en Estambul, la plaza más fuerte. Los bonos soberanos del estado a 10 años también cayeron un 30%.

La reacción de Erdogan fue la de exacerbar las persecuciones. En el medio, ya detuvo a más de 300 personas, la mayoría estudiantes, quienes se transformaron en los principales protagonistas de las protestas. Busca disciplinar. Mientras tanto, la oposición desafía al Gobierno no solo llamando a continuar las protestas en las calles hasta que liberen al alcalde de Estambul, sino manteniendo en pie las primarias del partido que deben realizarse hoy  domingo a pesar de que el gobierno prohibió cualquier acto público.

Habrá que estar muy atento a cómo esta crisis política y económica, acompañada de un descontento social cada vez más profundo sobre todo en los jóvenes, afecta los planes regionales de Erdogan. El presidente de Turquía está preocupado principalmente por dos asuntos en materia de política exterior: el avance de la influencia israelí en la región y la inestabilidad en Siria, donde los kurdos, la principal amenaza de seguridad para la Turquía de Erdogan, ya lograron algunas concesiones del gobierno interino y siguen buscando lo que Erdogan nunca permitiría: autonomía.

Israel: Netanyahu reabre heridas

Cuando el 7 de octubre de 2023 el grupo terrorista Hamas perpetró una masacre sin precedentes en la historia de Israel, la sociedad israelí estaba profundamente dividida en torno a un proyecto de reforma judicial que había impulsado el gobierno de Netanyahu. Esa fuerte disputa, que tenía como principal escenario las calles de todo Israel, entró en stand by. La atención estuvo puesta en enfrentar los gigantescos desafíos de seguridad, eliminar la amenaza terrorista que rodea a Israel y recuperar a los secuestrados.

En eso estaba Israel, cuando esta semana, en medio de un recrudecimiento de la tensión militar, en el que el acuerdo de alto el fuego con Hamas se rompió y el de Hezbola comenzó a correr el mismo camino, Netanyahu anunció el despido de Ronan Bar, jefe del Shin Bet (el servicio de seguridad interior del país), alegando que no puede confiar en él. Se trata de una decisión inédita: es la primera vez que un primer ministro toma semejante medida. Esto obligó a la política, a la justicia y a la sociedad israelí a poner el foco en las razones que llevaron a Netanyahu a hacerlo, desatando una tensión social similar a la producida por la reforma judicial meses antes del ataque de Hamas.

Netanyahu dice que lo sacó porque perdió la confianza en él y por las fallas de seguridad que derivaron en el ataque de Hamas el 7 de octubre. Para otros, la decisión de Netanyahu, avalada por su gabinete, es para frenar la investigación conocida como “Qatargate” referida a pagos de ese país árabe, financista de Hamas en varias oportunidades, a asesores del primer ministro para impulsar una campaña favorable previo al mundial de 2022. La decisión del gobierno se tomó en contra de la opinión jurídica de la fiscal general, Baharav-Miara, a la que Bibi también quiere sacar. Los partidos de la oposición apelaron al Tribunal Supremo de Israel para detener y revocar la decisión.

El martes más de 40.000 personas se manifestaron en Tel Aviv contra el plan de Netanyahu de despedir a Bar. Este tema ya es parte de los reclamos en las masivas manifestaciones en las calles que se suman al pedido para frenar las operaciones militares en Gaza y volver a negociar para recuperar a los secuestrados.

La crisis se exacerbó ayer cuando finalmente el Tribunal Supremo emitió una orden judicial que congela el despido de Bar hasta que se pueda realizar una audiencia sobre el asunto. El temor de todos es que la decisión de Netanyahu de destituir a Bar tenga como objetivo final poner en un lugar extremadamente clave a alguien leal a él y que desde allí se utilice ese organismo como arma contra sus oponentes y críticos políticos, o para reprimir el movimiento de protesta.

La destitución de Bar regeneró la crisis política y judicial interna en Israel que había quedado  congelada el 7 de octubre. Netanyahu se enfrenta ahora a la decisión de acatar o no el fallo. Muchos de sus críticos creen que podría negarse a hacerlo, lo que agravaría la crisis interna mientras los frentes externos parecen reavivarse. Un escenario preocupante.

Las crisis políticas en Turquía e Israel tienen lugar en un momento crítico para la región. Con Siria todavía sumida en el caos e Irán intentando recuperar su influencia, las turbulencias internas de estas dos potencias regionales le suman más interrogantes al ya incierto futuro del Medio Oriente. La manera en que ambos líderes resuelvan estos desafíos internos y logren mantener la gobernabilidad determinará en gran medida su capacidad para influir en la reconfiguración del orden regional en los próximos años.

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