Llegó la Pascua al país de la inercia y el cambio tensando fuerte la cuerda que une la locura con la estabilidad emocional: Milei metió, de acuerdo con el FMI y con los Estados Unidos, el fin parcial del cepo cambiario, y el tembladeral apuntó hacia otros objetivos, y la agenda se reactualizó en todos los distritos: en Neuquén, como no podía ser de otra manera, se exploró, especulativamente, con la suerte de Vaca Muerta y de quienes la gobiernan, en el renovado escenario.
La provincia gobernada por Rolando Figueroa presenta un superávit financiero que se pretende sostener, más allá de los vaivenes macro de la economía. En estos momentos, hay un precio del petróleo que ha bajado, pero la producción de Vaca Muerta se mantiene en crecimiento; también se sostiene el rigor del control sobre los gastos del Estado, afirmado en una racionalidad basada a su vez en el principio de hacer lo que se debe, y se puede, sin dilapidar en aventuras ociosas.
Podría decirse, sin temor a la equivocación grosera, que el molde estructural con el que asumió Figueroa se mantiene, mientras el año electoral encauza actividades políticas paralelas, que no hacen mella ni tocan ese molde, considerado imprescindible dentro de una realidad nacional sacudida por las novedades estructurales de la economía. Así, se recorren etapas de buen tiempo y sol esplendente, y otras con nubarrones amenazantes y vientos de tormenta, sin cambiar el rumbo principal del timón. Este es el dato de la realidad neuquina que más debe tomarse en cuenta, para superar las ventiscas de los comentarios interesados, y la presión de las jugadas electorales.
También es cierto que esta circunstancia electoral tiene un componente sindical estatal en el juego, pues la meditada incursión de Carlos Quintriqueo, el mandamás de ATE, en el tablero electoral del año, incluye a buena parte del sindicalismo, y a una variante del kirchnerismo vernáculo siempre dispuesto a presentar pelea contra una hegemonía política cuyo manejo le ha sido, esencialmente, ajeno.
Así, durante la Semana Santa, versiones no tan santas acerca de eventuales cambios a los acuerdos vigentes con los sindicatos, que incluyen la actualización por inflación de los salarios, circularon en Neuquén en el ámbito de la política. No tienen origen en una consideración real acerca del rumbo, sino, probablemente, en especulaciones acerca de cómo acomodarse a las circunstancias de la macro, leídas por observaciones de terceros, interesados o no en la cuestión electoral del año.
Neuquén no alterará su rumbo este 2025, pues ha sido definido (política y técnicamente) desde el año pasado, cuando se rubricó un novedoso acuerdo anticipado con los sindicatos estatales. Figueroa, aseguran, está empeñado en mantener las cuentas equilibradas, pero sin resignar ese rumbo trazado. Hay dos razones para esto: la convicción de cómo manejar la mega estructura del Estado, y el convencimiento paralelo de que están las condiciones para diseñar e ir aplicando sobre la marcha las políticas que aceleren la reconversión económica de la provincia, quebrando de a poco la dependencia del monocultivo de los hidrocarburos.
En este contexto, el levantamiento del cepo abre una perspectiva que de ninguna manera es contradictoria con los intereses neuquinos, apuntados a la exportación de la producción energética. Aguantado el primer cimbronazo con cierto éxito, es dable esperar que se faciliten las inversiones, y que se esfume en los días que vienen el concepto de "dólar atrasado", para abrir nuevos conceptos acerca de la conveniencia de los negocios en un ámbito que combinará la relativa libertad cambiaria con las oscilaciones de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Neuquén no perderá su perspectiva de ser faro del mundo en la cuestión energética, que no reducirá su importancia, sino que, por el contrario, la acrecentará. Los negocios le quedarán a Neuquén cada vez más cerca, por lo que lo lógico será sostener el equilibrio, controlar el gasto, y mantener el ritmo de obras que mejoren la infraestructura de servicios. Ese es el rumbo, que no cambiará por ahora. De hecho, en la semana, el gobernador Figueroa medirá emocionalmente este camino, cuando inaugure el tramo del pavimento en la ruta que une Andacollo con Huinganco, una obra que lo involucra desde la razón y desde el corazón, en un territorio caro a los orígenes familiares propios.
Esa obra, junto a otras, es estandarte de uno de los rumbos de la reconversión económica, dotando de infraestructura a los destinos neuquinos, una condición a cumplir sine qua non para progresar en el rubro industrial de exportación que más a mano tiene Neuquén en paralelo a la energía, el turismo.
Así como a Milei no se lo puede analizar desde la creencia propia, sino desde la objetividad de los hechos, a Figueroa hay que seguirlo por lo que hace, no por lo que los demás dicen que haría. Tal es el secreto de la objetividad, ese formato que muchos han querido exterminar con la mera tozudez de poner por delante la ideología.