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Un documental ilegal, fotos hot y peleas por el ego: la jueza que convirtió el juicio por Maradona en un show

“La jueza de Dios” es el polémico nombre que tendrá el documental filmado por la letrada. La intención de figurar con el nombre Maradona es tan real como evidente. 

Por Redacción

Martes, 27 de mayo de 2025 a las 11:02

El juicio por la muerte de Diego Armando Maradona está lejos de convertirse en el homenaje judicial que merece uno de los íconos más grandes del deporte mundial. En cambio, avanza en medio de un espectáculo confuso, con ribetes mediáticos y personajes dispuestos a todo con tal de figurar. En el centro del escándalo aparece la jueza Julieta Makintach, una magistrada que, en lugar de representar la seriedad de la justicia, parece jugar su propia partida, buscando un lugar en la pantalla antes que en la historia.

El proceso judicial que debía esclarecer la responsabilidad de siete profesionales de la salud en la muerte del "Diez" quedó empañado por un hecho insólito: la propia jueza del caso habría participado en la filmación de un documental sobre el juicio, sin autorización ni conocimiento de las partes involucradas. El proyecto, que llevaría el provocador título de “La jueza de Dios”, se convirtió en una bomba de tiempo para el tribunal y en una postal del desvarío institucional que envuelve al caso.

Mientras la sociedad busca respuestas sobre lo que ocurrió con Maradona, la magistrada se transformó en protagonista involuntaria de los titulares, luego de que se filtraran imágenes suyas hablando a cámara, caminando por los pasillos del tribunal y —lo más grave— siendo grabada dentro de la sala de audiencias.

La excusa de la jueza y su entorno fue la de una entrevista institucional anterior al juicio, pero los allanamientos realizados en su despacho y las pruebas reunidas indicarían una participación más comprometida con la producción del material audiovisual.

Una jueza para Gran Hermano

Para colmo, el escándalo se amplificó cuando salieron a la luz otras acciones de la jueza que poco tienen que ver con la ética judicial: desde apariciones sugerentes en redes sociales hasta intentos visibles de instalarse como una figura pública. Incluso la Universidad Austral, donde ejercía como docente, decidió suspenderla de sus funciones ante la repercusión del caso.

Pese a todo esto, Makintach se mantiene en silencio y se niega a apartarse de la causa. Según su entorno, no ve motivo alguno para ser recusada y considera que todo responde a una maniobra para frenar el juicio. Pero los fiscales del caso no piensan lo mismo: los delitos que se le podrían imputar van desde el incumplimiento de deberes hasta el cohecho y la malversación de fondos públicos. La situación es grave y amenaza con hacer naufragar un proceso clave para la memoria y la verdad.

El juicio por Maradona quedó, por ahora, suspendido. Este martes se definirá si la magistrada continúa o no al frente del caso, pero lo que ya es evidente es que el foco se desvió. En lugar de hablar de responsabilidades médicas, de protocolos negligentes o de abandono de persona, se habla de egos, cámaras y escándalos.

Maradona merecía justicia. No una serie de Netflix.

 

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