Neuquén

Se recuperan inversiones, pero el deterioro macroeconómico complica el corto plazo

martes, 30 de septiembre de 2014 · 11:08
Corría mediados de 2008. El precio internacional del crudo acababa de perforar la barrera de los 40 dólares después de superar los US$ 120 pocos meses atrás y en el plano local, las empresas de Oil & Gas piloteaban los coletazos de la crisis mundial originada por el derrumbe de Wall Street. Los cimbronazos de esa debacle, acentuados por la política poco amigable del kirchnerismo con esa industria, se dejó sentir en poco tiempo: se perdieron 3000 puestos de trabajo en el sector petrolero de Neuquén, la cantidad de equipos de perforación activos a nivel nacional cayó a 80 y la inversión en el upstream de la provincia patagónica no superaba los US$ 800 millones en el año.
Seis años tarde, la realidad de la cuenca Neuquina parece ser completamente otra. Las unidades de drilling operativas en el país -la mayoría emplazada en Neuquén- ascendieron a 124 a principios de septiembre, los desembolsos de las petroleras en el área de E&P del distrito que gobierna Jorge Sapag superarán los US$ 5100 millones en 2014 y se incorporaron 5000 operarios petroleros en los últimos 18 meses.
En tiempos en que la construcción retórica de los relatos está en el centro de escena, parece haber elementos suficientes para defender que la reactivación del negocio del oro negro en Neuquén es incuestionable. Si hasta la producción de crudo de la provincia mostró una mejoría por primera vez en 15 años. Según datos oficiales de la Secretaría de Energía, la oferta creció un 1,1% durante los primeros siete meses del año contra el mismo período de 2013. No es un dato menor si se tiene en cuenta que la extracción venía en caída en forma ininterrumpida desde 1998.
Sin embargo, a pesar de la contundencia de esos datos, la atmósfera que respiran las empresas petroleras está lejos de asemejarse a la euforia. Son pocos los ejecutivos que se animan a expresar en voz alta un diagnóstico detallado de la situación actual. Pero en off the record, esa práctica tan extendida en los últimos años en el periodismo vernáculo, advierten que aunque el nivel de la actividad en la cuenca ha repuntado significativamente -en gran medida a partir de los desembolsos de YPF-, las condiciones de inversión que se desprenden de la deteriorada macroeconomía argentina complican el horizonte de corto plazo.

El vaso medio lleno

Entre los que prefieren destacar la recuperación del upstream neuquino se encuentra, como es lógico, el gobernador provincial Jorge Sapag. "Por el desarrollo de YPF y del resto de las empresas, este año tendremos inversiones por US$ 5100 millones en el upstream provincial. Es decir que a pesar de la inestabilidad económica que existe en el país Neuquén recibirá inversiones por seis veces más que en 2008".
La cuenca apuntala la recuperación de la actividad a nivel nacional con más de 60 equipos de perforación activos, casi el doble que en 2008. El repunte se explica, en buena medida, por el desarrollo no convencional de Vaca Muerta -una de las formaciones de roca generadora de hidrocarburos de la cuenca Neuquina- que está motorizando en primer lugar YPF y con menor intensidad, la mayoría de las operadoras de la provincia.
La petrolera controlada por el Estado lleva invertidos más de US$ 2500 millones en la explotación shale oil y shale gas en Loma Campana-Loma La Lata Norte, junto con Chevron. Es el primer desarrollo no convencional de hidrocarburos a escala comercial. El ritmo de la actividad en el bloque no tiene parangón. El campo concentra casi un 20% del total de los equipos de perforación activos en el país: 24 de 124 trépanos, según datos de septiembre.
"La actividad en la cuenca está al mango. Prácticamente no hay equipos torre disponibles. Lo cierto es que YPF está haciendo un trabajo muy bueno, está avanzando en el conocimiento de Vaca Muerta y hasta ahora es la única empresa que apostó fuerte por los no convencionales”, reconoció Oscar Vicente, CEO de Entre Lomas y presidente de la Cámara de Empresas Productoras de Hidrocarburos (Ceph).

Puntos grises

Los menos optimistas, que prefieren el anonimato, enumeran, sin embargo, una batería de situaciones que erosiona el clima de negocios local. La lista es amplia e incluye elementos de diversa índole: van desde el cepo cambiario que ataca de plano la confianza de los inversores internacionales -al no permitir el giro de divisas al exterior- hasta el recrudecimiento de las trabas a la importación, que genera fuertes demoras en el ingreso de tecnología petrolera al país; pasando por la inflación que opera sobre los costos locales y el temor a que una nueva devaluación reduzca el precio local en dólares del petróleo.
El cerrojo sobre las divisas encabeza la pirámide de temas que preocupan a las petroleras. Un encumbrado directivo del sector lo puso en estos términos: "Cuando uno viaja a EE.UU. o Canadá, la primera pregunta que recibe de los accionistas de las empresas es acerca de la posibilidad de recuperar los utilidades obtenidas en el país. Es casi imposible que una petrolera que no está en la Argentina encare un nuevo proyecto de inversión desde cero si no solucionamos este problema”, advirtió.
El estrangulamiento cambiario no sólo afecta sólo a las productoras. En septiembre, el Banco Central (BCRA) redujo el monto mínimo que marca qué importaciones se tienen que comunicar antes de ser pagadas -una vía informal para trabar aún más la demanda de divisas en el mercado cambiario- de los US$ 300.000 a los US$ 150.000. La medida pegó de lleno a las empresas de servicios, en especial a las que comercializan grandes equipos torre, de fractura y servicios especiales.
"La tarifa de alquiler de un equipo de drilling ronda los US$ 45.000 diarios, por lo que en la medida que el Gobierno decida restringir la compra de dólares para enviar al exterior, será cada vez más difícil que los grandes proveedores quieran traer unidades de perforación a la Argentina”, cuestionó el gerente general de una importante empresa de servicios.

Trabas a la importación

Otro desprendimiento de la asfixia cambiaria es el recrudecimiento de las trabas a la importación de equipos e insumos que requiere la industria. Para cuidar cada dólar de la economía doméstica, el Ejecutivo aumentó en los últimos tres meses los controles sobre las mercaderías que ingresan al país. Los productos adquiridos por representantes del segmento de Oil & Gas cayeron en la volteada.
Así, una compañía tardó casi seis meses para destrabar la entrada de un equipo de perforación y otra tiene parada un trépano similar porque el Ministerio de Industria, que dirige Débora Giorgi, no habilita su ingreso. "Por pedido de las cámaras PyMEs del interior, que dicen que pueden reemplazar algunas piezas del equipo, el Gobierno frenó el despacho”, admitieron desde la empresa afectada. "Pero lo cierto es que no podemos abrir el equipo y empezar a reemplazar piezas. Perderíamos la garantía del fabricante, que no autoriza cambios en su tecnología”, señalaron.

Fuente: El Inversor Online

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