Postales de la ciudad capital
Roturas, desperfectos y mucha desidia en lugares públicos
En el centro de la capital neuquina se pueden observar decenas de ejemplos de falta de cuidado y también de desidia ciudadana.Una simple caminata mañanera, impulsada por el reparador silencio del domingo, permite apreciar las dimensiones del daño, desidia y desaprensión a los que se encuentra expuesto el sector céntrico de la ciudad de Neuquén.
En pocas cuadras, desde el monumento al General San Martín hacia el Parque Central, por avenida Argentina, se observan pintadas y pegatinas con el más amplio abanico de reclamos, propagandas y consignas. Tapizan o arruinan literalmente todo, o al menos todo lo que pueden; desde edificios públicos a propiedades privadas, hasta columnas y cestos, incluidas -por supuesto- las rampas de las esquinas.
Ya en el Parque Central, el monumento a los Caídos en Malvinas muestra las secuelas de ataques vandálicos. Tal es así que tres de sus cristales están astillados con evidentes impactos de piedras. A la consigna policial que ocasionalmente lo cuida no se la ve por aquí, pero está claro que el problema es más de educación que de vigilancia.
A pocos metros de ahí, entre el monumento que recuerda a nuestros héroes y el museo Paraje Confluencia, hay una fuente a la que van a parar los residuos que varios arrojan, y que los encargados del mantenimiento tardan en recolectar.
Habitualmente hay bolsas de nailon, envoltorios de golosinas y demás desperdicios que llegan hasta ahí empujados por el viento. Pero en esta oportunidad también había un balde de varios litros y hasta una escalera de madera.
Camino hacia el otro sector del Parque, la recorrida incluirá un cesto de residuos que quedó literalmente por el piso tras una madrugada de aparente desenfreno, y hasta una columna con cables peligrosamente expuestos, a la vera de la senda central. Aquí también abundan las pintadas.
En derredor del Museo Gregorio Alvarez también se observan vestigios de la falta de mantenimiento. Una de sus banderas está a media asta, no por un hecho puntual, sino porque simplemente se cortó la cuerda y ahí la dejaron.
También hay una construcción ferroviaria, devenida en central eléctrica, que está rodeada por un charco de agua que inunda uno de los senderos. Al tiempo que la postal se completa con una cámara cuya tapa está peligrosamente desplazada; y un banco que apenas conserva su estructura metálica y uno de los tablones del respaldo.
Está claro que es obligación del Municipio velar por el patrimonio urbano, pero también lo está el hecho de que no todos los ciudadanos se comportan como corresponde. Peor aún se dedican a pintarrajear o romper lo que en realidad es de todos.