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Jueves 08 de Mayo, Neuquén, Argentina
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El Gobierno cerró "La Pastera", símbolo del "Che" y de turismo en la Patagonia

Con el cierre del Museo al "Che" Guevara, tildado de "terrorista" por el Gobierno Nacional, la región patagónica pierde un faro que atraía a cientos de turistas a la región. 

Por Redacción

Jueves, 08 de mayo de 2025 a las 10:41

El Gobierno Nacional tomó una contundente decisión en las últimas horas: revocó el permiso que tenía la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) para administrar el edificio conocido como “La Pastera, un inmueble ubicado dentro del Parque Nacional Lanín que desde 2008 funcionaba como un museo, en homenaje a Ernesto “Che” Guevara y que atrae a miles de turistas año a año. 

El edificio había sido cedido al gremio en un convenio firmado en 2008 y, desde entonces, se utilizó para promover una mirada parcial sobre la figura del Che, cuya historia sigue generando divisiones profundas en la sociedad argentina.

Allí se exhiben objetos, documentos, audiovisuales y testimonios sobre su legado, "sin incorporar perspectivas críticas sobre su participación en regímenes como el cubano o su vínculo con métodos de lucha armada", según explicaron en un comunicado oficial donde además se lo trató de "terrorista"

Si bien esta decisión se inscribe en una política más amplia del Gobierno Nacional para revisar el uso de bienes del Estado, hay una realidad que va más allá de la ideología y el sustento político en la región patagónica: el turismo. 

Un tiro en el pie para el crecimiento turístico en la región

En tiempos donde cada recurso económico cuenta, cuesta entender decisiones que van en contra de los propios intereses regionales. El cierre de La Pastera, el museo dedicado a la figura de Ernesto “Che” Guevara en San Martín de los Andes, no solo representa una polémica decisión política, sino un golpe directo al desarrollo turístico y cultural de una ciudad que vive, en buena medida, del movimiento que generan los visitantes.

La decisión de cerrarla por considerar que exaltaba a “un terrorista” —según expresó la Secretaría de Turismo— puede generar aplausos en ciertos sectores, pero para la economía regional significa una baja tangible. Restaurantes, alojamientos, guías turísticos y comercios locales pierden visitantes. No se trata de defender una ideología, sino de entender cómo funciona el turismo: los viajeros buscan relatos, símbolos, experiencias. Y La Pastera ofrecía todo eso. Desactivarla no es solo un ajuste cultural: es desactivar una fuente de visitantes en un destino que vive, en buena parte, de su atractivo simbólico.

Más allá de la figura del Che y de las lecturas ideológicas que puedan hacerse sobre su legado, La Pastera funcionaba como un centro de atracción concreta para turistas nacionales e internacionales, interesados en conocer el paso del joven Guevara por la Patagonia. Integraba un circuito de valor histórico que conectaba al visitante con un relato latinoamericano, enmarcado en un paisaje natural único. Lejos de ser un “santuario político”, era una excusa perfecta para extender la estadía en la ciudad, consumir en la economía local y enriquecer la oferta cultural de la región.

El turismo es una industria sin chimeneas, pero requiere planificación, inteligencia y visión a largo plazo. No se trata solo de nieve, lagos y bosques: también hay historia, identidad y relatos que suman valor. Y La Pastera era parte de eso. En lugar de pensar cómo integrar ese espacio al potencial turístico regional, lo vaciamos. Y en ese acto, perdemos todos.

 

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