Más de una decena de perros, algún gato, varias gallinas, un canario y probablemente bastantes ratas viajaban a bordo del Titanic en abril de 1912. Si bien se conocen las historias de algunas personas que sobrevivieron y de otras que fallecieron tras el choche del transatlántico con el iceberg y el posterior hundimiento varias horas después, poco se sabe qué pasó con los animales.
Tres de los doce perros que viajaban en el Titanic sobrevivieron. Uno de ellos Lady la pomerania de Margaret Hays. Parece ser que el pequeño porte del animal sirvió para ocultarlo debajo del abrigo y de esa forma lograr abordar el bote que salvó a ambas.
Otro pomerania de nombre desconocido que viajaba junto a Elizabeth Rothschild, se salvó de forma similar a pesar del enojo de algunos sobrevivientes que lo descubrieron.
El tercer sobreviviente fue Sun Yat-Sen, un pekinés que subió al bote 3 junto a sus tutores Henry y Myra Harper.
Hay que recordar que solo los pasajeros de primera clase podían subir al barco con sus mascotas, pagando por ello cuantiosas sumas de dinero.
Pero hay una historia que se destaca de las otras por el profundo significado de fidelidad. Anne Elizabeth Isham vivía en París y viajaba junto a su perro gran danés a Nueva York, Estados Unidos, para visitar a su hermano, Edward Isham.
Esta mujer abordó el Titanic en Cherburgo el 10 de abril de 1912. El can lo hacía en la bodega dado su gran tamaño y Anne lo visitaba varias veces al día para calmar su ansiedad y el aislamiento al que no estaba acostumbrado. Anne había nacido en 1862 en Chicago, Illinois, pero en 1903 se mudó a París para vivir con su hermana, Frances Isham.
La fatídica noche del 12 de abril de 1912, cuando el Titanic comenzaba a hundirse, las personas que viajaban en primera clase se colocaron los salvavidas para subir a los botes. Cuando Anne se acercó con su compañero le dijeron que el animal no podía acompañarla y la mujer decidió quedarse junto a su perro sabiendo que a ambos los esperaba una muerte segura. Isham pasó a la historia como un ejemplo de petofilia o un símbolo de amor por los animales.