CURIOSIDADES Y FIESTAS

¿Cuál es el origen del brindis?

Desde hace siglos que se chocan las copas en las celebraciones. ¿Conoces la historia tras este gesto tan popular?
sábado, 31 de diciembre de 2022 · 11:51

Por Hernán Di Menna

Los festejos, agasajos y celebraciones existen desde los inicios de las civilizaciones. Cualquiera sea la latitud, el lugar geográfico o la idiosincrasia, siempre se conmemoró una fecha acompañado de un néctar espirituosa. Desde tiempos inmemoriales, el hidromiel --conocido como la bebida de los dioses--, elaborado a partir de la fermentación de la miel, era la bebida alcohólica más común para festejar victorias en batallas, nacimientos o motivaciones religiosas. Más acá en el tiempo el vino, la sidra y el champagne son los más degustados y elegidos en Occidente para cualquier evento. 

Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), el origen del término brindis procede del alemán “bring dir’s” (yo te lo ofrezco), y se le considera la acción de expresar un bien deseado a alguien o algo a la vez que se levanta la copa con vino o licor antes de beber.

Siguiendo esta consigna, no está de más repasar que el acto del brindis se divide en tres partes:

El primero de ellos es el acto verbal, en el que uno de los participantes indica una razón para el brindis. Habitualmente es el anfitrión, y suele ponerse de pie para comenzar. Puede ir desde un simple ¡salud! a unas palabras de agradecimiento. Cabe que sea acompañado de una anécdota.

A continuación, los presentes alzan sus copas al aire pudiendo acompañarlas de palabras de aprobación hacia el propio brindis y las chocan con el resto de personas a su alcance.

Por último, el tercer acto, donde se confirma el deseo de manera colectiva con un trago, que puede ser un pequeño sorbo o un gran trago que termine con el contenido de la copa.

 

 

Nacimiento, origen y mitos

Una de las opciones preferidas de los argentinos a la hora de brindar es la utilización de la palabra chinchín. En realidad, no se trata de una onomatopeya, aunque ciertamente lo parezca. Es una expresión de cortesía de origen chino (de ching-ching, que significa algo parecido a ‘por favor’) que nos ha llegado al español a través del inglés. Al ser no ser una onomatopeya, no son apropiadas las grafías propias de ellas, como el guion (chin-chin) o la coma (chin, chin). Se trata de una palabra ya adaptada que se escribe sin espacio y según las normas ortográficas generales: chinchín (con tilde en la segunda i).

Pero vayamos muchos siglos atrás para rastrear el origen de chocar las copas. Se sabe que la mitología de la Antigua Grecia es una fuerte inagotable de creatividad a la hora de explicar de la forma más variopinta cualquier situación de la vida cotidiana. Según ésta, Dioniso, Dios de la Vendimia y del Vino, invitó en cierta ocasión a los dioses del Olimpo y a los sentidos (gusto, olfato, vista, tacto y oído) a un banquete.

En este banquete se sirvió un vino que hizo las delicias de los asistentes, en particular de los sentidos del gusto, el olfato, la vista y el tacto, que enseguida se sintieron seducidos por los placeres de la uva. Sin embargo, el sentido del oído parecía sentirse un tanto apartado ante la imposibilidad de disfrutar al igual que el resto de los sentidos. Para remediarlo, Dioniso propuso instaurar la costumbre de brindar cada vez que se bebiese vino, para que el sentido del oído pudiese disfrutar del sonido producido por el choque de las copas. Chín!

Existe también otra teoría que sitúa el origen del brindis en las culturas de la Antigua Grecia y la Antigua Roma, en torno al siglo IV a.C. Pero en este caso el brindis no consistiría en un rito religioso, sino en una cuestión mucho más mundana: la de evitar ser envenenado. Es históricamente conocida la predilección de griegos y romanos por quitarse enemigos de en medio a través del envenenamiento. ¿Por qué mancharse las manos de sangre cuando puede uno eliminar cómodamente sus molestias durante la celebración de una alegre bacanal? Un poquito de cicuta en el vino y a otra cosa.

Según esta teoría, el acto de brindar aparecería como prueba de confianza entre los invitados a un banquete y su anfitrión, ante la alarmante proliferación de envenenamientos que se daban en aquella época. De esta manera, mediante el choque de copas, con el fin de que el líquido se salpicase, los participantes mezclaban parcialmente el contenido de las mismas. Si alguien no brindaba, mejor no dar el trago.

Más allá de la historia, mitos y civilizaciones antiguas, el hecho de encontrarse y desearse buenos augurios entre seres queridos es una de las costumbres que más nos caracteriza, estemos donde estemos en toda la Argentina. Entonces brindemos por este año que se va y sobre todo por el que viene. Porque al fin y al cabo, como dice el gran compositor y cantante español Joaquín Sabina, “nos sobran los motivos”.

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