La primera impresión es que hemos desarrollado un modelo de ciudadanía que muestra los defectos propios de una sociedad que se ha desarrollado bajo la impronta de muchos años de autoritarismo, una sociedad que durante 50 años tomó como natural que sus fuerzas armadas interrumpieran cada tanto en la vida institucional obrando como salvadores de la patria. Y que ya venía desde el surgimiento de la Nación misma como los tutores de la argentinidad.
El corte que implicó las elecciones de 1983 tiene una fundamental importancia para la construcción de una nueva ciudadanía y en esa tarea resulta fundamental la tarea docente que ejerza la clase dirigente, algo que está a la vista, hay déficit de pedagogía política y por el contrario la clase dirigente se ocupado ejemplarizar acerca de lo que no se debe hacer en lugar de educar al ciudadano. El peor ejemplo de este país es su dirigencia que ha entronizado sus privilegios y su estar por encima en lugar de mostrar con su ejemplo hacia donde se debe transitar. Algo huele mal en este país. Y los olores se incrementaron aun más después de ocurrida la muerte del fiscal Alberto Nisman. Una muerte que desenmascara la trama interna de los servicios de inteligencia y su extorsión a la clase política argentina. El fiscal no honró la responsabilidad que le fue conferida y de acuerdo a información suministrada por fuentes cercanas a la causa los detalles que aun no se conocen son mucho mas escandalosos que lo que se conoció hasta ahora; algunos creen que son detalles de la vida privada de Nisman y que por ello es descalificatorio de cualquier publicación en ese sentido. Sin embargo el dinero que financiaba las "travesuras” del Fiscal era público y debía ser destinado al esclarecimiento de la causa Amia, algo que al parecer no le interesaba tanto a Nisman.
Pero qué es lo que nos lleva de aquél Nunca Mas al fiscal Nisman sin escala? Es una especie de reproche por todo el tiempo transcurrido sin que hayamos aprendido la lección de la historia. La impostura del Fiscal es una muestra más de nuestra ciudadanía de baja intensidad y esto dicho sin entrar en consideraciones sobre las cuestiones éticas y morales que significa burlarse del dolor de las víctimas del atentado. Nisman recibía un suculento presupuesto para investigar las intrincadas conexiones de la causa Amia y que se supiera quienes eran los autores. Sin embargo todo parece indicar que envuelto en una espantosa hipocresía el fiscal muerto no hizo nada de lo que se esperaba y muy por debajo de los mínimos esperables, su mejor performance estaba entre las mujeres de la noche y una vida de lujos que sólo podía permitirse malversando el presupuesto de su fiscalía especial.
Del fiscal Ricardo Molinas al fiscal Alberto Nisman hay un salto cualitativo que la democracia argentina debe dar si quiere recibir su mayoría de edad. Aquel fue el fiscal que designado por Raúl Alfonsín fue quien pidió la nulidad de lo actuado durante la dictadura en el apoderamiento de Papel Prensa S.A. , mientras que el joven Nisman utilizó durante años la causa del mayor atentado terrorista de la Argentina para disfrutar de una vida de dispendio. Aquel fue un fiscal producto de la calamitosa vida institucional, este otro un producto de la democracia. Algo no estamos haciendo en nuestra Patria.
M.E.G.