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El Día de la Lealtad para recordar las traiciones vigentes

El peronismo rionegrino intenta dar señales en pos de la necesaria unidad, sin embargo los intereses personales mantienen vivas las diferencias.
Sabado, 19 de octubre de 2024 a las 21:24

El 17 de octubre, Día de la Lealtad Peronista, se celebra como una de las fechas más emblemáticas del movimiento. Sin embargo, en Río Negro, la conmemoración fue más un reflejo de divisiones internas que de unidad. La historia del PJ en la provincia se repite y se encierra en una lucha feroz por el poder, donde las viejas traiciones resurgen y los intereses personales sobrepasan el compromiso colectivo para ser una alternativa ante el avence libertario.

El ex diputado y referente del gremio judicial, Pablo Barreno, se autopercibió como "el" referente del peronismo en Viedma y organizó un acto para recordar aquella manifestación popular que logró la libertad de Juan Domingo Perón en 1945. Como estrella máxima invitada apareció María Emilia Soria, la intendenta de Roca y máxima figura candidateable en 2027. Aunque lanzaron llamados a la unidad sustentado en el olvido de las traiciones, este discurso fue recibido con escepticismo. Los peronistas orgánicos no comulgan con los hijos del Gringo y se agrupan bajo el paraguas del sello partidario, presidido por Sergio Hernández, pero piloteado por el camporista Martín Doñate, que dirige la junta de avales para apoyar a Cristina Fernández. 

La intendenta María Emilia recibió en Roca al precandidato a la presidencia del PJ Nacional, Ricardo Quintela,

En el seno del peronismo, las palabras "unidad" y "traición" se entrelazan y revelan la tensión palpable en el ambiente. Diferencias que parecían zanjadas para votar lo mismo en la Legislatura, pero que en la práctica está muy lejos de consolidarse como una sola cosa. La presencia de Soria, quien acobijó hace unas semanas a Ricardo Quintela en su recorrido por la provincia, refuerza su la lucha por el liderazgo en un contexto donde Cristina Fernández busca retomar el control del partido a nivel nacional. La explicación que dio el mayor de los herederos del Gringo, el diputado Martín Soria, es que cuando llegó en gobernador de La Rioja a Roca, la ex presidenta no había anunciado que iría por la presidencia del PJ. De todas maneras, su hermana menor no esconde el desagrado hacia la ex presidenta, aunque formaría parte de su lista.

La factura que el sorismo intenta cobrar permanentemente, es la denominada traición de Doñate, que con Nos Une Río Negro, le dio el apoyo Alberto Weretilneck para ser electo gobernador en abril del año pasado. Para quienes conocen a los Soria, saben que no hay perdón posible, aunque la blonda intendenta aseguró tener la intención de un rearmado sin rencores, Pero su discurso no tuvo un tono tan amigable. El gen familiar es la confrontación.

La reacción del doñatismo no se hizo esperar. A través de terceras figuras, casi ignotas en la política rionegrina, cuestionaron la repesentatividad de Barreno para organizar el acto y lo descartaron de cualquier intento del dirigente de SiTraJur para integrar alguna lista el año próximo. Esta atmósfera de reproches e intercambios ácidos caracteriza una lucha de intereses que a esta altura es histórica dentro del peronismo rionegrino. La única vez que el PJ marchó unido a una elección provincial, logró romper con 28 años de radicalismo con Carlos Soria como candidato en 2011. 

El peronismo tiene la responsabilidad de ser la alternativa sólida ante el avance de los libertarios en una elección de medio término en la que deben presentar batalla. Pero por ahora, el frente común no está en carpeta, aunque todos lo tienen como un objetivo en los discursos. 

Las viejas heridas, las acusaciones de traición y la lucha por el poder son evidencias de que la lealtad, tan celebrada, no siempre se practica. La pregunta que queda en el aire es si podrán los distintos sectores del peronismo superar sus diferencias y construir una alternativa viable ante un panorama cada vez más adverso. El futuro del peronismo, tanto a nivel provincial como nacional, dependerá de la capacidad de sus líderes para mirar más allá de sus narices y dejar atrás esas rencillas.

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