POLÍTICA NACIONAL

Ojotas, milanesas, y la cruda realidad de la desmesura

La historia ministerial contada por Mariano Cúneo Libarona ilustra acerca del laberinto estatal y el dificultoso ajuste.
martes, 5 de marzo de 2024 · 12:44

El ministro pasea por su  ministerio, supervisando y controlando in situ la realidad burocrática. De pronto, en una de las dependencias de la casi infinita red administrativa, se topa con un hombre, en camiseta, calzado con ojotas, friendo una milanesa. Contra todo sentido común, no es una escena de una película surrealista, sino una tremenda realidad argentina: le ocurrió a Mariano Cúneo Libarona, ministro de Justicia de Argentina, y es una de las historias que ocupan por estos días la superficie mediática de la atribulada vida nacional.

El panorama descripto por el ministro es casi apocalíptico, si no fuera tan grotesco. Gente viviendo en el edificio ministerial, ocupas que supuestamente son laburantes aunque en realidad son ñoquis acostumbrados. Dice Cúneo Libarona, suelto de cuerpo, que le sobran 2.500 empleados. Actualmente, el plantel del ministerio de Seguridad cuenta con 7.034 empleados: esa fue la herencia laboral de la anterior gestión. Incluye esa cifra a entre 15 y 20 por ciento de ñoquis, es decir, gente que cobra por trabajar, pero que no trabaja.

La impactante imagen del hombre friéndose una milanesa en su "casa" dentro del ministerio, tiene correlato profundo en todos los vericuetos laberínticos del Estado, con décadas, muchas décadas, de acumulación de la desidia. No es ajeno el tema a las provincias. En Neuquén, no encontraron a nadie haciéndose una milanesa, pero sí actitudes, comportamientos y negligencias monstruosas dentro del Estado. De hecho, el actual gobernador, Rolando Figueroa, ha achicado notablemente la cantidad de empleados, sin echar a ningún empleado que trabajara, sino simplemente prescindiendo, o buscando prescindir, de muchos que se han distinguido por no trabajar.

Lo de Cúneo Libarona ha sido impactante, por su nivel caricaturesco. Pero enfrenta la polémica acerca del ajuste del gasto público en un flanco doloroso y muy poco asumido, históricamente, por los gobiernos. Habrá que distinguir, con esfuerzo y mucha atención, entre lo que es justo y lo que no dentro de la maraña estatal argentina. No puede generalizarse una mirada despectiva hacia el Estado; pero, tampoco va más esa argumentación permanente, esa loa vana y peligrosa sobre un sobredimensionamiento de las estructuras tan extremo como, en definitiva, ridículo.

Tanto como un hombre en camiseta y ojotas friendo una milanesa y atendiendo a la visita del ministro.

 

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