Apostó al amor sin medias tintas, vendió su casa, dejó de lado sus estudios y colgó las llaves de su independencia para acompañar a su pareja, criar a su hija y levantar juntos un proyecto de vida. Pero cuando la relación se rompió, se quedó sin trabajo, sin ingresos fijos y con una gran cuenta pendiente: ¿quién reconoce todo lo que dio?
Esa respuesta llegó desde el Juzgado de Familia de Luis Beltrán, donde se resolvió que su ex pareja deberá pagarle una compensación mensual equivalente al salario mínimo. No es un premio, sino una forma de equilibrar lo que se perdió durante los años de convivencia.
La historia comenzó en Lamarque y siguió en Choele Choel. Ella, con toda la fe puesta en el proyecto familiar, se mudó para acompañarlo en su nuevo trabajo en un taller mecánico. No solo se encargó de la casa y del cuidado de su hija, también hizo los trámites del negocio y hasta apoyó económicamente sus actividades deportivas.
Con la ruptura, vinieron los problemas. Sin un empleo estable y con años alejados del mundo laboral, la mujer quedó en desventaja. Por eso, la jueza entendió que correspondía compensarla: por los años invertidos, por las oportunidades perdidas y por un esquema familiar que, como se dijo en la sentencia, estuvo sostenido por roles tradicionales que muchas veces invisibilizan el esfuerzo de quienes cuidan, sostienen y callan.
La resolución no solo reconoce su trabajo, sino también el derecho de muchas personas que hacen lo mismo sin esperar nada a cambio. Esta vez, al menos, la balanza se inclinó hacia el lado de la justicia.