Explica que la ley que incentiva económicamente la caza de estas especies viene de 1972, y establece que "es obligatoria la lucha contra las especies silvestres que atenten contra la ganadería".
Los pumas se han convertido en un peligro para la ganadería porque la frontera agrícola ha reducido su hábitat, y recurren a la ganadería porque perdieron a sus presas naturales.
Martina cuenta que, actualmente, "se pagaría $3000 por puma muerto y $700 por zorro muerto". Además, remarca su preocupación: "la pérdida de especies nativas no implica solo una gran pérdida cultural, sino un riesgo para todo un ecosistema."