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La mujer que estaba desesperada en un colectivo de larga distancia

Algo que te pasa a vos y a mí. Realidades que vivimos.
Lunes, 06 de junio de 2016 a las 07:59

Volvía de El Bolsón con mis dos amigas, Micaela y Valeria, y se había terminado el agua del termo para el mate y, realmente, ¿qué hacés si no tenés mate en un colectivo al cual recién te subiste? Por eso, me mandaron a mí a conseguir agua pensando que podía convencer al asistente de abordo, quien ya había dicho que no.

Las ganas eran tantas que decidí intentarlo una vez más. Bajé y quise hablar con él pero estaba ocupado con una señora que se veía muy angustiada y pedía por favor que diéramos la vuelta hasta la terminal de Bariloche. Por supuesto que la respuesta fue reiteradas veces "no”.

Me senté en un asiento vacío de abajo y vi que a mi lado había una niña pequeña con capacidades diferentes y me puse a jugar con ella. Me di cuenta que era la hija de la desesperada señora que ahora pedía a gritos un celular y la respuesta que obtenía era: "Acá no hay señal. No podemos hacer nada por usted. Quisiéramos ayudarla pero realmente no podemos”.

Pasaron cinco minutos, diez y quince, y la mujer todavía intentaba conseguir ayuda. Le hablé y le pregunté qué necesitaba y me contó que, en principio, volver a la terminal en la cual había dejado su celular en el que tenía importantes documentos de análisis médicos de su hija. Como eso no era posible, necesitaba ahora hacer llamados telefónicos que le garantizaran que su aparto electrónico estaba sano y salvo.

Le di mi celular y lo usó todo lo que necesitó. Con cada llamado me pedía disculpas por usar mi crédito y me iba contando un poco más lo que le había pasado y cómo había estado tan distraída como para haberlo dejado enchufado al cargador.

Su destino era Córdoba, ella vive ahí y, además, su tono al hablar la delataba. En sus ojos podía observarse la angustia, la desesperación, el agotamiento. El darlo todo por un hijo que te necesita y que solamente te tiene a vos. El amor que sobrepasa toda barrera al punto de absorberte.

Mientras tanto, yo conseguí el agua caliente para el termo con la promesa de cebarle un mate al joven de mi edad, más o menos. Siguió pasando el tiempo… Hasta se terminaron los mates y un poco después la mujer dejó de usar el celular.

-Dejame por favor pagarte por todo el crédito que usé – Me dijo

-¡Ni loca! No voy a ser más o menos rica por cien pesos y además, no me parece justo tampoco – Le respondí

-De verdad, los favores se devuelven – Insistió

-No, no – Reiteré

-Bueno, muchas gracias. Por suerte, pude conseguir ayuda y me van a mandar mi teléfono… ¿Puedo pedirte un último favor?

-¡Qué bueno! Claro, decime

-Mandá un mensaje de texto a este número que diga que vos sos la persona que me ayudó

 

En ese momento no lo pensé y eso hice. Mandé el mensaje. El tiempo pasó… Tal vez un mes aproximadamente y más de una vez me acordé de Lorena y me preguntaba si finalmente había podido conseguir lo que tanto necesitaba. También me acordaba de su hija rubia de ojos claros y me importaba saber su estado de salud. Son esas personas que por alguna razón no podés olvidar, aunque no las conozcas.

Un día, un mensaje de texto me llegó:

"Hola, soy Lorena. Una vez me ayudaste en un colectivo. Ya conseguí mi celular y saqué tu número gracias al mensaje que mandaste con tu nombre. Como te dije, los favores se devuelven".

Le respondí y me envió una foto por whatsapp. En la misma, estaban los detalles para retirar un paquete. Me había enviado un regalo porque, según reiteró, "los favores se devuelven”.

Con ansias fui a buscarlo. Tal vez no tanto por una cuestión material, sino más bien por la emoción de saber que alguien se había acordado de mí también y que se había tomado valiosos minutos de su vida para enviarme un regalo.

Era una crema natural hecha por ella, con un aroma muy especial y dulce. Ahora, la uso todos los días. Así, Lorena me devolvió el favor. Pero no lo devolvió de forma material… Lo devolvió con amor y enseñándome los principios básicos de la vida.


 Algo que te pasa a vos y a mí. Realidades que vivimos.

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