Hernán se dedica a vender -en la esquina entre ríos e islas malvinas de neuquén- alimentos que aportan a la salud de las personas. allí se gana la vida ofreciendo nueces, almendras, miel (entre otras cosas), sin embargo, mientras los autos y la gente que se acerca les hace pedidos, él se dedica a transformar cajas de cartón en cuchas térmicas para los perros de la calle.
Según nos cuenta hernán, poco a poco la gente se empezó a enterar de su noble gesto, por lo que generó el acercamiento de vecinos con instrumentos y materiales para aportar a la construcción de las "casitas" para aquellos animales que más lo necesitan.