CORONAVIRUS

La cuarentena de los que nada tienen

La pobreza estructural aumenta con la pandemia, mientras otros se aburren calentitos en un hogar.
domingo, 10 de mayo de 2020 · 20:29

La cuarentena se prolonga, y cumplir con ella se torna sencillo cuando se tiene un hogar, comida, calor e ingresos. Pero hay demasiada gente en la calle, padeciendo, que son invisibles a los ojos de una buena parte de la sociedad y del Estado.

Días atrás conmovió al país una nota emitida en Canal 13, donde un padre recientemente viudo, quedó con un pequeño hijo de 10 años.

"Por el aislamiento me quedé sin trabajo. Terminé en la calle con mi hijo. Terminé perdiendo hasta las herramientas. Desde que empezó la cuarentena yo estoy en la calle. Por 180 días no me podían echar del hotel, pero me echaron igual. El candado lo tenía puesto y perdí todo. Estamos expuestos a todo. Nos falta todo. Fuimos un día con mi hijo a un hogar y nos robaron hasta la mochila con los útiles. Por suerte estábamos vestidos y nos quedamos solo con esa ropa. Si no hubiéramos tenido que ir desnudos por la calle.Sufro todos los días y solo le pido a Dios que no le pase nada a él.”

"Les pido que se acuerden del prójimo. Porque la vida tiene muchas vueltas y uno nunca sabe lo que le puede llegar a pasar. Hoy soy viejo para la sociedad. Soy un gran padre. Porque le enseñó dignidad y principios", cerró entre lágrimas y el apretado abrazo de su querubín.

Esta situación ocurrió en Buenos Aires, pero en Neuquén se replican en cantidades preocupantes.

Lo dijo días atrás el Padre Fernando Barrufet,  de la parroquia Inmaculada Concepción, quien reclamaba que alguien se haga cargo definitivamente de los hombres de la calle, que buscan refugio en los hogares transitorios que dependen del obispado.

En un llamado desesperado, señalaba que  él sólo , con más de 70 años atiende a 10 hombres que, con todas sus miserias a cuestas, generaron disturbios por los que tuvo que llamar dos veces a la policía.

Cuando convocó al Estado para una solución, se encontró con las respuestas de siempre: “No hay presupuesto”, “no tenemos donde alojarlos “. Es decir, el Estado no prevé atención para la gente de la calle.

En el Hogar Cura Brochero, hay 30 más, y el Colegio San Pablo en Alta Barda,  habilitó un sector para otros 15.

Esto es lo poco que sabemos, pero miles en la Argentina estarán tirados en una vereda, debajo de un puente o en un banco de plaza. Con frio y desesperanzados, sin barbijos ni alcohol en gel, expuestos a todo y  esperando que “alguien” se acuerde que existen. Aún en este momento, donde no se puede ni se debe estar en la calle después de las 20, nadie los ve. Ningún control los visibiliza.

Según un relevamiento realizado a fines de abril, solamente en la Capital Federal hay alrededor de 7 mil personas en situación de calle.

En la última semana la Ciudad sumó 780 plazas para que  pasen la cuarentena en un lugar seguro y saludable. Los nuevos lugares, distribuidos en siete paradores, se suman a los 2.100 que ya había en los 33 Centros de Inclusión Social que funcionan regularmente en la Capital Federal. Desde su apertura ya ingresaron 680 personas que cuentan con cama, duchas, comida y contención de equipos profesionales. Quedan en la calle cerca de 5 mil.

En Paraná, Entre Ríos, por mencionar cualquier otra capital de provincia,  un informe periodístico sostiene que “la mayoría de las personas que están alojadas son hombres y llevan muchos años en situación de calle. Esta situación en muchos casos trajo aparejada algún tipo de adicción, generalmente al alcohol, y fue un desafío para todos poder brindar contención 24x7. También para ellos, que de un día para otro tuvieron que estar en una situación de encierro –siempre voluntario– y empezar a respetar ciertas normas de convivencia”.

Uno de los lugares dispuestos tiene una capacidad máxima de 44 personas y hoy hay 38, mientras que en Protección Civil hay una capacidad para alojar a 25 y actualmente se alojan 18, dice el diario.

Las políticas públicas que limpian su conciencia con algún que otro refugio, o un plato esporádico de comida, se contraponen generalmente con la solidaridad y generosidad de la gente.

Felipe González tiene una panadería en el barrio porteño de Recoleta. La cuarentena dictada por el presidente Alberto Fernández la noche del jueves 12 de marzo no le alteró la rutina: trabaja en un local de proximidad, un comercio exceptuado en el decreto de necesidad y urgencia. Descubrió, con el correr de los días, que el aislamiento social, preventivo y obligatorio había afectado a un grupo de personas que suele atender en su negocio. Dejó de ver el paso vertiginoso de los vecinos pero no a ellos: a las personas en situación de calle .

“Cuando pasó todo esto de la cuarentena, veíamos las campañas de “quedate en casa” por todos lados. Si bien nos parece correcta y lógica la medida, nos empezamos a preguntar qué iba a pasar con esa gente -contó Felipe-. Ok, hay que quedarnos en casa pero no nos olvidemos de la gente en situación de calle que depende de los que caminan y de lo que le pueden dar los locales”.

Y siguió entregándoles el pan, quizás el único engaño a la panza de todo el día.

POBREZA ESTRUCTURAL

Según las estadísticas oficiales de fines del 2019, la pobreza se ubicó alrededor del 40,8 por ciento. La semana pasada el Observatorio de la Deuda Social Argentina, que depende de la Universidad Católica Argentina señaló que el nuevo escenario planteado por la pandemia, "paraliza aún más la inversión, los consumos y la demanda de empleo en la economía formal, a la vez que diluye toda expectativa de reactivación, afectando especialmente a la pequeña y mediana empresa, profundizando la relación entre informalidad económica, pobreza y exclusión social".

"En el actual contexto, las condiciones de vida, tanto de los sectores medios bajos como del sector informal de la economía social, se deterioran aún más, y con ello no sólo hay más nuevos pobres, sino que los pobres estructurales son más pobres", añade el informe.

Hoy, hay casi 17 millones de pobres, de los cuales más de 5 millones son niños y niñas, y casi 4 millones son indigentes.

 

Meses antes de la asunción, Alberto Fernández lanzó el programa “Argentina sin hambre” para combatir la insuficiencia alimentaria y reducir la pobreza. La pandemia modificó el escenario y el gobierno tuvo que implementar nuevas medidas de emergencia para sectores vulnerables.

Desde el 6 de mayo, 1,3 millones de Argentinos están recibiendo  la segunda entrega de una ayuda de 10 mil pesos, denominada Ingreso Familiar de Emergencia, que para muchos se suma a las asignaciones sociales que ya percibían.

En Neuquén las organizaciones sociales indican que la demanda en comedores y merenderos se triplicó desde el inicio de la cuarentena, y que se sostienen mayormente por el aporte de gente a la que tampoco le sobra nada, mientras se manifiestan frente a la casa de gobierno sin ser escuchados.

Pero todavía somos muchos los nos quejamos de lo aburridos que estamos en cuarentena, engordando de tanto comer .

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