HISTORIAS DE SUPERACIÓN

El mecánico no vidente que quiere correr en rally

Asegura que puede leer la hoja de ruta en braille y acompañar a su hermano en las carreras. Mirá la entrevista.
sábado, 14 de agosto de 2021 · 10:35

Luis prende la amoladora, la acerca a la línea exacta marcada en el fierro y una lluvia de chispas ilumina su taller, en las afueras de Cipolletti. Corta el caño, afloja la prensa y lo mide en el extremo de dirección del auto que está levantado sobre un taco de madera. Perfecto. Afloja la tuerca y coloca el suplemento, como si fuera el repuesto original llegado desde la fábrica. “Qué tal Pascual!?”, se ríe de costado y mira hacia el infinito en un gozo que sólo las personas no videntes pueden describir. De fondo se escucha la AM 550, adonde se describen viajes a lugares a los que sólo llega con su imaginación.

Luis Peroni perdió la vista en un accidente siendo muy pequeño –hace 43 años- pero no bajó los brazos, aprendió a leer y escribir en sistema Braille, terminó la escuela primaria, luego la secundaria y en el nivel terciario –nocturno- se recibió de Técnico Mecánico. Hace años está empujando para lograr su licencia para acompañar a su hermano en una carrera de rally.
En diálogo en el programa Viaje al puerto de la noche, Luis recuerda que “la primera noche que tuve Taller en la escuela terciaria el profesor me dice: ´bueno Peroni, usted y tres más van a desarmar el motor que está en el banco de pruebas, es de la Municipalidad´.Yo me acerco, lo toco un poco y le digo ´pero éste es el motor de un Mercedes 1114´. Se quería morir el profesor, me dice ´¿cómo sabés, si no lo podés ver?´. Es que mi padre siempre tuvo camiones con estos motores”. Y  lo desarmó íntegramente, para asombro del docente y sus compañeros. “Traeme una llave 13, una 19, el tubo con el mango corto, el torcímetro y con todo eso vamos a desarmar este motor”, le dijo a ciegas Luis, nuestro mecánico no vidente. (A su alrededor las miradas entre los alumnos y el docente ivan y venían preguntándose si esto no era una joda para un programa de televisión).

Pasión por las carreras

Además de la mecánica, la pasión de Luis es el automovilismo y especialmente las carreras de rally. Una pasión que es compartida por su hermano que hace unos años compró un Fiat 147 preparado para correr y disputó un par de carreras en la categoría regional. “El automovilismo, sobre todo el rally es mi pasión, es mi locura”, dice.

En medio del fervor por la preparación del auto, Luis adelantó camino y escribió en braille la hoja de ruta (recorrido de la carrera adonde se indican las velocidades, curvas, etc.). Así, varias tardes se los vió a los hermanos recorrer juntos algunos caminos probando antes de alguna carrera. “Tenemos que conseguir la licencia”, le dijo su hermano. “Sería mi sueño”, le contestó Luis. “Y el mío también”, comentó su hermano.

A partir de allí comenzó el periplo por las autoridades de la región y ante la negativa viajó a Buenos Aires para entrevistarse con las más altas autoridades de la Comisión Deportiva Automovilística (CDA) que fiscaliza las competencias a nivel nacional.

Y allí, otra vez la negativa. “Ninguno de ustedes me puede decir que no se puede porque ninguno de ustedes es no vidente. Ustedes me tendrían que evaluar, como sea, adonde quieran evaluarme y después decidir si puedo o no puedo”, les dijo Luis en la cara. Pero no pudo ser.

Antecedente

En esa reunión en las oficinas porteñas de la CDA, Luis Peroni les agregó el antecedente registrado en Ecuador, también con una pareja de discapacitados que obtuvieron muy buenos resultados en categorías de rally.

“Les hablé de  que en Ecuador hay una pareja de corredores de rally que salió campeón de su categoría, el piloto con el auto adaptado también para discapacitado motriz y el navegante no vidente y antes de la pandemia salieron subcampeones”, comenta Luis. Y habla de los ecuatorianos Jorge Terán y Antonio Llerena, el piloto parapléjico y el acompañante no vidente.

“Mientras viva no voy a bajar los brazos y tengo que conseguir mi licencia y la voy a conseguir, vas a ver. Quiero ser un antecedente de que no nos pueden prohibir cosas que las podemos hacer”.

La amoladora está apoyada, descansando en el banco del taller, pero tiene un mueca de orgullo de ser manejada a la perfección por Luis. Suena la AM 550 de fondo. El taller está en penumbras y una luz de vida acelera a fondo por los oídos de los oyentes.

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