Hugo Herrera Domínguez, mejor conocido como "El Hache", es un narrador oral de gran trayectoria que lleva más de 40 años contando historias en incontables escenarios. Esta pasión, en la que Hugo combina su habilidad como psicólogo social y su vocación por la comunicación, lo ha convertido en un referente de la cultura popular que ha llevando la narración oral a los rincones más remotos de la Patagonia.
Este año, después de décadas de experiencia, anunció una gira por el norte neuquino, en la que recorrió parajes y escuelitas rurales que rara vez reciben eventos culturales. Y, en diálogo con Mejor Informado, nos contó todo sobre su oficio.
“A las escuelas rurales es muy difícil que vaya algún artista, algún evento artístico. Y bueno, a mí eso me interesa. Las localidades, los pueblitos, las escuelitas rurales, las bibliotecas populares, esos espacios me gustan. Para mí, son lugares de resistencia cultural”
El poder de la narración oral en las escuelas rurales
Hugo es cofundador de la Escuela Patagónica de Narración Oral y ha formado a cientos de narradores a lo largo de su carrera. Sin embargo, su labor no termina en la enseñanza. En cada uno de sus viajes, cuenta historias en lugares donde la llegada de un narrador o un artista es casi impensable.
La primera parada de su gira por el Norte Neuquino, que hizo a fines de septiembre, fue la localidad de Andacollo. Allí participó en los festejos del Día de las Bibliotecas Populares y compartió historias junto a músicos amigos y narradores de ese lugar. Y hasta “se armó bailongo”, recuerda Hugo de esa jornada en la que también visitó la Escuela Especial.
"Tengo un cariño especial por esa escuela, porque es un lugar donde casi nunca va nadie. Me sorprendió ver que los chicos que conocí hace ocho años ya son adolescentes, de entre 15 y 25 años. Así que conté historias de amor, aventuras y nos reímos un buen rato", recuerda.
Luego, Hugo continuó su recorrido por los parajes Los Guañacos, Tierras Blancas y Los Chacayes, contando cuentos en escuelitas rurales. Recuerda que, en algunos casos, era la primera vez que los niños de estos lugares tenían la oportunidad de escuchar a un narrador.
“Cuando llegué a Tierras Blancas los chicos de primaria no estaban porque estaba de licencia el profe, pero había cinco niños del jardín. Nunca había ido alguien a contarles cuentos. ¿Vos te das cuenta?”, dice con tono de quien mientras reflexiona, agradece al universo. Y agrega: “Ser el primero que fue a una escuela a contar historias, me llena de orgullo. Yo he estado en todos los escenarios posibles, de Neuquén o de Río Negro, y todo bien con eso, pero fui el primero que les contó un cuento”. Y mientras lo dice, le brota una sonrisa.
Los niños viajaron a través de los cuentos populares que Hugo les acercó con su voz, sin escenarios ni escenografías. Simplemente un señor sentado en una silla, contando cuentos divertidos de conejos y otros animales, cantando canciones y poesías. "Hago una especie de rap con poesías que invento. Porque con los más chiquitos, de uno a tres años, es importante usar la musicalidad en la voz, hacer juegos de manos y tener ritmo. Yo les hablo como canturreando, uso muchas onomatopeyas para llamarles la atención”, describe.
Narrar con vos y tu voz: un acto de comunicación
Para Hugo, la clave de todo lo que hace es la comunicación, y una de las características que define su arte es su habilidad para adaptar los cuentos a diferentes públicos, desde niños pequeños hasta adultos. Su repertorio se moldea para que todos disfruten de las historias, y esa flexibilidad es lo que distingue a quienes solo cuentan de quienes se comunican.
“Mi concepto es que nosotros contamos para comunicar, no para expresarnos. Si yo cuento para expresarme, llevo un cuento y se lo cuento al que está delante mío. Pero si yo cuento para comunicarme, llevo varios cuentos porque depende de quién esté delante mío es lo que voy a contar. Soy yo expresándome, soy yo comunicándome. Eso es el arte del narrador”, reflexiona.
Al respecto, comparte una anécdota. "Una vez fuimos a Aluminé a actuar a beneficio de una escuela primaria. El evento que íbamos a hacer era para adultos, pero de las 200 entradas que se vendieron, 100 eran adultos y los otros 100 eran pibitos de primaria. Los papás compraron las entradas, pero mandaron a los nenes (cuenta entre risas). Entonces, tuvimos que modificar todo. Por eso digo que, al menos para mí, la narración oral es un arte de comunicación”, remarca.
Y, también destaca que, en su trabajo, a diferencia de oras formas de expresión como la de un payaso que tiene una nariz, o el actor que tiene un personaje, el narrador oral solo cuenta con su cuerpo y su voz. “Es poner el cuerpo al 100%. Sos vos y tu voz, a diferencia de otras artes. Nosotros salimos, así como estamos, y para mí esa es la base que tiene que tener el narrador”, reflexiona.
La resistencia de las pequeñas historias
Lejos de los grandes relatos épicos, Hugo prefiere contar historias mínimas, pequeñas, esas que surgen de la vida cotidiana y que evocan universos enteros, especialmente si son de la cultura popular. “Lo que tengo para dar es esto, cuentos e historias, muchas que recupero de los viajes, que me van contando o cosas que me van pasando. Me gustan las historias de mujeres de campo, de Doñas, de gente común. Un buen narrador tiene que tener dos cosas: lectura y buen oído, escucha. Yo tomo mucho de las palabras que escucho, que me la contó Don Cipriano, Doña Idelfonza, allá en el campo”, explica.
Y, además aclara que nunca cuenta historias que promuevan la violencia o la discriminación. Sus relatos están llenos de valores que desafían el poder y celebran la resistencia de los más débiles. "En mis cuentos, el poder pierde", dice, recordando la importancia de las historias que enseñan a los niños a superar sus miedos con el apoyo de los amigos, y a tomar decisiones por sí mismo.
Para que no queden dudas, detalla: “Yo no voy a hacer la revolución no nada de eso, pero siempre tengo una posición ideológica: estoy a favor de los débiles y en contra de los poderosos. Nunca voy a contar a favor de la violencia machista ni la discriminación, del rey poderoso contra el pueblo holgazán. Tampoco de príncipes ni princesas, ni de hadas maravillosas que solucionan todo mágicamente. No. Yo cuento historias donde los pibitos se salvan con sus amigos, donde a pesar de tener miedo, se superan, toman decisiones”.
Con hache de Hugo
Así es que para “El Hache”, la narración oral no es solo un oficio, sino un acto de resistencia cultural. A lo largo de su gira, sus historias no solo entretienen, sino que generan un espacio de reflexión y comunicación. Y para eso, la cercanía con la comunidad es clave en su trabajo.
Por eso, su próxima gira lo llevará a otros rincones del país, como Catamarca y Jujuy, donde continuará trabajando en escuelas rurales. Para el, narrar en estos espacios es un honor, una oportunidad de ser el primero en llevar un cuento a quienes nunca han tenido esa experiencia.
Porque la hache de Hugo no es de “Hugo”, es la hache de huella, porque como él mismo lo dice, "contar es comunicar", y en cada rincón que visita, deja una huella imborrable con sus cuentos y su mensaje de inclusión y humanidad.