¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Jueves 24 de Abril, Neuquén, Argentina
Logo Am2022

El reino siempre vigente de María Elena Walsh

María Elena Walsh, una de las figuras más queridas y trascendentales de la música y la poesía infantil argentina, murió hace 14 años.
Viernes, 10 de enero de 2025 a las 13:12

La infancia de María Elena Walsh transcurrió en un inmenso patio de un caserón de Ramos Mejía, al oeste de la provincia de Buenos Aires. En ese ámbito, rodeada de plantas, gatos y perros, nació el amor por la lectura y la música. En esa casa donde se respiraba un ambiente de clase media ilustrada, en la que se escuchaba música clásica, ópera y canción melódica norteamericana, María Elena se sumergía en "Las aventuras del barón de Munchausen", los cuentos de “Las mil y una noches”, las historias de Charles Dickens y Julio Verne y, más tarde, las historietas de la revista Pif Paf, las del suplemento infantil del diario Crítica y, por supuesto, Billiken. Más tarde disfrutó de los poemas de Becquer, Juan Ramón Jiménez, los autores españoles del llamado Siglo de Oro, Rubén Darío, Pablo Neruda, y tantos otros.

Walsh, una de las figuras más queridas y trascendentales de la música y la poesía infantil argentina, falleció el 10 de enero de 2011 a los 80 años, víctima de un cáncer de pulmón. La autora de himnos de la infancia como Manuelita , El Brujito de Gulubú , El Twist del Mono Liso , El Reino del Revés y La Reina Batata, dejó un legado inmortal que marcó la vida de varias generaciones.

Su etapa adolescente la vivió regida por la rebeldía ante los estereotipos sociales y culturales que se imponían en los años 40 y la libertad para ir conformando su formación ideológica. Sobre esa etapa complicada que es la adolescencia, Walsh recordó que no la pasaba bien “no me pasaba nada en especial, pero es una edad muy difícil, además yo tengo una tendencia melancólica de pensar en la muerte. Eso solía ser muy de los adolescentes. Ahora se drogan, entonces esas ideas están simuladas. Pero en mi época era en seco nomás”.

Dejó un legado inmortal que marcó la vida de varias generaciones.

Aquellas rimas inglesas tradicionales antiguas (las Nursery Rhymes) que le cantaba su padre y los versos de la poesía hispanoamericana, plagados de juegos y sencillez, fueron cristalizando la idea de crear cuentos y canciones para niños que comenzó a desplegar durante su estadía en París, ciudad a la que había llegado con Leda Valladares para presentarse en distintos escenarios cantando folklore, vidalas y bagualas.
“Escribir para chicos fue como tomar otra ruta”, explicó alguna vez, y en 1960 publicó su primer libro para chicos, “Tutú Marambá”. Y tres años más tarde, apareció “El Reino del Revés”, poemas musicalizados que se convirtieron en un clásico para varias generaciones de chicos argentinos. Ese lenguaje coloquial en que están escritos los poemas constituyó un elemento novedoso para el momento, y el humor y el metro breve de la poesía folklórica española contribuyeron a la supervivencia en la memoria popular, indican los especialistas.

A lo largo de los años, María Elena no solo cultivó su amor por la poesía, sino que también se adentró en la música. En la década de 1950, su incipiente carrera como compositora la llevó a formar parte de un dúo con la cantante Leda Valladares, con quien realizó giras por Europa, interpretando canciones folclóricas argentinas. Sin embargo, fue en los años 60 cuando su figura comenzó a consolidarse a nivel nacional.


Para ella, esos textos fueron novedosos porque pretendían no tener “ningún carácter moralista” ni ser destinados a los programas escolares. Y sobre todo nacieron de esa condición de absurdo y magia, estado natural en que vive el chico en edad preescolar.
Nunca mostró un atisbo de vergüenza al afirmar que los chicos le enseñaron a cantar “porque cuando empezamos, si un ritmo era demasiado vivo ellos se perdían, no podían corear o no entendían bien. Eso obliga a cantar clarito. En todo fue sin saber. El contacto fue compartir canciones con ellos”.
 

A los 14 años comenzó a publicar poemas en medios destacados como La Nación y la revista Sur.

Por suerte, desde 1997 había decidido escribir sólo cuentos destinados a los chicos, acaso por esa enorme necesidad que sentía “de mucho juego, de mucha fantasía” otra vez.
Sin duda, María Elena Walsh dio con tierra con todos los estereotipos de la literatura infantil gracias a una infinita y alocada imaginación, sensibilidad, talento, creación por el placer del juego con las palabras. Por ello fue y siguió siendo (y lo seguirá) elegida por padres y niños. Reconocimiento plasmado en la infinidad de jardines de infantes y guarderías que llevan los nombres de sus entrañables personajes de sus cuentos.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD