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La triste historia de Laika, la perra vagabunda enviada para morir en el espacio

El animal fue capturado en la calle por las fuerzas soviéticas para ser utilizada en experimentos espaciales.
Martes, 08 de abril de 2025 a las 07:00

Era una perra de la calle, una más de los tantos mestizos que todos los días se cruzan en el camino de la gente buscando algo para comer o simplemente una caricia. Pero quien la encontró vagabundeando por Moscú, no fue una persona común que se conmovió al verla, sino un miembro de las fuerzas armadas soviéticas que la capturó para convertirla, sin que ella supiera, en una perra espacial.

Los científicos decidieron utilizar perros callejeros porque suponían que estos animales sabían y podían soportar condiciones extremas de hambre y frío. Claro que Laika no sería la primera en ser enviada en una nave espacial que apuntaba al cielo. Antes de ella, entre 1948 y 1961, 48 perros, 15 monos y 2 conejos, abrieron el camino para los descubrimientos del espacio. Veintisiete de ellos murieron a raíz de situaciones “imprevistas” durante la travesía. Pero para esta simpática perrita su suerte ya estaba echada, desde el momento que ingresó a la nave su destino sería la muerte ya que la nave no estaba preparada para aterrizar.

Los científicos querían comprobar cómo se comportaba un ser vivo en condiciones de ingravidez con la esperanza de que el próximo en ser enviado fuera un humano. De lo que estaban seguros era que la nave no iba a regresar con la perra viva.

La perra espacial rusa descansa dentro del satélite soviético Sputnik II.

El Sputnik 2 era una cápsula cónica de 4 metros de alto con una base de 2 metros de diámetro. Tenía varios compartimentos para ubicar equipamiento: transmisores de radio, sistema de telemetría, una unidad programable, sistema de control de regeneración y temperatura en cabina e instrumental científico.

El animal que allí viajara tenía que pesar menos de 7 kilos debía ser hembra ya que las consideraban más disciplinadas y tener el pelo corto para que no afectara el funcionamiento de los sensores.

De los 10 candidatos elegidos, solo tres superaron la prueba de resistencia en la cámara de presión centrífuga con destacada performance, fueron Albina, Mukhu y Laika. De los tres, Laika fue la elegida para morir en el espacio en ese viaje sin retorno.

A la perra se le había preparado comida con consistencia de gelatina, se la ató para que no diera vueltas en el aire por la falta de gravedad, estaba sujeta a un arnés y una bolsa recogía sus excrementos. Por último unos electrodos monitorizaban sus signos vitales.

El 3 de noviembre de 1957 a las 2.30 la nave partió al espacio con Laika en su interior. Los sensores indicaron que durante el lanzamiento sus pulsaciones aumentaron al triple y bajaron en el inicio de ingravidez. El largo tiempo que tardó en volver a su valor normal indicaba el estrés que estaba padeciendo.

Los aparatos también mostraron que la temperatura y la humedad aumentaban dentro de la cápsula desde el mismo momento del lanzamiento. Aparentemente en la cuarta órbita el pobre animal ya había muerto a causa del exceso de calor y el estrés. Otras versiones indicaban que la perra habría sobrevivido cuatro días en el espacio, tal vez un poco más, aunque también se dijo que se había dejado de recibir señales vitales entre cinco y siete horas de iniciado el vuelo.

Era un hecho conocido que Laika no sobreviviría a la misión espacial.

El Sputnik 2 continuó orbitando la Tierra durante seis meses hasta que perdió altura y se desintegró en las capas de la atmósfera.

La tortuosa muerte de Laika sirvió para aportar datos sobre el  comportamiento de un organismo vivo en el espacio y para demostrar una vez más, que el animal más depredador sobre la tierra y el espacio, es el hombre.

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