Colaboración de Leticia Noel, personal organizer.
Los cambios de estación nos traen aires de renovación. Si bien, la primavera se está haciendo desear, el calorcito está a la vuelta de la esquina, esperando. Así que para que no nos encuentre desprevenidos después de días frescos y de lluvia es tiempo para las remeras, musculosas, las camisas de tela fina, los shorts, los pantalones livianos y las sandalias.
A muchos les pasa que el cambio de temporada los abruma, sin embargo,podemos empezar a verlo como una oportunidad para redefinir nuestro estilo, evaluar qué prendas y colores nos favorecen, ser conscientes de lo que tenemos y cuidar las cosas como se merecen y nos merecemos. Por eso hoy quiero compartirles algunos consejos para que la tarea de cambiar la ropa de temporada sea sencilla y disfrutable.
Multiple Choice
Es el momento de hacer una limpieza en profundidad y de deshacernos de toda esa ropa que ya no nos ponemos, ya sea porque no nos gusta, no nos favorece, no nos queda el talle, está desgastada, dañada,manchada, etc. A las prendas que descartaremos la clasificaremos en dos: ropa para regalar o donar y otra para desechar o reutilizar.
Además, aprovechámos a repasar los estantes, contenedores, percheros y cajones con un paño húmedo. Si querés optar por un producto natural para cuidar tu salud y el medio ambiente te recomiendo la siguiente solución: en un envase con gatillo mezclamos partes iguales de vinagre de alcohol y agua (125ml) y agregamos 20 gotas de aceite esencial de nuestro agrado. Agitamos bien la mezcla antes de usar.
Sale polera, entra solera
- Como nuestro clima es un poco inestable sólo vamos a guardar los abrigos de punto grueso y las prendas cuyos tejidos sean de lana.
- También revisamos las texturas, las estampas y los colores de las mismas ya que algunas son más invernales.
- De igual manera haremos con el calzado y con los accesorios: despidámonos por algunos meses de las botas de caña alta, las pesadas ruanas y los guantes.
- Lavamos y planchamos las prendas antes de guardarlas.
- Aprovechámos este momento para arreglar lo que haga falta (botones, parches y manchitas rebeldes, por ejemplo).
- Separamos las prendas por tipo y doblamos prolijamente, cuidando que no queden arrugas.
- Guardamos sólo lo que nos encanta, nos queda bien y esté en óptimas condiciones. Siempre dejando lo más pesado debajo y poniendo encima lo más propenso a arrugas, doblando las prendas en forma vertical.
Usemos productos que cuiden nuestras prendas mientras estén guardadas. El imbatible contra las polillas es la lavanda y además deja un aroma riquísimo así que si en casa hay una bolsita de organza o un poquito de tul podemos armar un paquetito con flores de lavanda, hojas de laurel y unos granos de pimienta.
Todo lo que entra tiene que salir
Para almacenar hay varios productos en el mercado y se pueden elegir según los gustos o el espacio del que dispongamos. Están:
- Las bolsas aspirables que sirven para ahorrar espacio
- Hay cajas de cartón como opción económica
- Cajas plásticas con ruedas para debajo de la cama
- Baúles
- Organizadores rígidos de tela
- Fundas
- Canastos de mimbre forrados, canastos tejidos
- Valijas en desuso
- Etiquetemos los contenedores para que sea más sencillo el recambio de temporada.
No te muevas sin decirme a dónde vas
En esta parte del proceso nos vamos a concentrar en buscar ese orden clave para que lo que vemos nos transmita armonía y un sistema de organización que nos permita agilizar la tarea de vestirnos y encontrar rápidamente lo que necesitamos para vernos bien, a la ocasión y sentirnos a gusto con lo que vestimos.
- Tanto en el perchero como en los estantes vamos a acomodar las prendas cuidando la estética visual: por color (desde lo más oscuro a lo más claro), por textura (desde lo más pesado a lo más liviano) y por categorías (pilotos, blazers, sacos, camisas, remeras de telas delicadas, con volados o apliques, vestidos, polleras, pantalones de vestir).
- Si la ropa nos queda en los estantes en pilas, busquemos que éstas queden alineadas y de alturas similares.
- Para lograr que las prendas queden del mismo ancho usemos una guía para doblarlas (pueden ser doblas, revistas, radiografías en desuso, etc.).
- En el perchero también queremos ver todo lo que tenemos y cuidar que no se arrugue así que colgamos (¡en perchas iguales!) una prenda por percha.
Si te he visto, sí me acuerdo
Acomodando redescubrimos lo que tenemos y nuestros gustos, lo que nos encanta, lo que ni recordamos porque guardamos, lo que íbamos a arreglar “en algún momento”. Aprovechemos este momento de reorganización como terapia de reencuentro con nosotros mismos; mucho de lo que comunicamos es no visual, lo que vestimos cuenta una historia sobre nosotros, así que esta prenda tiene que reflejar quienes somos. Evitemos seguir guardando las cosas que no usamos “por las dudas” porque esto genera mucho ruido mental y consume nuestra energía.
¡Aprovechémos estos pocos días grises que quedan para renovar la energía del placard y la de nosotros mismos!