EDITORIAL

Construir ciudadanía

Una de las grandes decisiones del gobierno de Omar Gutierrez tiene que ver con volver la vista sobre la calidad institucional. La construcción de ciudadanía no es una cuestión neutra en la política neuquina.
domingo, 13 de marzo de 2016 · 02:43
Educar en la ciudadanía es uno de los propósitos más mentados en los discursos y programas oficiales de las últimas décadas, como demanda asociada a la construcción de una cultura democrática y la consolidación de instituciones republicanas. La escuela es el espacio público que tiene la tarea específica de construir lo público. En ella convergen los intereses del Estado con los de múltiples actores sociales y comunidades culturales, con la expectativa de que allí se recreen las posibilidades de la vida en común. Sin embargo, tal demanda no tiene ni ha tenido connotaciones unívocas. Enarbolan la formación ciudadana tanto los enfoques civilistas, que pretenden que los estudiantes se adapten al mundo tal como lo encontraron, sin objetar sus reglas ni proponer alternativas, como los enfoques hedonistas, que pretenden que toda la sociedad se acomode a las ganas y los caprichos de las nuevas generaciones.


Desde el punto de vista de los Estados, la educación política alude generalmente a las prácticas pedagógicas que intentan cimentar la cohesión de pensamiento y de acción de una sociedad determinada; es decir, generar las representaciones y los hábitos sociales que garantizan gobernabilidad. En América Latina, el surgimiento y la expansión de los sistemas educativos, en el siglo XIX, estuvieron estrechamente relacionados con esta expectativa. Desde el punto de vista de la sociedad civil, en cambio, la educación política se reclama, con frecuencia, como herramienta de resistencia al Estado y alude a los aprendizajes en el ejercicio del propio poder, a partir de entender que muchos discursos operan en cada sujeto y corroen sus elecciones (entre ellos, el Estado, las tradiciones y el mercado). Esta demanda se ha expresado generalmente en las objeciones y alternativas al sistema educativo dominante, aunque también ha sido asumida por parte del Estado desde los tiempos de la transición democrática. Esta presentación, esquemática, permite advertir algunas tensiones en juego. Los enfoques críticos, que no procuran inducir el ingreso de las nuevas generaciones a una trama institucional predefinida ni dejarlos a la deriva, proponen someter a juicio las bases de sustentación del orden político vigente. En tal sentido, la educación ciudadana se plantea una reproducción consciente y constante de las reglas de juego democrático, hecha al amparo del Estado pero no sometida a él. Una de las grandes decisiones del gobierno de Omar Gutierrez tiene que ver con volver la vista sobre la calidad institucional. La construcción de ciudadanía no es una cuestión neutra en la política neuquina.

La concreción de esos propósitos implica revisar una espesa trama de intereses que tienen muchos años de antigüedad.  Debe ser una tarea transversal, que comprometa a toda la sociedad. Con alusión a nuevas cuestiones de la agenda pública (educación ambiental, en el consumo, en la salud, en la sexualidad, seguridad vial, etc.),  y por supuesto al Estado mismo, en la revisión de su estructura burocrática y su vínculo con la sociedad civil y la influencia que ejerce en la reproducción de poder. 
La nueva ley de ministerios es en este sentido una clara demostración de lo que es el pensamiento político del gobernador de la provincia en esta nueva gestión. La inclusión de la reforma política en el área de gobierno y la creación del ministerio de Ciudadanía son en este sentido una muestra de la voluntad política de marchar hacía un modelo de Estado más moderno, más ágil y cercano a la ciudadanía a la que representa. Ese ha sido el propósito argüido durante la campaña electoral. Sanearlo de los enclaves autoritarios y clientelares será una tarea de  largo aliento. Pero será también una experiencia fundacional, todo el Estado neuquino está hecho a imagen y semejanza del MPN, repasar la historia de la evolución del Estado es repasar la historia del partido que gobierna desde hace 40 años.
Docentes y ciudadanía
Indudablemente la conflictividad del vínculo entre los docentes y el gobierno no escapa a la compleja realidad que vivimos. Se ha debatido mucho acerca de la tensión que existe entre los derechos que ostentan los educadores y los educandos. El cuestionamiento a los docentes por parte de sectores sociales afectados con las medidas de fuerza es un recorte de la realidad, pero existe un dilema mayor que la discusión salarial y la colisión de derechos. Ese dilema tiene que ver con quienes educan a los futuros ciudadanos.
El interrogante mayor tiene que ver con la formación de los docentes y con la calidad de su enseñanza. ¿Puede quien realiza paros salvajes, propone medidas de fuerza y utiliza el espacio público del aula para arengar a niños en formación sumarse a una cruzada como es la deconstrucción del Estado actual y su reemplazo por otro mas democrático? 
En términos generales y de modo esquemático, podríamos decir que la educación ciudadana reúne (o debería reunir) cuatro componente. El componente sociohistórico provee las herramientas para comprender la sociedad en que vivimos y nuestro lugar en ella. La educación ciudadana recurre a la historia, a la geografía, a la sociología, a la antropología y a la economía para dar cuenta de los problemas actuales de la sociedad y proveer categorías de análisis de la realidad.
El componente ético alude a la deliberación sobre principios generales de valoración y la construcción de criterios para actuar con justicia y solidaridad. 
El componente jurídico remite al análisis de los instrumentos legales que regulan la vida social.
El componente político refiere a la reflexión sobre el propio poder y las posibilidades de intervención colectiva en la transformación de la realidad social. La educación ciudadana recurre a la teoría política para analizar las alternativas y herramientas de participación en la esfera pública.
¿Podemos pedirle neutralidad a la educación ciudadana? Nunca la enseñanza es neutral y este es seguramente el menos neutral de los contenidos. La neutralidad absoluta no sólo es imposible, sino que también es indeseable.

La escuela promueve poca reflexión y, en ocasiones, obtura la posibilidad de plantearse desafíos intelectuales. Creemos que enseñar ciudadanía implica, entre otras cosas, animarse a formular preguntas y pensar en el aula, sin tener todas las respuestas. En medio de la crisis por los precios del petróleo, los ingresos del Estado, la inflación y todos los problemas que afectan la vida de los neuquinos es posible plantearse una sociedad más democrática, más equitativa con ciudadanos libres. Para eso sirve la construcción de ciudadanía.

No es una abstracción ni una quimera, tal vez sea una utopía sí, pero como inmortalizó Eduardo Galeano bienvenida sea si sirve para seguir caminando.   

M.E.G.

 

 

 

 

 

 


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