EDITORIAL
Construir ciudadanía
Una de las grandes decisiones del gobierno de Omar Gutierrez tiene que ver con volver la vista sobre la calidad institucional. La construcción de ciudadanía no es una cuestión neutra en la política neuquina.Desde el punto de vista de los Estados, la educación política alude generalmente a las prácticas pedagógicas que intentan cimentar la cohesión de pensamiento y de acción de una sociedad determinada; es decir, generar las representaciones y los hábitos sociales que garantizan gobernabilidad. En América Latina, el surgimiento y la expansión de los sistemas educativos, en el siglo XIX, estuvieron estrechamente relacionados con esta expectativa. Desde el punto de vista de la sociedad civil, en cambio, la educación política se reclama, con frecuencia, como herramienta de resistencia al Estado y alude a los aprendizajes en el ejercicio del propio poder, a partir de entender que muchos discursos operan en cada sujeto y corroen sus elecciones (entre ellos, el Estado, las tradiciones y el mercado). Esta demanda se ha expresado generalmente en las objeciones y alternativas al sistema educativo dominante, aunque también ha sido asumida por parte del Estado desde los tiempos de la transición democrática. Esta presentación, esquemática, permite advertir algunas tensiones en juego. Los enfoques críticos, que no procuran inducir el ingreso de las nuevas generaciones a una trama institucional predefinida ni dejarlos a la deriva, proponen someter a juicio las bases de sustentación del orden político vigente. En tal sentido, la educación ciudadana se plantea una reproducción consciente y constante de las reglas de juego democrático, hecha al amparo del Estado pero no sometida a él. Una de las grandes decisiones del gobierno de Omar Gutierrez tiene que ver con volver la vista sobre la calidad institucional. La construcción de ciudadanía no es una cuestión neutra en la política neuquina.
La concreción de esos propósitos implica revisar una espesa trama de intereses que tienen muchos años de antigüedad. Debe ser una tarea transversal, que comprometa a toda la sociedad. Con alusión a nuevas cuestiones de la agenda pública (educación ambiental, en el consumo, en la salud, en la sexualidad, seguridad vial, etc.), y por supuesto al Estado mismo, en la revisión de su estructura burocrática y su vínculo con la sociedad civil y la influencia que ejerce en la reproducción de poder.El componente jurídico remite al análisis de los instrumentos legales que regulan la vida social.
El componente político refiere a la reflexión sobre el propio poder y las posibilidades de intervención colectiva en la transformación de la realidad social. La educación ciudadana recurre a la teoría política para analizar las alternativas y herramientas de participación en la esfera pública.
¿Podemos pedirle neutralidad a la educación ciudadana? Nunca la enseñanza es neutral y este es seguramente el menos neutral de los contenidos. La neutralidad absoluta no sólo es imposible, sino que también es indeseable.
La escuela promueve poca reflexión y, en ocasiones, obtura la posibilidad de plantearse desafíos intelectuales. Creemos que enseñar ciudadanía implica, entre otras cosas, animarse a formular preguntas y pensar en el aula, sin tener todas las respuestas. En medio de la crisis por los precios del petróleo, los ingresos del Estado, la inflación y todos los problemas que afectan la vida de los neuquinos es posible plantearse una sociedad más democrática, más equitativa con ciudadanos libres. Para eso sirve la construcción de ciudadanía.
No es una abstracción ni una quimera, tal vez sea una utopía sí, pero como inmortalizó Eduardo Galeano bienvenida sea si sirve para seguir caminando.
M.E.G.