La ruta Nacional 22 no es solo una vergüenza vial, es también el reflejo de una política incapaz de hacerse cargo de lo urgente. Rota, inconclusa y peligrosísima, es la vía que conecta el Alto Valle con Vaca Muerta y además el escenario de una pelea estéril entre gritos partidarios, acusaciones cruzadas, viejos rencores que nadie tiene ganas de escuchar, y la agilidad de los community managers por lograr más likes y views.
La última escena de este sainete la protagonizó la Cámara de Agricultura, Industria y Comercio (CAIC) de Roca, que convocó a intendentes y legisladores de distintos colores políticos para exigir que se termine, de una vez, una obra que se anunció en 2003 y aún permanece inconclusa. Participaron la intendenta de Roca, María Emilia Soria, el de Cipolletti, Rodrigo Buteler y referentes legislativos que lograron coincidir en algo obvio: la Ruta 22 no puede esperar más. También hubo lugar para la sorpresa, como cuando firmó el acta la ex ministra de Salud de Río Negro, Ana Senesi, que lo hizo en nombre de Creo Río Negro, el partido político del ex PRO y ahora libertario, Anibal Tortoriello.
Lejos de hacerse cargo de la paralización de la obra pública y de la decisión de mantener paralizada la obra de la autopista de la ruta 22, desde La Libertad Avanza eligieron emular a su máximo referentes y descalificaron a todos. Tildaron a los presentes de “mandriles”, acusaron a la CAIC de ser una “unidad básica kirchnerista” y reciclaron viejos argumentos: que los que reclaman ahora son los mismos que fracasaron antes.
El gobernador Alberto Weretilneck, quien planteó la batalla con el modelo libertario por el estado de las ruta, salió en defensa de la entidad que agrupa a comerciantes, empresarios y productores y contraatacó: “¿Ahora también está mal producir y trabajar?”, lanzó. El acta firmada en la sede de la institución roquense se llegó a un acuerdo para acompañar al mandatario en su planteo judicial y avanzar con un amparo contra el gobierno nacional por el abandono de la obra. Un modelo que tuvo buenos frutos en la ruta Nacional 40 Sur, entre Bariloche y El Bolsón.
Pero mientras los dardos vuelan, los baches siguen ahí. La ruta se cobra tiempo, dinero y muchas vidas. No se trata solo de infraestructura: es una línea vital para la producción regional y el abastecimiento energético del país. Cada día sin obras es una herida que sangra más. La política, sin embargo, eligió el camino fácil: convertir una causa colectiva en una pelea de barro. Diputados y legisladores compiten por likes en redes mientras los rionegrinos esquivan pozos con miedo.
Este no es un problema nuevo. Pero la manera en que lo están discutiendo lo vuelve más viejo que nunca. No hay plan, no hay máquinas, no hay obras. Solo ruido. Y como bien dijo un dirigente: el reclamo es legítimo, pero la forma en que algunos lo ensucian… huele a naftalina.