EDITORIAL
Cambio de época
Entre encantados con la relación con el gobierno nacional y horrorizados de quedar pegados con el ajuste del macrismo, el gobierno de Gutierrez estructura su poder.En la era del petróleo, la economía de los combustibles fósiles sigue marcando el ritmo del mundo y las economías que dependen de él sufren los vaivenes del mercado. En ese contexto la provincia se prepara para sobrevivir a una etapa de bajos precios y afrontar mutaciones que le permitirán mantener sus ingresos y los niveles de empleo dentro de la actividad. Sin dudas que la industria del petróleo local está seriamente afectada por los precios internacionales y la repercusión en términos sociales es afrontada por el Estado neuquino, garante en última instancia del funcionamiento y del equilibrio social.
El cambio de época coincide con una nueva administración en el Estado neuquino, también con una renovación generacional dentro del partido gobernante. Así vamos descendiendo hasta lograr analizar el ensamble que se viene dando en estos primeros meses de 2016, tanto en el alineamiento nacional como en la estructuración de un nuevo núcleo de poder en la política neuquina.
¿Genialidad o pragmatismo?
La excelente relación que viene desarrollando el gobernador Omar Gutiérrez con la administración de Mauricio Macri es objeto de diversas apreciaciones en el ámbito político. La mirada más benévola habla de la muñeca política del mandatario para cerrar acuerdos con el gobierno nacional y obtener apreciados recursos de la tesorería nacional para cumplir con las obligaciones del Estado. Y eso en términos administrativos es como agua en el desierto para el presente neuquino.
La otra visión, la más crítica, también está inspirada en líderes partidarios y por ahora circunscripta a círculos pequeños. En esta visión se menciona como muy peligrosa la estrecha relación con un gobierno que hasta ahora solo ha dado malas noticias para los sectores populares. La sola idea de quedar pegados con el macrismo horroriza a referentes partidarios que creen que el destino del gobierno nacional es oscuro.
Una visión que se aproxima la idea del peronismo neuquino recién retirado del poder y que se nuclea en el kirchnerismo fiel a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Desde la carpa de sobrevivientes del kirchnerismo se cree que la actitud del gobierno neuquino es una actitud oportunista y que solo refleja lo que ha sido la conducta del MPN en estos 33 años de democracia. Oportunismo para alinearse con cada uno de los gobiernos nacionales que ocuparon la Casa rosada. Pero la indignación crece cuando se escucha la que sea quizás la voz más crítica del arco político: Ramón Rioseco. El dirigente cutralquense es implacable cuando arremete contra el MPN y pone especial énfasis cuando se trata de atacar al ex gobernador Jorge Sapag, en quien visualiza el origen de todas "las maldades”.
También el diputado nacional Darío Martínez ha sido -actuando como vocero K- duramente crítico con el MPN y su alineamiento político. Acusa al partido gobernante de ser cuanto menos desagradecido con quienes le sostuvieron durante todos estos años. Apunta sobre la conducta mantenida por los representantes nacionales del Movimiento que votaron la sanción de las leyes de Pago Soberano y Ley Cerrojo y ahora han vuelto sobre sus pasos votando su derogación. Y señala la incoherencia política.
El nuevo tablero
Más allá de las ventajas obvias de llevarse bien con el gobierno nacional, a la administración Gutiérrez también hay que computarle como beneficio el relegamiento político al que sometió al Cambiemos neuquinos en la consideración del macrismo. La llegada inarmónica y desarticulada de la gente del PRO por su lado y del intendente Quiroga por otro ha debilitado la relación política con el gobierno de Mauricio Macri que ha decantado políticamente por los votos en el Congreso Nacional que le provee el MPN en detrimento de sus representantes locales.Aunque las voces que más hay que escuchar son las de la propia tropa y en algunos casos explorar lo que no se dice y se hace soterradamente. A todos sus dirigentes le conviene que al gobierno del partido le vaya bien, pero no todos los dirigentes están conformes con el lugar que les toca en el nuevo reparto de poder. Por lo tanto los argumentos a favor y en contra de lo que va haciendo el gobierno de Omar Gutiérrez hay que leerlo bajo el delicado prisma de los intereses que se van jugando en esta nueva etapa del MPN.
En el escenario actual se ven claramente las diversas referencias que buscan para sí obtener cuotas de poder en el nuevo tablero. Buena parte de ese juego se desarrolla en la legislatura, donde en el bloque del MPN se observan ya claras diferencias entre los diputados que responden a Jorge Sapag y quienes tienen otros referentes o van cambiando de referencia.
Si hay algo que supo hacer siempre el MPN fue mantener fuera de las diputas internas la estabilidad del gobierno, "cualquier cosa es posible pero con el gobierno no se jode” esa es una máxima no escrita del oficialismo.
Hay un cambio de época que se percibe, aunque siguen apareciendo nombres de otras capas geológicas que quieren mantener su perdurabilidad en el escenario político. Las múltiples combinaciones de alianzas y pactos a futuro con los que se especula dan como para escribir una novela, es la vigencia de un partido que ha hecho de su vida interna el eje del sistema político neuquino.
M.E.G.