La relación entre Arabela Carreras y Alberto Weretilneck está quebrada. Aseguran que no hay retorno posible. Y si bien la política presenta miles de variantes y por un resultado electoral hasta pueden fingir que el aceite se puede mezclar con el agua, este no parece ser el caso dentro del oficialismo rionegrino. Las elecciones, además de definir quien reemplazará a la gobernadora en el sillón que tan pocas veces usó en su mandato, también deberá servir para llevar calma al oficialismo.
Ya pocos saben cuál es la base del conflicto entre el ex gobernador y la actual gobernadora. Muchos hacen referencia a la actitud de ella de no querer escuchar sugerencias y otros confían en que fue el cipoleño el que le cortó el diálogo a los pocos meses de asumir. Lo cierto es que con las dos máximas figuras partidarias distanciadas, JSRN va a las urnas con la intención de mantener el poder. Ese que Weretilneck comenzó a construir el mismo día en que Susana Freydoz mató a Carlos Soria, el 1 de enero de 2012 y él heredó la gobernación.
Por ley, la campaña electoral en Río Negro no puede durar más de un mes; sin embargo, desde que la Corte le impidió a Weretilneck presentarse de nuevo en 2017, estaba claro que el regreso del cipoleño ya estaba escrito. Quizá sea por eso que Carreras intentó crear su propio poder, pero siempre cayó en la realidad que sólo se lo habían prestado por cuatro años.
En este tiempo, las encuestas le marcaron al actual senador que su imagen no estaba asociada con la de la gestión de Carreras y eso le sirvió para transitar sin sobresaltos la campaña. Pero, en las últimas semanas los conflictos con la Policía y con los docentes lo tocaron. Las últimas mediciones lo pegaron al gobierno de su partido y de acuerdo a lo que reconocieron dirigentes de peso ligados al albertismo, lo pueden llegar a sentir a la hora de contar los votos. Pero no tanto como para hacer peligrar la continuidad del partido en el poder.
Las duda surgen en cómo se acomodará la fuerza a partir del lunes con una transición por delante que será extremadamente larga. Serán casi ocho meses con muchas cosas en el medio, como las PASO y las generales que definan las autoridades nacionales y también las locales en el distrito más grande de la provincia, como es Bariloche, en septiembre. Además de candidaturas y apoyos, se tendrán que empezar a definir quienes serán los nombres que volverán al gabinete provincial después de la renuncia obligada para la camapaña, como Fabián Zgaib en Salud, Natalia Reynoso en Desarrollo Social o sobre el que más dudas surgen, el de Rodrigo Buteler en Gobierno, reemplazado por el barilochense Pablo Zúccaro, de los pocos a los que se les escuchó defender al gobierno en la pelea con UnTER.
La participación de Carreras en la campaña fue nula. Sólo en alguna cena en Bariloche se la pudo ver con Weretilneck. Y justo en la semana previa a las elecciones, sus voceros hicieron circular una encuesta a nivel nacional que la ubica en el puesto 11 entre los gobernadores y gobernadoras. Para la encuestadora CB Consultora de Opinión Pública tiene 60,2% de imagen positiva; un 35,2 de negativa y 4,6 se mostró indeciso a la hora de contestar. Esto lo aprovechó la mandataria para hacer notas con diferentes medios nacionales y evitó involucrarse en el camino electoral de Wertilneck.
Durante la semana hubo una intención de solucionar el conflcito policial, en cuestión de horas se anunció un aumento del 100% del item "fuerza de seguridad" (era del 40% sobre la asignación del grado) que se pagó al mediodía. Querer es poder dice el dicho y las planillas complementarias se hicieron en tiempo récord en Economía. Esa misma voluntad no estuvo con los docentes que ya suman 15 días de paro. Recién el viernes a la tarde se conoció el llamado a paritarias para dentro de una semana.
Con estos conflictos con una carga electoral alta y sin interlocutor válido de un lado y del otro, Weretilneck debió analizar muy bien sus últimos movimientos de campaña: no quiso debatir en la Facultad de Derecho de Roca por el miedo a los escraches de los gremios o a que alguno pueda reclamarle en público la falta de arreglo salarial del gobierno de su partido. Pero, sí lo hizo en un canal de televisión de Bariloche.
Otro que tampoco quiso debatir fue Aníbal Tortoriello, el candidato de Cambia Río Negro que tuvo un tránsito de campaña bastante raro. Tardó bastante en elegir a los candidatos en cada localidad y sus apariciones fueron esporádicas. Como todas las fuerza, apuntó a Bariloche y pensó tener mayor respaldo de las figuras nacionales de Juntos Por el Cambio, pero la interna del PRO le jugó en contra. Sólo contó con la presencia de la siempre polémica Lilita Carrió, quien acompañó a los candidatos del ARI, pero no se la vio con el cipoleño.
La candidata de Vamos con Todos, Silvia Horne, que representa el peronismo de que en la división se quedó con los hermanos Martín y María Emilia Soria, recibió una dura acusación que nació en Capital Federal con la denuncia de un diputado que responde a Carrió: fue a la Justicia para denunciar el cobro de casi 100 millones de pesos por parte de asociaciones vinculadas a la familia de la ex montonera y el Movimiento Evita. La ex diputada nacional increpó a Weretilneck de haber ideado una maniobra de prensa, pero no dijo cuánto le transfirió el gobierno de Alberto Fernández a la Asociación Civil por Todos.
Por una cuestión lógica, los resultados del comicio harán que cada quién se ubique en el lugar que los rionegrinos decidan. Las fuerzas políticas deberán dar vuelta la página y empezar a diagramar las próximas elecciones que tendrán este año. Pero un desafío aún mayor tendrá el partido del gobierno en caso de que los resultados sean como anuncian las encuestas.