EDITORIAL NEUQUINA
Cuatro palabras clave para la Neuquén que viene
Algunas consideraciones que se desprenden del cierre del año que protagonizó el gobierno neuquino.El gobierno neuquino despidió el año con una puesta en escena científicamente organizada y con un actor principal situado, literalmente, en el centro de esa escena: Rolando Figueroa, el gobernador, hizo un balance y a la vez una reafirmación de estilo y contenido político, con ratificaciones de línea importantes, y con un concepto, que cierta vez, cuando todavía era vicegobernador, usó a modo de respuesta a la inquietud de este periodista: "Yo estoy en política por el bronce, no por la plata".
Es una frase posiblemente equívoca, pero que leída en el contexto, pretende dejar en claro no una cuestión de podio y premiaciones, sino una interesante revelación acerca de las motivaciones, cuando se persigue objetivos de transformación social antes que satisfacciones personales.
Ha quedado en claro, tras la conferencia de prensa ofrecida el viernes, y los movimientos anunciados para el año, que Figueroa presta una especial atención a la idoneidad profesional en la integración de su Gabinete. Así lo señaló -y lo mostró en el año transcurrido- apuntando al por qué de la elección de algunos de sus hombres y mujeres en el equipo que toma decisiones; y lo ratificó al revelar que Ruben Etcheverry será el ministro de Planificación, cabeza del nuevo ministerio, que debutará en 2025: el perfil técnico de Etcheverry, su probada experiencia, y lo que el propio Figueroa ha ameritado tras los primeros 12 meses de gobierno, definió este tema trascendente antes que cualquier otro artilugio al que suele acudir la política para llenar sillas vacías.
El ministerio de Planificación tendrá, en el plan político del gobierno neuquino, una tarea esencial. En la mejor tradición política neuquina, pues, en definitiva, es llevar a la categoría ministerial al organismo creado por Felipe Sapag, el COPADE, en los albores del desarrollo provincial, allá en la década del '60 del siglo pasado. El paso que ahora concreta Figueroa, varios meses después de haber modificado el organigrama del Gabinete, es un paso que une aquel pasado, aquella iniciación de programación científica para el trabajo político, con un presente que se pretende renovado y alistado en la dura batalla de garantizar un futuro sustentable para la provincia sentada en la roca generosa de Vaca Muerta.
Ha quedado en claro también la obsesión por cimentar objetivos en la gestión, que intenta contagiar como mensaje Figueroa. Dos detalles de la conferencia de prensa indican y revelan esta decisión tomada: cuando un periodista preguntó acerca de la supuesta "mala fama" (en el contexto político del conflicto de Medio Oriente) de la empresa israelí que ya trabaja para la provincia en el diseño de un plan integral de riego con la tecnología más moderna, Figueroa puso cara de pocos amigos para contestar con contundencia que no pensaba permitir que consideraciones acerca de conflictos internacionales, de ese tipo, influyeran en cuestiones de importancia estratégica del desarrollo económico provincial. La otra confirmación en detalle tuvo que ver con sus consideraciones acerca de las buenas relaciones con el gobierno de Javier Milei, cuando con un pragmatismo de manual, Figueroa recordó que él no lo había votado (al revés, lo hizo por su rival en las últimas elecciones), pero que sus diferencias ideológicas no pesarían en la relación y en los logros que se pudieran compartir con el gobierno nacional.
Después, hizo una precisión sobre lo que esperaba del escenario posible en el año electoral que comienza. Sostuvo que, para él, habrá una polarización, entre lo que denomina "neuquinidad" (es decir, su propio espacio de construcción política) y la representación que se presente del gobierno nacional. Es muy probable que el gobernador acierte en este diagnóstico de posibilidades futuras, y que, en Neuquén, se enfrenten centralmente el oficialismo provincial con el nacional, para elegir a los diputados y senadores del distrito.
Es evidente también, y queda marcado como característica de la coyuntura, que hay plena conciencia en el gobierno de que Neuquén tiene una última oportunidad con los hidrocarburos. Es una oportunidad magnífica, considerando la probada riqueza de la roca madre de la Vaca Muerta; pero que podrá concretarse en futuro sustentable solo si se gestionan adecuadamente los próximos 20 años de la provincia. Como advertencia, vale el pasado: Neuquén ya desaprovechó oportunidades comparables, en contextos distintos. Esta vez, es la definitiva, y en la planificación que el gobierno prepara con aplicación que ojalá se mantenga, hay algunas palabras con poder de transformación concreto: turismo, agua, conocimiento, tecnología.
Podrán ser, si se hacen bien las cosas, la otra cara de los cuatro jinetes, que en vez del apocalipsis, traigan el progreso y el bienestar para los hombres y mujeres que vienen.