Hay gente que no entiende, y gente que se desentiende, que es una forma de no entender, pero ejerciendo la voluntad. En Neuquén, en pleno junio, en la mitad del año electoral (octubre está cada vez más cerca), el contexto tiene una parte de gestos y voces en ejercicio, y otra salpicada de silencios atronadores. De un lado, una "neuquinidad" que no cesa de construir y de gritar la palabra "cambio", por ahora apuntando más hacia adentro de su propio cuerpo diverso; del otro, una derecha agazapada que no dice nada, esperando que los Milei se desocupen, tal vez, de sus ingentes tareas bonaerenses. En el mismo lado del cuerpo silencioso, persiste la organicidad del MPN, aquel partido histórico, que acaba de cumplir años con la boca cerrada y la especulación abierta.
La ansiedad siempre es mala consejera, así que muchos muerden el sucio pañuelo de la política tratando de no liberar cuestiones antes de tiempo; no se sabe si es eso, o simplemente el pensar que, al menos por ahora, es preferible el silencio, la conducta que se observa en los pocos referentes libertarios neuquinos que aguardan la venia de Karina Milei para hacer o decir algo por estos terruños. Lo único que se ha explicitado, en los últimos días, es la conducta en la Cámara de Diputados de la Nación. Allí se trató, pese al desagrado del gobierno nacional, un aumento para los jubilados, y se le dio media sanción. Los libertarios, o quienes están a su sombra, votaron en contra: Nadia Márquez y Pablo Cervi. A favor de tirarle unos mangos a la desesperación indigente de quienes trabajaron toda una vida y ahora son condenados en nombre del equilibrio fiscal, votaron los diputados peronistas, y Osvaldo Llancafilo, quien es, hoy por hoy, el representante más fiel que tiene en el Congreso el gobernador Rolando Figueroa.
Mientras el tema campaña electoral se agita tenuemente en este mundo partido entre el sonido y el silencio, el gobierno neuquino sostiene una agenda intensa, que se matiza todo el tiempo con apuntes políticos acerca de cuál es la línea del cambio que predica Figueroa. El gobierno tiene una alta imagen, según las mediciones que trascienden, pero sabe que, en octubre, posiblemente se premie o se vote lo que se dice o hace a nivel nacional. Por eso, la estrategia retórica de la neuquinidad habla de la provincia, pero en el contexto del país, e intenta reafirmar cómo lo que se hace bien o mal nacionalmente, repercute aquí. Así, en las últimas horas, hubo claras alusiones a la reducción de ingresos como consecuencia de las medidas económicas de Milei: baja en la recaudación de impuestos, y baja en la liquidación relativa de las regalías, por el efecto dólar barato-peso caro.
Pero el gobierno no se queda ahí. Baja línea de "cambio", todo el tiempo. Así se entiende la extensa disección del rol del Estado para Figueroa, una especie de autopsia a cielo abierto, que explica por un lado la necesidad de su eficacia y su presencia, y por el otro, la persistencia de corruptelas históricas a las que se pretende poner fin. En las últimas horas, Figueroa insistió en estos temas, mencionando su interpretación de la meritocracia (igualar el punto de partida, para darle sentido), tema en el que el gobierno puede mostrar, como gestión, el generoso plan de becas, que refuerza el enfoque humanista e igualitario que, necesariamente, debería ser atributo permanente de la Educación. En ese mismo contexto mencionó al "hijo de un ex gobernador", que pretende jubilarse en el Estado cuando, supuestamente, no trabaja en este ámbito desde hace unos 18 años. Remarcó con este ejemplo para entendidos, que le preocupa la corrupción estatal porque hay una inercia que se quiere quebrar, romper, interrumpir.
Como sea, la foto que puede sacarse de la realidad política neuquina en este momento, muestra al peronismo kirchnerista evaluando lo que puede hacer mientras espera a ver si es cierto que la Corte Suprema envía a la cárcel y a la inhabilitación, esta semana, a Cristina Kirchner; y a La Libertad Avanza refugiado en el cono del silencio, como aquel que protegía (pobremente) al súper agente 86, en la recordada y genial serie de la TV ideada por el talentoso Mel Brooks.
En política, las palabras nunca son inocentes, como tampoco lo es el silencio.