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Domingo 27 de Julio, Neuquén, Argentina
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Milei, Macron y Lula: tres líderes en el laberinto internacional

Argentina entre dos potencias, Francia fragmentada por el conflicto en la Franja de Gaza y Brasil unido contra Trump. Tres casos que muestran el poder de la política exterior.

Domingo, 27 de julio de 2025 a las 11:34
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Milei con el futuro embajador de Trump en Argentina, Peter Lamelas.
China genera ruidos en la estrecha relación entre Milei y Trump
Milei y Xi Jinping se juntaron en septiembre
Peter Lamelas hizo polémicas declaraciones
Lula confrontó con Trump y sube en las encuestas
Macron anunció que reconocerá a Palestina como Estado

Esta semana Milei y Macron sufrieron crisis de distinta magnitud e impacto mundial provocadas por sus decisiones y alineamientos en política exterior. Ambos quedaron expuestos e incómodos. El argentino porque debe acomodarse entre Estados Unidos, su principal aliado político e ideológico, y China, su más importante fuente de recursos e inversiones a nivel estatal, sin ofender a ninguno. Lo tiene que hacer mientras estas dos superpotencias se disputan sin contemplaciones el liderazgo global. Y el francés porque al anunciar que reconocería a Palestina como Estado, provocó simultáneamente crisis dentro y fuera de su país. Ambos, para tratar de salir bien parados, quizás deban mirar a Lula, quien logró salir por arriba del laberinto en que lo metió Trump con amenazas y extorsiones.

Milei: equilibrio entre gigantes

La presentación del futuro embajador de Estados Unidos en Argentina, Peter Lamelas, en el Senado de su país para que le aprueben su designación para hacerse cargo de la embajada en Buenos Aires, no solo generó rechazo en buena parte de la oposición Milei, sino que también le trajo problemas al presidente.

La explícita confesión de que llegará al cargo para "expulsar poco a poco" a China de Argentina incomoda al gobierno que en un año y medio pasó de negarse a hablar con "comunistas" a acordar una renovación del swap por 5.000 millones de dólares, avanzar con el proyecto de la central nuclear de Atucha III que supone fondos chinos y concretar una cumbre entre Milei y Xi Jinping, entre otros acuerdos y acercamientos.

Los mensajes que vienen llegando desde Washington son cada vez más contundentes, aunque por ahora solo se quedaron en palabras. Hace unos meses, Mauricio Claver-Carone, el encargado de América Latina para el Departamento de Estado norteamericano, primero, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, después, pidieron al gobierno de Milei que termine el swap con China. Por ahora todo quedó en advertencias: el apoyo político de Trump a Milei no se alteró y la plata del FMI y de otros organismos fluye sin problemas.

Ahora fue Lamelas quien, en un hecho inédito en la diplomacia, se despachó públicamente sin filtros y se metió en los asuntos domésticos y en la política exterior de Argentina. Contó lo que iba a hacer cuando llegue a Buenos Aires como embajador. Entre otras cosas, dijo que iba a recorrer las 23 provincias para hablar con los gobernadores y frenar las inversiones chinas. Difícil que lo logre: China es el principal socio comercial de muchas de ellas y todos necesitan de ese vínculo que les puede traer inversiones y créditos. Tiene una dificultad extra: las provincias necesitan recursos y créditos de una China que hace ya mucho decidió expandirse por todo el mundo de esa manera.

La respuesta china no tardó. Su estrategia es minimizar públicamente su influencia en la región y la forma en que lleva adelante su expansión global, llena de sospechas y denuncias de conductas depredatorias y de falta de transparencia. Esos cuestionamientos por ahora pesan poco o nada a la hora en que los países de América del Sur (Argentina y la mayoría de sus gobernadores que siguen firmando acuerdos poco claros) y África, sobre todo, necesitados de créditos y obras de infraestructura, cierran los acuerdos. China le respondió a Lamelas: "Argentina no debe ser un campo de batalla". Lo será.

El dilema francés: reconocimiento palestino

Mientras tanto, a Emmanuel Macron le trajo problemas internos y externos un anuncio por lo menos apresurado: dijo que Francia reconocerá a Palestina como Estado. La declaración provocó la furia y la indignación del gobierno de Israel, que no dudó en decir que era un premio por la matanza que cometió Hamas el 7 de octubre. También fue durísimo el gobierno de Trump, que lo acusó de ser funcional a la propaganda de Hamas. En Europa también hay grieta. Giorgia Meloni consideró que ese reconocimiento puede ser "contraproducente” y Alemania descartó seguir los pasos de Francia. El único que lo apoyó fue el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien celebró que Francia se sume a otros países europeos en el reconocimiento de Palestina. La crisis también es interna: toda la derecha e incluso algunos sectores de la izquierda (el Partido Socialista) fueron tan lapidarios con Macron como Netanyahu y Trump: lo acusan de premiar al terrorismo de Hamas.

No había forma de que la decisión, que se comprometió a oficializar en la ONU en septiembre, no generara una implosión política dentro y fuera de Francia, que es el primer país del G-7 en reconocer a Palestina como Estado. Y el momento en que lo hizo tampoco lo ayudó: el anuncio llega justo cuando Macron se transformó en un actor clave, junto al alemán Friedrich Merz y el británico Keir Starmer, para presionar por un alto al fuego y frenar la grave crisis humanitaria que atraviesa Gaza luego de 21 meses de guerra, y cuando Hamas no da ninguna señal para liberar a los rehenes que todavía tiene encerrados, que es una de las principales condiciones que pone Israel. La otra es impedir que el grupo terrorista permanezca en Gaza.

Macron tomó esta decisión hace tiempo porque apoya la solución de dos pueblos para dos Estados, que prácticamente desapareció de la agenda en Israel después del 7 de octubre cuando quedó comprobado de lo que es capaz de hacer Hamas. Pero parecía que estaba esperando para anunciarla que al menos hubiera una hoja de ruta para los palestinos, o algún tipo de acuerdo entre Israel y las autoridades palestinas. Pero la anunció en el peor momento. La impaciencia o alguna otra cuestión que aún no se puede ver lo llevaron a tomar una decisión que le genera una tormenta política y diplomática enorme.

La lección brasileña: confrontar a veces sirve

Los ejemplos de Macron y Milei revelan hasta qué punto las decisiones o posicionamientos en política exterior impactan a nivel doméstico y pueden complicar la gestión de los gobiernos. A ambos les trajo problemas. Milei deberá poner a funcionar de una vez por todas mecanismos diplomáticos profesionales quirúrgicos y finos para establecer una relación equilibrada con las dos superpotencias que se están disputando el liderazgo mundial. No hay margen para alineamientos políticos e incondicionales al estilo de los 90, cuando no había duda detrás de quién había que estar. Tampoco para no tomar recaudos y ser ingenuos ante atractivas y millonarias inversiones.   

Pero, así como la política exterior puede ser uno de los terrenos más peligrosos para cualquier líder como quedó demostrado esta semana, también puede ser una oportunidad para quien sepa leerla correctamente. Pueden aprovecharse los momentos y poner en funcionamiento estrategias políticas para sacar provecho de situaciones que, a priori, parecen muy malas. Lula lo está demostrando. Ante la embestida arancelaria de Trump hacia Brasil, metiéndose también en los asuntos internos de ese país al decir que el juicio a Bolsonaro por intentar un golpe de Estado se trata de una caza de brujas, Lula decidió confrontarlo defendiendo la soberanía y plantándose ante la intromisión de una potencia extranjera en los asuntos internos. El efecto fue casi inmediato y Lula crece en las encuestas, a tal punto que ya se habla de algo impensado hasta un segundo antes de la intervención de Trump: una posible candidatura para las elecciones de 2026.

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