EDITORIAL NEUQUINA
La fortaleza de Neuquén no es la sorpresa, sino la previsibilidad
Cómo jugará el eventual escenario de polarización electoral este año, entre la fuerza provincial y la nacional.En 2017, en un reportaje concedido a este periodista durante su mandato como vicegobernador, Rolando Figueroa deslizó sugerentemente, en dos ó tres oportunidades, el concepto "neuquinidad", al hablar del permanente proceso electoral argentino, y, ubicado en ese contexto, la realidad política de Neuquén. Vale esta mención para asumir que la construcción política del ahora gobernador se ha hecho pacientemente desde hace muchos años; y es, desde ese punto de vista, previsible: no es la sorpresa lo que distingue este proceso, sino la continuidad.
Así, este 2025 no debería sorprender en lo que a planes electorales se refiere, y, de hecho, el propio Figueroa se ha encargado de resaltar que ve el escenario como de polarización entre su proyecto -la "neuquinidad"- y la fuerza nacional que represente a las intenciones de la Casa Rosada. Un escenario de competencia electoral entre el oficialismo provincial y el nacional, con la singularidad de que el provincial es transversal a varios sectores políticos, incluido el que pretende Javier (o Karina, a estos efectos) Milei.
En una semana en la que se instaló la posibilidad de una convergencia entre La Libertad Avanza y el PRO, esto no es un detalle, pues esa convergencia, planteada a nivel nacional, no será lo mismo según el distrito político del que se trate; en Neuquén, esto se verá con mayor fuerza, pues la singularidad manda, y la hegemonía actual de la "neuquinidad" hace recordar otras coyunturas, parecidas en cuanto al fuerte predominio político de quien manda en la Casa de los Torreones.
Falta mucho, es cierto: las elecciones serán en octubre, y de aquí a octubre en Argentina pueden pasar tantas cosas, que hacer futurología no es aconsejable.
Sin embargo, al mismo tiempo hay que suponer que la fuerte ofensiva de gestión que lleva por estos estivales días adelante el gobernador Figueroa, tiene una traducción política en el campo electoral, al menos, en forma de cimiento. Así como Milei, en el plano nacional, procura acumular noticias con buena onda, dando por terminada la etapa en que se promocionó con el raro sufrimiento del ajuste, aquí, Figueroa muestra una obra tras otra, enfoca claramente la gestión como herramienta, y esa carta, anunciada y no sorprendente, reafirma una característica de gestión que coincidirá inexorablemente con la futura campaña electoral, pues se basa en la autonomía económica, que le otorga independencia, y, con ello, autodeterminación para el crecimiento de su proyecto político.
La independencia es una condición rara en la política argentina, no abunda, pues los distritos argentinos suman más carencia que abundancia; pero, en este 2025, quienes sean capaces de ostentar independencia en el distrito, serán, casi de seguro, ganadores. En esta región, puede suceder esto en Neuquén, fruto de la combinación de recursos de Vaca Muerta con la reducción en el gasto público superfluo, bajo la batuta de Figueroa; y se podrá ver, probablemente, un fenómeno similar en Río Negro, donde Alberto Weretilneck sintoniza una frecuencia parecida.
De hecho, Figueroa y Weretilneck, que este sábado volvieron a estar juntos, en la largada de la regata del Río Negro, forman una dupla patagónica que por ahora tiene más coincidencias que diferencias, y que representa para la región el núcleo más fuerte de lo que el año pasado se presentó como la Patagonia Rebelde rediviva, y que luego se desmadejó sin prolijidad alguna, dejando solamente, como contacto más cercano, al chubutense Ignacio Agustín Torres, con quien, por ejemplo, se emprenderá ahora la postergada obra del tramo de gasoducto cordillerano que la demagogia nacional prometió mil veces, sin cumplir nunca.
Río Negro está más cerca que nunca de Neuquén, porque ahora comparte la salida al mar del principal producto exportador de la provincia gobernada por Figueroa, los hidrocarburos de Vaca Muerta. Oleoductos y gasoductos atravesarán el territorio rionegrino como venas vitales para un organismo en crecimiento, y representarán para el gobierno de Weretilneck un horizonte de inyección económica inversora en la zona de la costa que había caído como una postal de las frustraciones, con Sierra Grande como emblema de lo que podía haber sido y no fue.
Rara vez se ha estado frente a una situación tan prometedora, y, a la vez, de eventual armonía para gobiernos distintos, que no compiten electoralmente entre sí. Si aprenden a sumar y acotan los egos, la posibilidad es tremendamente importante. Y algo de esto se verá en la circunstancia electoral de este año.