Europa está haciendo lo que Donald Trump pensó que no iba a hacer nunca: plantarse y desafiar su estrategia de paz "a cualquier precio" en el conflicto ruso-ucraniano. No solo está dispuesta a marcarle los límites al republicano, sino que ello podría arruinarle sus planes de transformarse en el arquitecto de un nuevo orden mundial, que Trump visualiza alejado del multilateralismo y la cooperación defendidos por Europa, y cercano al modelo autocrático de toma de decisiones que caracteriza a líderes como Putin.
Trump obligó a Europa a modificar su agenda. Sólida en lo comercial y preparada para enfrentar la guerra arancelaria que propone el presidente estadounidense, Europa concentra ahora todos sus esfuerzos en desarrollar algo que nunca tuvo: una política de defensa militar común para proteger, sin depender de nadie, sus fronteras. Los líderes europeos saben que es su punto más débil y que, más que ninguna otra cosa, necesitan dinero (están dispuestos a desviar partidas presupuestarias y a endeudarse) para potenciar y coordinar las capacidades militares de cada país, que en conjunto representan un poder considerable pero fragmentado.
En este inédito escenario de tensión que propone Trump, apareció Emmanuel Macron. El presidente francés, que está de salida porque su último mandato termina en 2027, ve una oportunidad en esta crisis en la que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, resuena la amenaza de un conflicto si Trump entrega a Putin una victoria en Ucrania. Macron vislumbra la posibilidad de dejar un legado internacional que será mucho más importante que el que pueda dejar dentro de Francia.
A Trump lo debe enfurecer ver al francés transformarse en el principal referente de la reacción europea a sus planes de entregarle territorio y soberanía ucraniana a Putin. Macron acelera y esta semana reunió a 31 líderes mundiales en París para empezar a diagramar una estrategia en común para seguir apoyando a Ucrania y, sobre todo, establecer un escudo protector para Kiev en caso de declararse un alto el fuego. También hubo una definición que arruinaría cualquier plan de Trump. Los europeos dijeron que "no le van a quitar las sanciones a Rusia", una condición que Putin pide revertir hace rato.
Macron junta voluntades, todas poderosas y estratégicas. Además de los principales líderes europeos, la cumbre parisina contó con la presencia de los máximos responsables de la OTAN, representantes de Australia y Canadá, y el vicepresidente de Turquía. Todos quieren un acuerdo de paz en la guerra entre Ucrania y Rusia, pero no el de Trump. Si bien no hubo unanimidad entre los 31 países presentes en la reunión, se consolida una alianza que puede ser decisiva y marcar el pulso de lo que viene.
Reino Unido, de la mano de Keir Starmer, también está jugando un papel importante como aliado fundamental de Macron en esta iniciativa. No es un dato menor que sean los líderes de las únicas potencias nucleares en Europa. Ambos esperan a que el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, cierre el acuerdo con los socialdemócratas para formar gobierno y se sume a ellos. Ya dio fuertes señales de que está dispuesto a gastar millones para rearmar a Alemania por la amenaza de "una guerra de Putin contra Europa". Una definición que revela el inédito, amenazante y peligroso escenario internacional.
Por ahora Rusia y Ucrania acordaron en Arabia Saudita y con la mediación de Estados Unidos, suspender los ataques a las infraestructuras energéticas y el cese de las hostilidades en el mar Negro. Sin embargo, la fragilidad de todo este proceso es evidente por una causa fundamental: la profunda desconfianza hacia Putin. Europa, y sobre todo Ucrania, están convencidos de que, si no se le establecen fuertes condiciones y límites al líder ruso, más temprano que tarde, Putin se llevará puesto cualquier acuerdo y pondrá en extrema tensión la paz mundial acosando principalmente a Europa. El único que está dispuesto a salir de garante de Putin es Trump. Y a Europa no le alcanza.
Esta percepción de amenaza inminente quizás ayuda a entender por qué esta semana las autoridades europeas anunciaron que quieren que todos los hogares del continente mantengan reservas de agua, medicamentos, baterías y alimentos suficientes para sobrevivir 72 horas sin asistencia externa en caso de crisis. ¿En qué tipo de crisis están pensando? Ciberataques, pandemias, las producidas por los efectos de la crisis climática. Pero en plena carrera armamentística ante la amenaza de Rusia y la posible desaparición del paraguas de seguridad de Estados Unidos, todos piensan en un escenario más perturbador: una guerra que esta vez llegue a sus propias casas.