Pandemia y Ecología
Carta abierta al ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Un enfoque personalizado en un funcionario concreto de la actual administración.Sr. Ministro Juan Cabandié
Estimado Juan, dado que somos de una misma generación cronológica me permito tutearte y autorizarte me trates de la misma manera.
Nuestro país como el resto del mundo enfrenta una batalla histórica contra el Covid-19 en la cual salvar vidas es la misión prioritaria, sin poner en riesgo grave la economía.
El cambio climático que enfrentamos amenaza hoy a toda la humanidad y pone en riesgo de vida a nosotros y próximas generaciones, no tan a largo plazo (al fin y al cabo 30 años pasan en un instante). Razón suficiente para aún en el actual escenario de crisis redoblar el compromiso, repensar en decisiones ambiciosas y materializar planes concretos de acción para su implementación y sostenimiento cuando todo esto pase.
Sigo detenidamente los anuncios y temas de agenda ministerial que venís realizando desde que asumiste el cargo de Ministro.
Con idéntica atención sigo posteos y publicaciones que haces personalmente en redes sociales. Reconozco en mí una gran empatía por la concientización que genera el fomento de acciones cotidianas para la incorporación de nuevos hábitos. Habla de coherencia.
Al respecto, debo decir que los cambios culturales y la suma de hábitos individuales son imprescindibles y suman, pero no alcanzan.
Tengo necesidad de exponerte mi visión sobre distintos temas ambientales y al mismo tiempo, con el respeto debido acorde a la investidura y tu trayectoria legislativa, formular algunas preguntas que debo imperiosamente realizar.
Vivimos en un país donde en las últimas décadas el estado ha aceptado el desmonte exponencial arrasándose con bosques nativos en avance de la frontera cultivable agrícola y actividad ganadera persiguiendo la lógica “hay que producir más comodities”, las grandes exportadoras alimentan al mundo y se generan divisas. Se ha subsidiado a las petroleras para estimular la extracción de hidrocarburos (gas y petróleo) a producir energía proveniente de combustibles fósiles. Se ha permitido la contaminación del aire, agua y suelo por la descontrolada actividad industrial. La prioridad ha sido producir, generar empleo, aumentar la recaudación y generar divisas.
Quien no explotaría sus recursos naturales?. No es muy difícil pensar porque la mayoría de los que explotan campos fértiles siembran soja o engordan vacas y terneros. Al igual que quienes buscan petróleo y gas debajo de la superficie de los bendecidos suelos, si en definitiva es el propio estado que en el fondo alienta, estimula y alimenta este tipo de producción y no otra más amigable con el ambiente y la naturaleza.
Si nos sinceramos, la matriz productiva argentina se sostiene con la producción agropecuaria (principalmente agrícola, ganadera), la extracción de hidrocarburos (gas y petróleo tan promocionado producto del fracking en vaca muerta) y la minería (con el boom del litio, “oro blanco”). No somos grandes productores de tecnología ni de tantas cosas esenciales que importamos.
La mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs) provienen del sector energético. Nuestra matriz energética se compone en gran medida por la quema de combustibles fósiles y en menor escala proviene de hidroeléctricas, energía nuclear.
No es casual, es causal que sea así. Argentina subsidia el sector petrolero y gasífero.
Los compromisos respecto de las energías renovables (ER) y metas establecidas por la Ley Nº27.191 para promocionar la generación de energía eléctrica renovable no solo no se han cumplido sino que ni cerca estamos de cumplir los fijados para adelante.
Por solo mencionarlo, esta ley obliga (y eso quiere decir que no es facultativo ni libre albedrio) incorporar en la matriz energética de manera escalonada un 8% (2017), 12% (2019), 16% (2021), 18% (2023) hasta alcanzar un piso del 20% (2025). Del 2025 para adelante, que dios o el universo disponga!?.
Somos conscientes que esta realidad no es un fenómeno exclusivamente local ni inventado por los argentinos. A nivel mundial luego de la 2da. Revolución industrial, con la aparición del capitalismo y el insaciable consumismo, la mayoría de los países y empresas prefirieron producir más, generar empleo y satisfacer la inagotable demanda de la sociedad de consumo por sobre el cuidado y respeto del medio ambiente.
Y así en nuestro país crecimos y aprendimos a vivir naturalizando situaciones de impacto negativo en el ambiente y de derroche de recursos.
Como padre de un niño y observador puedo distinguir que las nuevas generaciones vienen con un nivel elevado de conciencia, en algunos casos transmitida con el ejemplo desde el hogar, otros adquiridos en las escuelas por docentes conscientes y en otros casos de la difusión y acción responsable transmitidas en la sociedad. Los niños y adolescentes absorben y procesan la información para desafiar los paradigmas de la alimentación, consumo, compras, vestimenta consciente, trabajo y reciclado. Se hacen cargo.
Asimismo, en la forma de exigir y hacer valer sus derechos, dentro de los cuales vale recordar el derecho-deber previsto desde 1.994 en el art. 41 de nuestra Constitución Nacional y a su turno por todas las Constituciones Provinciales.
Ahora bien, este momento único e histórico provocado por la pandemia del Covid-19, llega a nivel global para mostrarnos donde estamos y hacia donde debemos ir como seres humanos y particularmente como ciudadanos argentinos.
Especial mención merece el breve impacto positivo producido en el ambiente y ecosistemas que integran el planeta. Es revelador que aún conserve capacidad de resiliencia para recuperarse. Cuando el ser humano paró la pelota -aunque sea por un puñado de días del 2.020- mejoró el aire, el agua y el suelo. Quien no vio las inéditas imágenes viralizadas por medios de comunicación y redes sociales?.
Dicho esto, concretamente me interesa hablemos de lo que nosotros como muchos sabemos y otros pocos no saben, ignoran o convenientemente se hacen los distraídos mirando para el costado.
Aclaro de antemano, no tengo interés en buscar responsables arqueológicos, políticos, industriales ni personales. Tampoco podemos echarle la culpa a un virus. Para que desperdiciar el tiempo buscando culpables? Coherentes con lo que pensamos, decimos y hacemos, no es mejor invertirlo en resolver que podemos hacer, establecer la forma y empezar a hacerlo!?.
Existen suficientes compromisos internacionales, leyes nacionales de presupuestos mínimos, provinciales y demás normas que componen el gran ordenamiento jurídico de protección ambiental. Tenemos organismos que son autoridad de aplicación, contralor y poder de policía. Están los Legisladores que cada tanto sorprenden proponiendo leyes de esta naturaleza. Y tenemos un Poder Judicial que ante los conflictos ambientales de a poco se va haciendo mas especializado. Existen empresas, ONG, la sociedad, existe el Ministerio de Ambiente y un presupuesto para abordar los problemas ambientales y los “grandes temas” que la sociedad exige incluir en el orden del día. Es momento de reencausar las conversaciones a partir de este renacimiento y nueva era de concientización.
Mientras transitamos esta crisis sanitaria no podemos olvidarnos de trabajar para mitigar y corregir el rumbo de las causas y efectos de la emergencia climática.
La sociedad hoy exige un sinceramiento, saber cuál es el estado de situación actual, el punto de partida y los objetivos a corto, mediano y largo plazo en diferentes temas.
Esta misma sociedad es la que reclama participación ciudadana para que se incluya en las conversaciones la verdad sobre la existencia de la emergencia y se tomen decisiones ejecutivas y legislativas. Es decir, actuar y decidir como si esta crisis también fuese cierta y grave.
La comunidad científica internacional ha declarado sobre el cambio climático y los efectos de las emisiones de CO2, con pronósticos severos para los próximos 10 y 30 años. No obstante ello, en argentina no se han tomado decisiones obligatorias de concientización, prevención, educación ambiental, control y sanción. Seria muy descabellado darle tratamiento de Necesidad y Urgencia (DNU)?.
Parecería ser que el tema ambiental no es un tema de resolución prioritaria en la agenda política. Nuestro presidente resolvió declarar el aislamiento social, preventivo y obligatorio mucho antes que otros países económica e institucionalmente más desarrollados. Gracias a ello, hoy somos un país que transita una crisis sin consecuencias catastróficas. Resolver y superar la emergencia sanitaria es urgente, no es para menos, esta en juego la vida de gran parte de la población y nuestro sistema de salud puede no dar a vasto.
Me pregunto, si la crisis ambiental pone en riesgo la supervivencia de las próximas generaciones, porque no se toman decisiones profundas acordes a la situación?
Tendrá que ver con la comunicación relativizada con que se presenta esta realidad y efectos en la sociedad?
Sera que está presente en el inconsciente colectivo como algo diferido a largo plazo y que se puede patear para más adelante?.
Será que todo esto facilita que no se cuestionen las maneras de producción y que no se tomen decisiones profundas?.
Que necesitamos?
Necesitamos saber, cuales van a ser sus políticas ambientales, que decisiones van a tomar para generar el contexto adecuado para impulsar de verdad las energías renovables (solar, eólica, biogas, bioenergía, geotérmica, mareomotriz y undimotriz), cumplir los propósitos internaciones, ODS y objetivos de las leyes nacionales.
Necesitamos saber si la política de producción va a seguir favoreciendo el modelo agro exportador sobre la base de la agricultura y ganadería intensiva o por el contrario se va a establecer un nuevo rumbo con herramientas sólidas y alineadas?.
Que va a pasar con los subsidios a la actividad de hidrocarburos? se piensa modificar sustancialmente la matriz energética y trabajar con eficiencia energética y promoción de generación distribuida?.
En relación a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que produce el transporte público y privado, se piensa realmente establecer condiciones que permitan el desarrollo local para la fabricación, importación y compra de vehículos eléctricos como la instalación de centros de carga? O seguiremos contribuyendo al efecto invernadero y cambio climático quemando combustibles en ómnibus, buses, taxis, remises, automóviles y motos?.
Tomemos esta oportunidad para diseñar y refundar los cimientos de un país donde la producción sea limpia, sustentable y la vida sea más justa, equitativa y saludable, para nuestro futuro y el de las próximas generaciones.
A nuestros hijos y nietos tendremos que rendir cuentas y dar explicaciones.
Fernando Zubillaga
DNI: 24.632.558