Este domingo, Buenos Aires no solo elige legisladores: pone a prueba el músculo político de Javier Milei, quien busca transformar las bases del país con el apoyo porteño desterrando al PRO de CABA, algo que parecía inédito años atrás y que hoy parece ser una realidad. Aunque se trate de elecciones locales, el resultado puede reconfigurar alianzas, debilitar liderazgos históricos y marcar el pulso de cara a las elecciones legislativas nacionales de octubre.
Son 30 las bancas en juego en la Legislatura porteña, pero el valor simbólico de esta elección excede por mucho esa cifra. En la ciudad donde nació el macrismo y donde el PRO gobierna desde 2007, La Libertad Avanza quiere demostrar que ya no es un fenómeno de redes ni una simple anomalía del voto bronca: quiere consolidarse como nueva fuerza dominante en el corazón político del país.
Milei vs. Macri: la batalla por el sillón de Rivadavia
Durante el 2023, Milei y Mauricio Macri mantuvieron una alianza incómoda, pragmática, que sirvió para llegar al poder. Pero la convivencia duró poco. El presidente optó por marcar su propia agenda —basada en la motosierra, el déficit cero y una estética rupturista— y se fue distanciando del macrismo tradicional.
Con el respaldo legislativo y la buena imagen de los argentinos, Milei se animó a avanzar sobre el cepo, el déficit cambiario y cuestiones culturales que el Macrismo no quiso tocar.
En ese contexto la tensión llega a su punto más alto: ambos competirán por separado en la Ciudad y lo hacen con dos figuras fuertes. Por un lado, Manuel Adorni, vocero presidencial y hoy principal espada mediática de Milei, encabeza la lista de La Libertad Avanza. Por el otro, Silvia Lospennato, diputada nacional con fuerte perfil legislativo y social, lidera la boleta del PRO con el respaldo explícito del propio Macri.
El quiebre quedó en evidencia tras el fracaso del proyecto de “Ficha Limpia” —un intento de impedir que personas condenadas por corrupción puedan ser candidatas— donde ambas fuerzas se acusaron mutuamente de negociar con el kirchnerismo. Desde entonces, el enfrentamiento es total.
¿Qué se juega realmente?
Formalmente, estas elecciones no alterarán el equilibrio de poder nacional. Pero en los hechos, Buenos Aires se convierte en una vitrina para medir el respaldo ciudadano al proyecto libertario y en un termómetro del desgaste o la resiliencia del PRO.
Milei apuesta a algo más grande que una elección local: quiere que el resultado lo posicione como el nuevo gran articulador del país, capaz de absorber al macrismo o al menos de disputarle el liderazgo sin intermediarios. Si Adorni hace una buena elección, será un espaldarazo a esa ambición. Si no logra imponerse, el oficialismo nacional podría llegar golpeado a octubre.
Además, un buen desempeño de LLA fortalecería la posición del presidente dentro del Congreso, donde hoy depende de negociaciones complejas con bloques ajenos para aprobar sus reformas. Aunque las bancas porteñas no incidan directamente en ese tablero, sí marcarán una tendencia.
En cualquier caso, las elecciones de este domingo son mucho más que una simple renovación legislativa. Son una batalla estratégica por el futuro de la derecha argentina. Y el primer round de una contienda que recién empieza.