El 2 de julio de 1930, en la localidad riojana de Anillaco, nacía Carlos Saúl Menem, una figura que con el tiempo se convertiría en uno de los presidentes más influyentes –y también más controvertidos– de la historia reciente de la Argentina. Su llegada al mundo hoy forma parte del calendario de efemérides nacionales, no solo por su rol institucional, sino por el fuerte impacto que sus decisiones generaron en la vida política, económica y cultural del país.
Menem gobernó la Argentina durante diez años consecutivos, desde 1989 hasta 1999, en el contexto de una transición posdictadura y en medio de una profunda crisis económica. Su gestión se caracterizó por un viraje ideológico drástico, al pasar del discurso tradicional peronista a un programa neoliberal alineado con los intereses del mercado global.
Privatizaciones, convertibilidad y el "menemismo"
Durante sus primeros años de gobierno, Menem impulsó una ambiciosa ola de privatizaciones de empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, ENTEL y Ferrocarriles Argentinos, bajo el argumento de reducir el déficit fiscal y modernizar los servicios públicos. Estos procesos fueron parte de un modelo económico guiado por su ministro de Economía, Domingo Cavallo, y el apoyo de organismos internacionales como el FMI.
Durante el menemismo, la estabilidad que trajo la Ley de Convertibilidad —al fijar el peso argentino a la par del dólar— generó un escenario inédito: por primera vez en décadas, los argentinos sentían que su moneda tenía valor. Con salarios dolarizados y una economía abierta a las importaciones, se consolidó una clase media consumista que se volcó masivamente a los shoppings, a la compra de electrodomésticos importados y, especialmente, a los viajes al exterior.
Fue en ese contexto que nació el fenómeno del "deme dos", una frase que se volvió emblema de la época. Los argentinos que viajaban a Miami —uno de los destinos predilectos de entonces— compraban ropa, tecnología y perfumes con una facilidad sorprendente para un país con historia de crisis. Esa expresión, simple y arrogante a la vez, simbolizaba la fiebre consumista de los ‘90: con un dólar barato, todo parecía estar al alcance de la mano.
Sin embargo, esa prosperidad aparente escondía una creciente desigualdad y una economía basada en la especulación y el endeudamiento. Mientras unos viajaban y gastaban, otros quedaban excluidos de un sistema que reducía el aparato productivo nacional y debilitaba la industria local. El “deme dos” no fue solo una frase: fue el espejo de una década tan seductora como frágil.
Carisma, política exterior y reelección
A pesar de las críticas, Menem logró mantener una popularidad considerable durante buena parte de su gobierno. Su estilo carismático, su cercanía con figuras internacionales y una activa política exterior —incluyendo relaciones con Estados Unidos e Israel— reforzaron su figura internacional.
En 1994, logró reformar la Constitución para habilitar su reelección, y fue efectivamente reelegido en 1995. Esta etapa profundizó muchas de las políticas ya implementadas, aunque comenzó a mostrar señales de desgaste.
Luces y sombras de un legado
Carlos Menem fue una figura que dejó huellas imborrables. Para muchos, fue el presidente de la modernización, de la apertura económica y de los autos importados. Para otros, el arquitecto de una crisis social estructural que estallaría pocos años después, en el 2001. Su figura dividió aguas, pero sin dudas transformó el país para siempre.
Además, Menem fue el primer presidente democrático en completar un mandato desde la vuelta a la democracia en 1983 y ser reelegido por voto popular, lo cual marcó un hito institucional importante.
Falleció el 14 de febrero de 2021, pero su figura sigue siendo objeto de análisis, revisión y debate. Porque entender a Carlos Menem es también entender una parte esencial de la Argentina de los ‘90, con sus promesas, sus excesos y sus contradicciones.
Hoy, 2 de julio, su nacimiento nos invita a reflexionar sobre una época que aún reverbera en el presente político y económico del país.