LA CURVA DE APRENDIZAJE DE UNA DÉCADA
A 10 años de la primera multifractura
Para muchos los "No Convencionales" comenzaron en Añelo, pero la historia comenzó en Anticlinal Campamento (Zapala) con el primer pozo horizontal multifracturado. Una experiencia que marcó historia y significó el primer paso hacia la confirmación que el recurso se transforme en reservas.Hace una década Neuquén debió sobreponerse a los efectos que ocasionó la erupción del volcán Puyehue perteneciente al cordón del complejo volcánico Caulle. El impacto en la región fue grande y paralizó la actividad turística y económica por más de un año. Aun así, el gobierno provincial de aquel entonces implementó alternativas para avanzar en lo que luego se conocería como “la revolución shale”.
A solo cuarenta días de ese episodio y con la mirada puesta en la recuperación de Villa La Angostura, el por entonces gobernador Jorge Sapag anunciaba en la localidad de Zapala la terminación de lo que sería “el primer pozo horizontal multifracturado con objetivo shale de Latinoamérica”.
“Este es un día histórico” dijo preocupado por la importación de gas y la necesidad de lograr un mejor precio por parte del Gobierno Nacional para los hidrocarburos que se extraen en Neuquén.
Por ese entonces, la formación de No Convencionales era bien conocida por los profesionales de la industria, aunque fue en ese tiempo que estas formaciones comenzaron a ser observadas con amplia atención por varios sectores económicos, luego que la Agencia Internacional de Energía (AIE) editara en abril de 2011 su primer informe sobre recursos shale en el mundo.
Ese mismo informe ubicó a nuestro país en el podio mundial del potencial de recursos de “shale gas”, con la Cuenca Neuquina señalada entre las más relevantes de Argentina. De ahí en más, se escuchó hablar durante la presente década de “la revolución shale” con Vaca Muerta como nave insignia de los no convencionales locales.
Dado el espesor de esta formación se analizó -en aquel momento, la posibilidad de privilegiar pozos verticales; sin embargo, la llave a la puesta en valor de estos recursos llegó de la mano de la combinación de la perforación horizontal y la multifractura -como el pozo ACOxp2001- entre otros desarrollos tecnológicos.
La perforación de aquella iniciativa exploratoria a la formación Los Molles alcanzó una longitud total de 4.452 metros, con un tramo vertical (profundidad) de 3.600 metros y una trayectoria horizontal de 900 metros. La perforación vertical se realizó en un mes y medio, mientras que para el trazado de la curva se requirieron dos meses y medio y otros dos meses para el tramo horizontal.
A estos seis meses de perforación se sumaron los trabajos de terminación que incluyeron diez fracturas hidráulicas, lo que demandó la contratación de 16 camiones con una potencia máxima de 32.000 HP, 1.500 toneladas de arena de fractura y seis horas de bombeo por cada fractura.
El principal condicionante para llevar adelante el pozo exploratorio multifracturado fue la disponibilidad de agua. La fuente más cercana al emplazamiento del proyecto se encontraba a 70 kilómetros por lo que, el entonces Ministerio de Ambiente de la provincia autorizó la construcción temporaria de una pileta de almacenamiento de agua dulce con una capacidad de 30.000 metros cúbicos.
Sapag no estuvo equivocado. En realidad, este desafío marcó el paso de un proceso que a la fecha no se detuvo y significó el primer paso hacia la confirmación que dicho recurso se transforme en reservas de gas en la cuenca neuquina.
A la luz de los proyectos actuales, la curva de aprendizaje de la industria recorrió un largo trecho en estos diez años con una sostenida búsqueda de eficiencia y resultados sorprendentes. Para poner en perspectiva estos avances bastan citar algunos hitos alcanzados en 2020 como 12 fracturas en un día, ramas laterales de más de 3.000 metros y más de 50 etapas de fractura en varios pozos.
Uno de los aspectos clave para los resultados en términos de productividad de la formación ha sido el avance en lo relacionado a la estimulación hidráulica. Esta imprescindible tecnología impulsada en los años 50 y con un recorrido previo de experimentación de décadas, pasó de ser tema de mesas técnicas a un valorado indicador de actividad industrial. Es habitual encontrar en medios de comunicación informes que señalan a la cantidad de fracturas como pulso de la industria del petróleo y del gas.
Las tareas de divulgación de aquellos tiempos fueron acompañando al trabajo técnico por medio de numerosas presentaciones ante cámaras, instituciones y autoridades que explicitaban tanto la significación de estos recursos como de la tecnología para ponerlos en valor y aporte a la energía de nuestro país.
Eran parte de esa agenda referencias a la oportunidad de potenciar la actividad económica en toda la cadena de valor, la sustitución de importaciones energéticas, el incremento en la recaudación fiscal, la atracción de inversiones genuinas para exploración y desarrollo, la innovación y desarrollo tecnológico y, finalmente, el incremento de la producción y reservas de gas para revertir la creciente dependencia de importación de energía.
Recorriendo anuncios e informes de esos tiempos se destaca la previsión de la industria que ya había anticipado una serie de aspectos necesarios para impulsar la actividad con la debida fuerza. Entre ellos sobresalían la simplificación administrativa para la incorporación de tecnología y equipamiento, el aseguramiento de la rentabilidad de los proyectos con un precio de gas y plazos contractuales adecuados, el acceso a costos razonables para servicios y materiales así como incentivos fiscales apropiados, siempre en un marco de reglas de juego claras y estables.
Han sido numerosos los desafíos tecnológicos, ambientales y de reputación que se han ido superando en estos años. Mas allá de las proezas técnicas que la industria enfrenta en cada proyecto, la curva de aprendizaje se ha ido recorriendo en forma notable.
Queda mucho por hacer, aunque a diferencia de hace diez años, otras miradas comenzaron a cobrar protagonismo en detrimento de la enfocada en el petróleo y el gas. Las transiciones energéticas, el cambio climático, la agenda de descarbonización de la energía y las renovables, entre otros temas, inclinan a una parte de la opinión pública a cuestionar el rol de los hidrocarburos.
Sin perjuicio de ello sigue siendo oportuno comprender y conocer sin hipocresías el rol ineludible de los hidrocarburos en nuestras vidas; tanto para la producción de energía y combustibles como para subproductos y derivados (tales como plásticos, fertilizantes, productos de limpieza, cosméticos y tantos más).
La presencia del petróleo y gas en nuestra matriz energética, y la del mundo, es hoy por hoy indiscutida y será necesario mucho esfuerzo y tiempo para reemplazarlos. Es por eso que es indispensable trabajar en conjunto para continuar poniendo en valor estos recursos energéticos, creando las condiciones apropiadas para darle a una industria con más de 100 años y una fuerte presencia en distintas regiones, las herramientas necesarias para seguir contribuyendo al crecimiento y desarrollo de nuestro país.
La ventana de oportunidad se hace cada vez más pequeña y lo que vimos empezar hace diez años no puede esperar otros diez para consolidarse.
Agradecimientos a CAB y equipo técnico de Apache Corp.
Energy Information Administration (eia.gov)